LECTIO DIVINA DEL VIERNES DE LA SEMANA II DE CUARESMA – CICLO A
«La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular, es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente» Mt 21,42 y Sal 118,22.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 21,33-43.45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar en ella, construyó la casa del guardián, la arrendó a unos viñadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los viñadores, para recoger los frutos que le correspondían.
Pero los viñadores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, en mayor número que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo, diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”. Pero los viñadores, al ver al hijo, se dijeron: “Este es el heredero, lo matamos y nos quedamos con la herencia”. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos viñadores?». Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esos malvados y arrendará la viña a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No han leído nunca la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular, es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?”. Por eso les digo que el reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que produzca sus frutos». Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban capturarlo, temieron a la gente, porque lo tenían por profeta.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Todo pecado está relacionado íntima y misteriosamente con la Pasión de Jesús. Solo reconoceremos la maldad del pecado si, con la ayuda de la gracia, sabemos relacionarlo con el misterio de la Redención. Solo así podemos purificar de verdad el alma y crecer en contrición de nuestras faltas y pecados» (Francisco Fernández-Carvajal).
La lectura de hoy es la parábola de los viñadores malvados que también se ubica en Marcos 12,1-12 y en Lucas 20,9-19. A través de su simbología, la parábola de los viñadores malvados sintetiza la historia de la salvación: la viña representa al pueblo elegido, al pueblo de Israel, y su dueño es Dios Padre, quien delimitó su propiedad e hizo con su pueblo una alianza de amor. Los viñadores simbolizan a los líderes religiosos del pueblo rebelde: los sacerdotes y fariseos, quienes después rechazaron al más grande los profetas. Los siervos que el dueño envía dos veces, de manera paciente y confiada, son los profetas de Dios que son asesinados por los viñadores. El beneficio que los siervos enviados por el dueño van a buscar, son los frutos de la espiritualidad del pueblo. Y, el heredero del dueño de la viña es Jesús, a quien también los viñadores mataron, porque el pueblo no escuchó a los enviados de Dios.
A medida que avanzamos hacia la pascua, va adquiriendo relieve el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, «la piedra angular».
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
En el maravilloso acontecimiento de la Transfiguración que meditamos hace algunos días, Dios Padre habla a la humanidad entera, cuando dice: «Este es mi hijo amado, escúchenlo»; sin embargo, muchas veces no escuchamos a Jesús a través de su palabra y del prójimo, lo rechazamos y respondemos con la violencia del corazón, cuya manifestación es el pecado.
Pero la misericordia de Dios es infinita; Jesús nos ofrece el perdón mediante el sacramento de la reconciliación y nos libera de las ataduras del pecado. Este perdón es una muestra de que Nuestro Señor Jesucristo nos visita continuamente para otorgarnos sus gracias a través de los sacramentos y en todas nuestras vivencias cotidianas, y señalarnos el camino de la salvación.
Con estas reflexiones, es conveniente que nos preguntemos: ¿Cuántas veces nos comportamos como los viñadores y rechazamos a Jesús, a través de su Palabra, del prójimo, de sus sacramentos y de sus ministros? ¿Sabemos identificar las veces que Dios nos envía profetas y las veces que Él mismo toca nuestra puerta para que nos acerquemos a su misericordia, bondad y amor? ¿Reconocemos y confesamos humildemente nuestros pecados y nos acogemos a la misericordia que Dios nos ofrece? Que las respuestas a estas interrogantes nos ayuden a disminuir la distancia entre nuestros corazones y el Sagrado Corazón de Jesús, y demos frutos espirituales en abundancia.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Concédenos, Dios todopoderoso, llegar a lo que está por venir con los corazones limpios, por el santo esfuerzo purificador de la penitencia.
Padre celestial, como en la oración de la paz de San Francisco de Asís, cada uno de nosotros quiere pedirte con todo el corazón: “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz, que donde haya odio, ponga el amor; que donde haya ofensa, ponga el perdón…”.
Amado Jesús te pedimos, que, con la fuerza del Espíritu Santo, podamos desterrar la violencia escondida que hay en nuestro corazón y comprendamos que tú eres el Redentor del mundo, a quien debemos acoger, escuchar y seguir, aun en nuestras tribulaciones.
Amado Jesús, te pedimos por los gobernantes del mundo entero, para que se preocupen y realicen acciones para satisfacer las necesidades de todas las personas, en especial, de las más necesitadas.
Amado Jesús, te suplicamos abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen a contemplar tu rostro.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, refugio de los pecadores, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito del padre Javier Igea López-Fando:
«Tres personajes aparecen en este evangelio: el propietario de la viña, los viñadores y el hijo. Orar esta parábola es contemplar a los personajes y meternos en el corazón del Hijo…
Es el final de la vida pública de Jesús. Después de su entrada en Jerusalén, el Domingo de Ramos, el Señor pronunció esta parábola en el templo, unos días antes de morir en la cruz. Y Cristo se la contó a quienes le escuchaban en el templo, principalmente a los sumos sacerdotes. La viña claramente es el pueblo de Israel, y precisamente en el templo había un enorme bajorrelieve en bronce de una viña. Los sumos sacerdotes son los viñadores homicidas, pero nosotros también somos los viñadores.
De la lectura de la parábola se sigue que era necesario que el Hijo muriera. Si no, no se hubiera dado un cambio de viñadores. Es la lógica del amor del Padre que se compromete hasta el final con la viña. Vivirlo es tener en cuenta que hay un “por mí” implícito en la muerte de Cristo.
La oración cristiana y, en especial, la contemplación de la pasión de Cristo en este viernes de Cuaresma entra en el Corazón de Cristo, y nos lleva a descubrir el amor inmenso y gratuito del Señor por cada uno de nosotros».
Hermanos, digamos todos: Amado Jesús, hoy me comprometo a reconocer las veces que te he fallado, identificando los sentimientos que inspiraron mi acción y pecado con el fin de estar atento a futuras situaciones que puedan hacerme caer nuevamente. Amado Jesús, por tu infinito amor hacia nosotros, me comprometo a ejercitar el proceso de conversión todos los días, y a acoger tu misericordia mediante el sacramento de la confesión.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.