LUNES DE LA SEMANA VI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA VI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«¿Por qué esta generación pide un signo?». Mc 8,12.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 8,11-13

En aquel tiempo, los fariseos se presentaron y se pusieron a discutir con Jesús; le pidieron un signo del cielo, para ponerlo a prueba. Jesús, suspirando profundamente, dijo: «¿Por qué esta generación pide un signo? En verdad les digo, no se le dará un signo a esta generación». Y dejándolos, subió a la barca de nuevo y se fue a la otra orilla.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Aunque el Señor realizó muchos milagros, no todos se escribieron, como atestigua el mismo evangelista Juan. Cristo dijo e hizo innumerables cosas que no se escribieron (Jn 20,30). Se eligieron para ser escritos aquellos que parecían bastar para la salvación de los creyentes» (San Agustín).

El pasaje de hoy se ubica en el Evangelio de San Marcos luego de la segunda multiplicación de los panes. Se encuentra también en Mateo 16,1-4. En el texto, Jesús responde ásperamente a quienes lo siguen solo por sus signos y milagros. A Jesús le gustaba más que las personas creyeran en Él por sus enseñanzas, que son fuente de vida eterna y de fe para creer en Él como Hijo y enviado de Dios Padre.

En cambio, los fariseos piden una acción portentosa para acreditar ante ellos a Jesús. Jesús aprovecha la ocasión para enseñar que los signos o milagros que realiza son acciones de solidaridad y no espectáculos callejeros; y que los milagros no pretenden comprar la fe de la gente porque una fe dependiente de los milagros genera creyentes sin compromiso.

En una palabra, la fe no puede depender de los milagros; al contrario, son los milagros los que dependen de la fe.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«Más milagros que signos. Los signos son, en efecto, más comprometedores: requieren la conversión. Se va haciendo cada vez más grande el número de los que persiguen de una manera espasmódica visiones y mensajes, mientras que los verbos “ver” y “tocar” van sustituyendo cada vez más a un verbo exento de visiones, el verbo “creer”» (Angelo Casati).

Hoy Jesús nos exhorta a buscarlo y a encontrarlo a través de la fe, superando la actitud farisaica de la lectura que adoptamos en algunas ocasiones. Nuestro Señor Jesucristo sabe que siempre estamos en busca de señales o manifestaciones de su presencia divina y omnipotente, pero que es necesaria la fe para comprender los signos y milagros que Él realiza también en la actualidad, en nuestras vidas y a cada instante.

La fe será siempre nuestro fundamento para creer sin ver, para tener la certeza de que no estamos solos, sino que, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo nos acompañan siempre, en las alegrías y tribulaciones, y comprender también que la alegría y el sufrimiento son fuentes de gracia. Esta comprensión nos conduce a cumplir con los mandamientos del amor y a agradecer a la Santísima Trinidad por todos los dones que recibimos, empezando por nuestras vidas, nuestras familias, amigos, estudios, trabajos, por nuestro planeta y por todos los dones que nos otorga según nuestro estado de vida. Pidamos al Espíritu Santo, Espíritu creador y santificador, la sabiduría que nos haga creativamente curiosos para percibir los signos que el Señor nos distribuye diariamente.

Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, intentemos responder: ¿Entendemos y comprendemos la acción divina de la Santísima Trinidad en nuestras vidas? Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a comprender los signos de la presencia de la Santísima Trinidad en medio de nosotros.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Santísima Trinidad: te alabamos y bendecimos por tanta bondad. Por tu amor y misericordia, otórganos la gracia de la plena conversión, y la obediencia y el seguimiento fiel a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos, digamos como en Marcos 29,24: “Señor, creo, pero aumenta mi fe”.

Santo Espíritu de Dios, creador y santificador, envía tus dones y haznos capaces de percibir los maravillosos signos que distribuyes a través de los prodigios de la creación.

Santísima Trinidad, a ti gloria y alabanza por los siglos. Que nuestra oración llegue hasta ti Señor, hasta tu santo templo. Amén.

Madre Santísima, lucero de la mañana, enséñanos a escuchar, meditar y obedecer a la Palabra del Señor.

Madre Santísima, Bendita Tú, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

«Dichosos los que crean sin haber visto», dice el Señor.

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de Nicolás Cabasilas:

«El Salvador, en cambio, está presente en todos cuantos viven en él, de tal manera que atiende a todas sus necesidades y es todo para ellos. No les deja volver a otra cosa su vista, ni buscar nada en parte alguna fuera de él. De nada necesitan los santos que no lo encuentren en él: los engendra, les hace creer, los alimenta, les es luz y es hálito que respiran.

Es el ojo que en ellos contempla la luz la que miran y el objeto en la visión contemplado. Siendo quien alimenta, es a la vez alimento. Es quien da el Pan de Vida y Vida a los que viven en él. Perfume para quienes le aspiran y vestido para quienes desean revestirse de él. Él es nuestro pie caminante y al mismo tiempo el camino, y además parador de descanso en el sendero y término de nuestro caminar peregrino. Somos miembros y él es la cabeza. Si hay que luchar, combate con nosotros y es el árbitro de nuestro pelear victorioso, y, si triunfamos, él es también nuestra corona.

Por todas partes nos orienta hacia él, y no nos deja dirigir nuestro espíritu a otro objeto, ni enredarnos en amor de criatura. Si dirijo mi deseo hacia un objeto, allí está él para saciarme. Donde quiera que me encamino, allí le encuentro, ocupando el sendero y alargando su mano al caminante».

Hermanos, digámosle al Señor: nos comprometemos el día de hoy a reconocer tu presencia y divinidad en todas las situaciones que se nos presenten, en el prójimo, en las alegrías y tristezas, en todas las cosas, porque todo lleva tu divino sello. Señor: hago el propósito de hablar de ti, por lo menos, a una persona y testimoniar tu presencia en mi vida.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.