LUNES DE LA SEMANA V DE PASCUA – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA V DE PASCUA – CICLO A

«El Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi Nombre, será quien les enseñe todo y recuerde todo lo que les he dicho». Jn 14,26.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 14,21-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré, y me manifestaré a él». Le dijo Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te manifiestes a nosotros y no al mundo?». Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Les he hablado de esto mientras permanezco con ustedes, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi Nombre, será quien les enseñe todo y recuerde todo lo que les he dicho».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«El Espíritu es quien da la vida… Las palabras que les he dicho son espíritu y vida» (Jn 6,63).

Como se mencionó en los días previos, los capítulos del 13 al 17 del evangelio de San Juan muestran cómo Jesús va formando espiritualmente a las primeras comunidades cristianas a través de enseñanzas y de diálogos con sus discípulos.

El pasaje evangélico de hoy se encuentra luego de la maravillosa expresión de Jesús: «Yo soy el camino la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí»; Así mismo, después del diálogo con Felipe, en el que Jesús promete: «Les aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores… Si ustedes me piden algo en mi nombre, yo se lo daré».

Hoy lunes, en esta quinta semana de Pascua y camino a Pentecostés, Jesús hace una maravillosa promesa: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y haremos morada en él». Así mismo, Jesús promete la venida del gran defensor, del Espíritu Santo, quien con sus dones nos fortalecerá y nos hará instrumentos del amor y de la paz del Señor.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«El lenguaje del amor a Jesús merece respeto, y necesita un cuidado de extrema delicadeza. Porque está prohibido usar el nombre del amor en vano» (José María Castillo Sánchez).

Muchas veces reflexionamos sobre nuestra vida espiritual y nos cuesta mucho esfuerzo imaginarnos que la Santísima Trinidad puede morar en nosotros. Así mismo, nos resulta difícil saber cuánto amamos a Dios. Esto ocurre porque el peso acumulado e innecesario de las dificultades de la vida hace difícil que nosotros mismos moremos allí, ocupando el lugar que está destinado para Dios y sin una idea del real significado de la palabra amor.

El amor a Nuestro Señor Jesucristo no es solo un sentimiento, es una vida fiel a su Palabra. Dios nos otorga la libertad de creer o no en Él, y también la libertad de cumplir sus mandamientos. Si creemos en Él, la Santísima Trinidad estará con nosotros, es más aún, ¡la Santísima Trinidad morará en nosotros! ¡Qué hermosa promesa la que nos hace Nuestro Señor Jesucristo!

Hermanos, con el firme deseo de que la Santísima Trinidad more en nosotros, intentemos responder: ¿Creemos y cumplimos los mandamientos de Dios? ¿Podemos guardar la Palabra de Dios para que la Santísima Trinidad viva en nosotros? Que las respuestas a estas preguntas nos permitan preparar el espíritu para experimentar el amor de la Santísima Trinidad en nosotros y, con la fuerza del Espíritu Santo, seamos portadores del amor y de la paz del Señor. Dejemos que todo se desarrolle en nuestras vidas al ritmo del Espíritu.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Te pedimos, Señor, que protejas siempre a tu familia con tu mano poderosa para que, libre de toda maldad, en virtud de la resurrección de tu Hijo unigénito, consiga los dones del cielo.

Padre eterno, tú que enviaste a tu hijo amado, Nuestro Señor Jesucristo, inúndanos con tu Espíritu Santo para que seamos instrumentos de tu amor y de tu paz, glorificando tu Santo Nombre.

Amado Jesús, fortalece con tu Santo Espíritu, de manera especial, a nuestros sacerdotes y consagrados, para que sean signos de santidad, para la gloria y honra tuya y de Dios Padre.

Amado Jesús misericordioso, muéstrate compasivo con todos los difuntos de todo tiempo y lugar, y admítelos en la asamblea de tus santos.

Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos al Espíritu Santo con un himno de Simeón el Nuevo Teólogo:

«Los que tienen al Espíritu por maestro no tienen necesidad del conocimiento que viene de hombres, pues, iluminados por la luz de este Espíritu, miran al Hijo, ven al Padre y adoran las Personas de la Trinidad, el Dios único, que por naturaleza es uno de manera inexplicable…

Detente, hombre; tiembla, tú que eres de naturaleza mortal, y sueña que has sido sacado de la nada y que saliendo del vientre de tu madre viste el mundo que había sido hecho antes de ti. Y si pudieras conocer la altura del cielo o indicar cuál es la naturaleza del sol, de la luna y de las estrellas, donde permanecen fijos y cómo se desplazan…, o incluso la naturaleza de la tierra de dónde has salido, sus límites y sus medidas, su anchura y su tamaño…, si has descubierto el fin de cada cosa y si has contado la arena del mar y si también has conocido tu propia naturaleza, entonces podrás soñar con tu creador, cómo en la Trinidad la unidad queda sin mezcla y en la Unidad, la Trinidad sin división.

¡Busca el Espíritu! … Posiblemente Dios te consolará y te dará, como ya te dejó ver el mundo y el sol y la luz de día, sí, se dignará iluminarte ahora del mismo modo…, te iluminará con la luz del Triple Sol… Aprenderás entonces de la gracia del Espíritu: que, hasta ausente, está presente por su poder y que, presente, no lo vemos a causa de su naturaleza divina, y que él está por todas partes y en ninguna.

¿Si buscas verlo de manera sensible, dónde lo encontrarás? En ninguna parte, simplemente dirás. Pero si tienes la fuerza de mirarlo espiritualmente, Será él mismo quien alumbrará tu espíritu y abrirá los ojos de tu corazón».

Hermanos, invoquemos diariamente al Espíritu Santo para que la Palabra del Señor nos inspire a amar más a la Santísima Trinidad y a cumplir fielmente sus mandamientos. Despejemos nuestras mentes y quitemos todo aquello que se interpone en nuestra relación con Dios y digamos de corazón: ¡Ven Señor Jesús! En todo momento, y para la Santa Gloria de Dios, tratemos siempre de socorrer a nuestros hermanos más necesitados espiritual y materialmente; y si no podemos asistirles personalmente, no dejemos de orar por ellos.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.