DOMINGO DE LA SEMANA V DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA V DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte» Mt 5,14.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5,13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino para ponerla en el candelero, y así alumbre a todos los de la casa. Del mismo modo, alumbre su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«En el Evangelio de este domingo, que está inmediatamente después de las Bienaventuranzas, Jesús dice a sus discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 13.14). Esto nos maravilla un poco si pensamos en quienes tenía Jesús delante cuando decía estas palabras. ¿Quiénes eran esos discípulos? Eran pescadores, gente sencilla… Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y su afirmación se comprende precisamente como consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere decir: si sois pobres de espíritu, si sois mansos, si sois puros de corazón, si sois misericordiosos… seréis la sal de la tierra y la luz del mundo» (Papa Francisco).

Recordemos que en el evangelio de San Mateo se ubican cinco grandes discursos de Jesús: el primero es el Sermón de la montaña, entre los capítulos 5 y 7; el segundo trata sobre la misión de los apóstoles, que se encuentra en el capítulo 10; el tercer discurso es el de las parábolas, en el capítulo 13; el cuarto discurso trata sobre los términos del discipulado y de la comunidad, que podemos leer en el capítulo 18; y el quinto es el discurso de la llegada futura del reino de Dios, en los capítulos 24 y 25.

Hoy meditamos el texto que se encuentra después de las bienaventuranzas. Con las comparaciones de la sal y de la luz, elementos tan necesarios en la vida cotidiana, Jesús hace referencia a preservación de la fe, de la Palabra y de la acción santificante.

En cuanto a la luz, ésta, sin el testimonio, se vuelve opaca, ya que la luz brilla solamente a través de las obras. Recordemos la carta a los Efesios de San Pablo 5,8: «si en un tiempo eran tinieblas, ahora son luz por el Señor: vivan como hijos de la luz».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Después de que Nuestro Señor Jesucristo enunció las bienaventuranzas, realizó las comparaciones comprometedoras para sus discípulos y seguidores que hoy meditamos. El seguimiento comprometido a Nuestro Señor Jesucristo hace que todos los cristianos, de manera individual y en comunidad, seamos “sal”, porque con el cumplimiento y difusión del Evangelio le dan sabor a la vida.

Son luz para el mundo porque anuncian a Jesús, luz del mundo. Así mismo, las comunidades que activamente proclaman y dan testimonio de la gratuidad del amor de Dios, son como ciudades visibles situadas en lo alto de un monte.

Por eso, como afirma Cromacio: «Quienes han sido educados para la sabiduría del cielo, deben permanecer firmes, de manera que no se vuelvan insípidos, víctimas de las argucias del demonio». De esta manera, todos estamos llamados a ser reflejo de la luz de Nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos: meditando la lectura, intentemos responder: ¿Damos testimonio de la bondad de la Santísima Trinidad en nuestras vidas? ¿Ayudamos a nuestros hermanos a acercarse a la luz de Nuestro Señor Jesucristo? Que las respuestas a estas preguntas fortalezcan nuestras intenciones y acciones para dar testimonio de toda misericordia, bondad y providencia de Dios.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Protege, Señor, con amor continuo a tu familia, para que, al apoyarse en la sola esperanza de tu gracia del cielo, se sienta siempre fortalecida con tu protección.

Padre eterno, tú que premias con el banquete celestial a quienes son luz para el mundo, concédenos la gracia del Espíritu Santo para tomar plena consciencia de los dones que poseemos y, con nuestra plena disposición, los pongamos al servicio del proyecto de salvación que tienes para la humanidad.

Amado Jesús, Salvador de la humanidad, tú que eres la luz que alumbra a las naciones, ilumina a todas las personas que aun te desconocen y haz que crean en ti, Dios verdadero.

Amado Jesús, te pedimos que envíes tu Santo Espíritu a los que rigen los pueblos, para que su labor sea siempre de servicio, justicia y paz; y que cese las guerras y la violencia en los pueblos.

Padre eterno, concede a todos los difuntos, de todo tiempo y lugar, gozar siempre de la compañía de Nuestra Santísima Madre María, de San José y de todos los santos.

Santa Madre de Dios, Reina de la paz, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo, con una homilía de Benedicto XVI:

«En el Evangelio de este domingo el Señor Jesús dice a sus discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,13.14). Mediante estas imágenes llenas de significado, quiere transmitirles el sentido de su misión y de su testimonio. La sal, en la cultura de Oriente Medio, evoca varios valores como la alianza, la solidaridad, la vida y la sabiduría. La luz es la primera obra de Dios creador y es fuente de la vida; la misma Palabra de Dios es comparada con la luz, como proclama el salmista: “Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero” (Sal 119,105). Y también en la liturgia de hoy, el profeta Isaías dice: “Cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies el alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía” (58,10). La sabiduría resume en sí los efectos benéficos de la sal y de la luz: de hecho, los discípulos del Señor están llamados a dar nuevo “sabor” al mundo, y a preservarlo de la corrupción, con la sabiduría de Dios, que resplandece plenamente en el rostro del Hijo, porque él es la “luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1,9). Unidos a él, los cristianos pueden difundir en medio de las tinieblas de la indiferencia y del egoísmo la luz del amor de Dios, verdadera sabiduría que da significado a la existencia y a la actuación de los hombres…

Queridos hermanos y hermanas, invocamos la intercesión maternal de la Virgen María, para que los padres, los abuelos, los profesores, los sacerdotes y cuantos trabajan en la educación formen a las generaciones jóvenes en la sabiduría del corazón, para que lleguen a la plenitud de la vida».

Hermanos: comprometámonos a ser luz para el mundo. Pidamos diariamente al Espíritu Santo los dones que fortalezcan nuestras intenciones y acciones para poner en práctica la Palabra de Dios mediante la realización de obras de misericordia espirituales y corporales.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.