SÁBADO DE LA SEMANA VIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA VIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

SANTOS CARLOS LUANGA Y COMPAÑEROS MÁRTIRES

«Les voy a hacer una pregunta y si me responden les diré con qué autoridad hago estas cosas: El bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres? Respóndanme». Mc 11,29-30.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 11,27-33

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? o ¿quién te dio la autoridad para que hagas estas cosas?». Jesús les respondió: «Les voy a hacer una pregunta y si me responden les diré con qué autoridad hago estas cosas: El bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres? Respóndanme». Ellos razonaban entre sí: «Si decimos: «Del cielo», dirá: «¿Por qué entonces no le creyeron?». Pero ¿vamos a decir: «De los hombres?»». Tenían miedo de la gente, porque todos consideraban que Juan era realmente un profeta. Y respondieron a Jesús: «No sabemos». Entonces, Jesús les replicó: «Tampoco yo les diré con qué autoridad hago estas cosas».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«El Señor podía rebatir, con una respuesta clara, la calumnia de los hombres que habían venido a tentarle, pero los interroga sabiamente a fin de que sean condenados o por su silencio o por su respuesta… Justamente derrotados y confundidos se marcharon, cumpliendo así lo que dice Dios Padre en el salmo por boca del profeta: “He preparado una lámpara para mi Cristo [es decir, Juan] y cubriré de confusión a sus enemigos”» (Beda el Venerable).

Hoy conmemoramos a Carlos Lwanga y compañeros mártires de Uganda. Carlos Lwanga, José Mkasa, junto a 20 compañeros, fueron martirizados entre los años 1885 y 1887 en Uganda por haber conformado la sociedad de los Misioneros de África, que se encargó de la evangelización de ese continente durante el siglo XIX. El 3 de junio de 1886 doce de ellos fueron quemados vivos junto a otros 20 anglicanos porque se negaron a renunciar a su fe. Los otros 10 mártires fueron descuartizados.

El pasaje evangélico de hoy, denominado “La autoridad de Jesús”, se encuentra también en Mt 21,23-27 y en Lc 20,1-8.

Los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, que representan al sanedrín, reconocen la autoridad de Jesús, pero dudan de su origen. No comprenden que la autoridad pueda ejercerse desde el servicio a los más pobres y no desde el poder y los privilegios políticos y religiosos. Jesús, con una pregunta fulminante, se defiende con inteligencia, acudiendo a la memoria de Juan Bautista, quien conquistó la autoridad gracias a su servicio profético. Los dirigentes, que no pueden negar el argumento de Juan Bautista, deben aceptar implícitamente que la autoridad de Jesús también es divina, porque está puesta al servicio de la humanidad.

Los adversarios de Jesús, incapaces de desactivar su pregunta, pecan de insensatez porque no se dan cuenta que están en contacto con la sabiduría de Dios. Fueron derrotados porque no siguen el itinerario de la fe.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

En la actualidad, una importante proporción de los líderes políticos, empresariales y sociales del mundo buscan solamente la fuerza de la autoridad y del poder, dejando de lado la fortaleza divina del amor. Al igual que los representantes del sanedrín, no creen en Nuestro Señor Jesucristo y evitan el encuentro personal y comunitario con él. Prueba de ello son todas las acciones anticristianas que impulsan el aborto, la ideología de género y otras propuestas inspiradas por la oscuridad.

Pero, aun cuando muchas personas prefieran lo humano a lo divino, Nuestro Señor Jesucristo siempre está esperando; y no hay que tener miedo a la Vida que es él mismo, Jesucristo.

Prestemos atención a la Palabra y, con la ayuda del Espíritu Santo, ayudemos a comprender los misterios de Dios y a incrementar nuestra fe y la de nuestros hermanos. Procuremos siempre un diálogo que conduzca a la Verdad y que no obstaculice su logro.

Meditando este pasaje evangélico, tratemos de responder: ¿Acogemos la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo en nuestras vidas? ¿Ante las posiciones ideológicas mundanas, elegimos el cielo o la tierra? Pidamos al Espíritu Santo la fe y los dones que nos permita mantenernos firmes, defendiendo valientemente las enseñanzas de Nuestro Señor.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, tú has hecho que la sangre de los mártires fuese semilla de cristianos, concédenos por tu bondad, que el campo de tu Iglesia, regado por la sangre de los santos Carlos Luanga y compañeros, sea fecundo en abundante cosecha para ti.

Amado Jesús, inunda nuestras mentes con la luz de tu Espíritu y nuestros corazones se estremecerán con la Verdad y, así, nuestra existencia será un canto de amor y de fraternidad.

Amado Jesús, Hijo de Dios vivo, que con tu muerte y resurrección venciste a la muerte, que la oblación última de nuestros difuntos los lleve al gozo eterno de tu gloria.

Madre Santísima, Madre del Amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de Romano Guardini:

«Si nos representáramos la actitud de Jesús tal como resulta del relato evangélico sobre los últimos días, advertiríamos en él la revelación definitiva a propósito del ser de Jesús. Ninguna tensión en la persecución de una meta. Ninguna fiebre en trabajar por el mero gusto de trabajar sin tregua. Ninguna lucha en el sentido común de la palabra. El ánimo de Jesús es todo mansedumbre. Dice lo que tiene que decir. Es inexorable, pero el motivo no es otro que el amor a la causa. No habla con imposiciones, sino que dice las cosas tal como se deben decir en función de las exigencias interiores. No ataca, pero tampoco esquiva. No espera nada de lo que sería lícito esperar desde el punto de vista humano, y por eso tampoco tiene miedo de nada.

El alma de Jesús está libre de todo temor no porque sea naturalmente intrépida, sino porque el corazón de su espíritu está por encima de todo lo que se puede temer. Por el mismo motivo, tampoco se le puede llamar intrépido en sentido humano. Se limita a ser libre, completamente libre para el deber de cada momento. Y lleva a cabo este deber con una paz y una nobleza incomprensibles. De este modo, podríamos impulsar todavía durante mucho tiempo el sí y el no: no saldría sino reforzado lo que ya es evidente, o sea, que lo que ya está actuando no se mueve entre medidas humanas.

Es, ciertamente, un espíritu humano que piensa; una voluntad humana que quiere; un corazón, el más ardiente, el más generoso, el más profundo, que late, pero salido de una fuente y desarrollado por una fuerza que están por encima de todo esto y le confieren un carácter que nosotros, humanamente, no estamos en condiciones de comprender. La voluntad de Dios se cumple, y Jesús quiere esta voluntad».

Queridos hermanos, hagamos el compromiso de identificar todas aquellas cosas que nos apartan del cielo y nos atan a los criterios mundanos, y hagamos los esfuerzos para superarlas pidiendo la ayuda del Espíritu Santo.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.