LUNES DE LA SEMANA IV DE CUARESMA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA IV DE CUARESMA – CICLO A

SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús porque él salvará a su pueblo de los pecados» Mt 1,20-21.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,16.18-21.24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús porque él salvará a su pueblo de los pecados». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Que san José obtenga a los sacerdotes, que ejercen la paternidad con respecto a las comunidades eclesiales, amar a la Iglesia con afecto y entrega plena, y sostenga a las personas consagradas en su observancia gozosa y fiel de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Que proteja a los trabajadores de todo el mundo, para que contribuyan con sus diferentes profesiones al progreso de toda la humanidad, y ayude a todos los cristianos a hacer con confianza y amor la voluntad de Dios, colaborando así al cumplimiento de la obra de salvación» (Benedicto XVI).

El evangelio de hoy, en la Solemnidad de San José, está ubicado después de la genealogía de Jesús, aunque el versículo 16 pertenece a esta.

Al igual que en la huida a Egipto, en el evangelio de hoy, el Señor le habla a José a través de sueños. San José fue elegido por Dios Padre para contribuir a que se establezca su reino, dando protección familiar y legal a la Virgen María, además de otorgarle la estirpe de David a Jesús.

Para que José ejerza su misión de protección a la Sagrada Familia, Dios Padre le otorgó la gracia de llevarla a cabo con fe, sencillez, humildad, discreción, obediencia y limpieza de corazón. Por eso, José simboliza a todas las personas que conocen nuestro origen, nuestra dimensión más profunda.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«Dar vida es el mayor de los regalos, y el regalo que le sigue es salvarla. ¿Quién le dio vida a Jesús? Fue María. ¿Quién le salvó la vida? Fue José. Preguntadle a Pablo que lo persiguió, a San Pedro que lo negó. Preguntadles a todos los santos quién lo mató; pero si preguntamos “¿quién le salvó la vida?”, callad patriarcas, callad profetas, callad apóstoles, confesores y mártires; dejad que hable San José… Sólo él es el salvador de su Salvador» (Beato Guillermo José Chaminade).

San José es un maravilloso ejemplo de convencimiento pleno de que los logros del hombre son signo de la grandeza de Dios y un resultado de su inefable designio. Por ello, cuanto mayor es el poder de una persona, su responsabilidad individual y colectiva es mayor ante Dios en su misión de contribuir a edificar un mundo más justo. En este sentido, San José es el mejor y el más grande referente para ejercer el cuidado de la familia de los hijos de Dios. San José es protector, intercesor, patrono de la Iglesia, defensor de las familias, es a quien vamos a invocar de manera especial.

Hagamos nuestra la siguiente reflexión de San Josemaría Escrivá de Balaguer:

«Mira cuántos motivos para venerar a san José y para aprender de su vida: fue un varón fuerte en la fe; sacó adelante a su familia – a Jesús y a María – con su trabajo esforzado; guardó la pureza de la Virgen, que era su esposa; y respetó – ¡amó! – la libertad de Dios, que hizo la elección no solo de la Virgen como Madre, sino también de él como esposo de santa María. San José, Padre y Señor nuestro, castísimo, limpísimo, que has merecido llevar a Jesús Niño en tus brazos y lavarlo y abrazarlo: enséñanos a tratar a nuestro Dios, a ser limpios, dignos de ser otros cristos. Y ayúdanos a hacer y a enseñar, como Cristo, los caminos divinos -ocultos y luminosos-, diciendo a los hombres que pueden, en la tierra, tener continuamente una eficacia espiritual extraordinaria.

Quiere mucho a san José, quiérelo con toda tu alma, porque es la persona que, con Jesús, más ha amado a Santa María y el que más ha tratado a Dios: el que más lo ha amado después de nuestra Madre. Se merece tu cariño, y te conviene tratarlo, porque es Maestro de vida interior y puede mucho ante el Señor y ante la Madre de Dios».

Hermanos: en este importante día, meditemos con la confianza en Dios que San José demostró, y respondamos: ¿Cómo está nuestro nivel de confianza en la Santísima Trinidad cuando disfrutamos de nuestras alegrías y enfrentamos las tribulaciones? ¿Obedecemos los mandamientos del amor? ¿A quién obedecemos?

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, que tu Iglesia conserve siempre y lleve a su plenitud los primeros misterios de la salvación humana que confiaste a la fiel custodia de san José.

Padre eterno, tú, que eres la fuente de toda justicia y deseas que todos seamos justos, ayúdanos, por intercesión de San José a agradarte en todas nuestras acciones.

Bienaventurado San José, intercede por todas las familias del mundo para que sean el reflejo de la Sagrada Familia, que tú custodiaste con tanto amor.

Amado Jesús, sé misericordioso con todos los difuntos y admítelos a contemplar la luz de tu rostro.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de Bernardino de Siena:

«La norma general que regula la concesión de gracias singulares a una criatura racional determinada es la de que, cuando la gracia divina elige a alguien para un oficio singular o para ponerle en un estado preferente, le concede todos aquellos carismas que son necesarios para el ministerio que dicha persona ha de desempeñar.

Esta norma se ha verificado de un modo excelente en san José, que hizo las veces de padre de nuestro Señor Jesucristo y que fue verdadero esposo de la Reina del universo y Señora de los ángeles. José fue elegido por el eterno Padre como protector y custodio fiel de sus principales tesoros, esto es, de su Hijo y de su Esposa, y cumplió su oficio con insobornable fidelidad. Por eso le dice el Señor: Eres un empleado fiel y cumplidor; pasa al banquete de tu Señor.

Si relacionamos a José con la Iglesia universal de Cristo, ¿no es este el hombre privilegiado y providencial, por medio del cual la entrada de Cristo en el mundo se desarrolló de una manera ordenada y sin escándalos? Si es verdad que la Iglesia entera es deudora a la Virgen Madre por cuyo medio recibió a Cristo, después de María es san José a quien debe un agradecimiento y una veneración singular.

José viene a ser el broche del antiguo Testamento, broche en el que fructifica la promesa hecha a los patriarcas y los profetas. Sólo él poseyó de una manera corporal lo que para ellos había sido mera promesa.

No cabe duda de que Cristo no sólo no se ha desdicho de la familiaridad y respeto que tuvo con él durante su vida mortal como si fuera su padre, sino que la habrá completado y perfeccionado en el cielo. Por eso, también con razón, se dice más adelante: Pasa al banquete de tu Señor. Aun cuando el gozo santificado por este banquete es el que entra en el corazón del hombre, el Señor prefirió decir: Pasa al banquete, a fin de insinuar místicamente que dicho gozo no es puramente interior, sino que circunda y absorbe por doquier al bienaventurado, como sumergiéndole en el abismo infinito de Dios.

Acuérdate de nosotros, bienaventurado José, e intercede con tu oración ante aquel que pasaba por hijo tuyo; intercede también por nosotros ante la Virgen, tu esposa, madre de aquel que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. Amén».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.