DOMINGO XIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«El que dé de beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, sólo porque es mi discípulo, les aseguro que no perderá su recompensa». Mt 10,42.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10,37-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará. El que los recibe a ustedes, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo. El que dé de beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, sólo porque es mi discípulo, les aseguro que no perderá su recompensa».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

———–

«El apóstol del Reino de los cielos es sobre todo un hombre de Dios, uno que ha experimentado personalmente su amor y está llamado a anunciarlo, el cual, lo primero que repite todos los días es: “Cantaré eternamente tu misericordia”. De esta manera, el apóstol también se convierte en un dispensador de la gracia de Dios y en testigo de su fidelidad, para despertar en aquellos que reciben su mensaje el mismo cántico de alabanza» (San Juan Pablo II).

El pasaje de hoy es la parte final del discurso de Jesús sobre la misión apostólica, ubicado en el capítulo 10 del Evangelio de San Mateo.

En el texto se identifican cuatro colectivos: los apóstoles, los profetas, los justos y los pequeños. Los apóstoles eran los mensajeros del Evangelio; los profetas eran también predicadores que a la vez imitaban la vida de Jesús; los justos eran aquellos judíos que comprendían las enseñanzas de Jesús y cumplían la Ley mosaica cristianamente; y los pequeños eran aquellos creyentes cuya espiritualidad cristiana empezaba a madurar.

Jesús es radical y severo respecto al seguimiento cristiano. En primer lugar, Jesús exige un amor preferencial por él; en segundo lugar, el apóstol debe incluir su cruz personal en su vida de seguimiento a Jesús. Y, en tercer lugar, Jesús señala que el misionero tiene que estar dispuesto a dar la vida por él.

En suma, Jesús pide que el discípulo se identifique totalmente con Él, con la certeza de que siempre contará con su compañía. Además, dirigiéndose a la gente, Nuestro Señor Jesucristo habla de las recompensas que recibirán las personas que apoyen a los misioneros.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Las expresiones de Jesús, respecto a la misión y al seguimiento pueden ser consideradas severas. Jesús, que se entregó totalmente por nuestra salvación, exige también un seguimiento radical. Para ello, es necesario desprenderse radicalmente de los sentimientos familiares; así mismo, Jesús exige una lealtad sin vacilaciones a las enseñanzas de Jesús, pudiendo ir más allá del sacrificio propio.

A lo largo de la historia de la Iglesia, ha habido una inmensa multitud de mártires cristianos: niños, ancianos, jóvenes, gente común, precisamente como nosotros.

Todos, consagrados y laicos, contamos con la ayuda del Espíritu Santo para hacer frente al odio, a las humillaciones y a la violencia que van a producirse contra los discípulos, pero tendrán la sabiduría y el criterio suficiente para transformar las situaciones más desfavorables en oportunidades para un testimonio eficaz.

Hermanos: respondamos desde lo profundo de nuestros corazones: ¿nos consideramos dignos de seguir a Nuestro Señor Jesucristo? Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a enfrentar los rechazos e incomprensiones del mundo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, que por la gracia de la adopción has querido hacernos hijos de la luz, concédenos que no nos veamos envueltos por las tinieblas del error, sino que nos mantengamos siempre en el esplendor de la verdad.

Santísima Trinidad, haz que los sacerdotes y consagrados sean radicales en la misión de llevar la Palabra y tu misericordia a todo el mundo.

Amado Jesús, haznos discípulos misioneros siempre dispuestos a cumplir con las exigencias del amor de Dios.

Amado Jesús, que el Santo Espíritu nos conceda la perseverancia para seguirte en medio del rechazo y la incomprensión del mundo y de aquellos hermanos que, equivocadamente, siguen ideologías que provienen de las tinieblas.

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, concédenos los dones para cumplir la misión que Dios ha inscrito en nuestros corazones.

Padre eterno, concede a nuestros hermanos difuntos la gloria de la resurrección en el último día.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesús que nos invita a no tener miedo de darle una respuesta radical con un sermón de San Juan Crisóstomo:

«Yo era un extranjero, dice Cristo, y me acogisteis. Y más aún: “Cada vez que lo habéis hecho a uno de estos pequeños, a mí me lo habéis hecho”. Puesto que se trata de un creyente y de un hermano, aunque se trate del más pequeño, es Cristo quien entra con él. Abre tu casa, recíbelo.

“El que recibe a un profeta por ser profeta recibirá una recompensa de profeta”. Estos son los sentimientos que se deben tener al recibir a un huésped: la complacencia, el gozo, la generosidad. El huésped es siempre tímido y vergonzoso. Si su anfitrión no lo recibe con gozo, se retira sintiéndose menospreciado, porque es peor ser recibido medianamente que no ser recibido.

Abre tu casa donde Cristo encuentre alojamiento. Di: “Esta es la habitación de Cristo. Esta es la mansión que le está reservada”. Aunque sea muy sencilla, no la va a desdeñar. Cristo está desnudo, es extranjero. No le hace falta más que un techo. Por lo menos dale esto; no seas cruel e inhumano. Tú, que muestras tanto deseo por los bienes materiales, no te quedes frío ante las riquezas del espíritu.

Para tu medio de transporte tienes un local, ¿y no tendrás ninguno para Cristo vagabundo? Abraham recibió a los huéspedes allí donde él vivía. Su mujer los trató como si fuera la sirvienta, y ellos, los amos. Ninguno de los dos sabía que recibían a Cristo, que acogían a ángeles. Si lo hubieran sabido, se habrían despojado de todo. Nosotros, que sabemos reconocer a Cristo, mostremos aún más solicitud que ellos, que creían recibir solo a unos hombres».

Hermanos: pidamos al Espíritu Santo la fuerza para tomar la decisión de seguir a Jesús en medio de todas las amenazas de las que somos objeto.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.