SÁBADO XIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO XIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«El vino nuevo se echa en odres nuevos y los dos se conservan» Mt 9,17.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,14-17

En aquel tiempo, los discípulos de Juan Bautista se acercaron a Jesús y le preguntaron: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?». Jesús les respondió: «¿Pueden acaso estar tristes los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunarán. Nadie usa un pedazo de tela nueva para remendar un vestido viejo, porque el pedazo añadido tira del vestido, y la rotura se hace más grande. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres, se derrama el vino y los odres se pierden. El vino nuevo se echa en odres nuevos y los dos se conservan».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Todo lo que contiene la Escritura es simbólico: contigo también Cristo quiere desposarse. A ti se dirige la promesa de los profetas: “Te desposaré en la fidelidad y tú conocerás al Señor” (Os 2,21 s.). Queriendo prometerte a él, Cristo te envía un servidor: la Palabra inspirada. No puedes desposarte con Cristo sin haberla recibido… Sólo los que saben sacar agua en abundancia de las profundidades de los pozos… y tienen un alma que hace todo con paciencia, enteramente disponible y aplicada a ir más profundo para sacar las aguas del conocimiento, sólo esta alma puede conocer las nupcias con Cristo» (Orígenes).

El pasaje evangélico de hoy, en el que Jesús habla sobre el ayuno, se ubica luego del texto del llamamiento a Mateo y de la cena de Jesús con publicanos y pecadores que meditamos ayer.

La ley mosaica prescribía el ayuno solo el día anual de la Expiación, pero los fariseos piadosos ayunaban dos veces por semana, lunes y jueves, al igual que los discípulos de Juan. Esta práctica se vinculaba a la espera del Mesías, de la que los discípulos de Jesús se desatendieron por completo. Jesús les da la razón cuando dice: «¿Pueden acaso estar tristes los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos?».

En aquel tiempo, se comparaba la venida del Mesías y del Reino con una fiesta y banquete nupcial. En este sentido, Jesús se compara con el novio de una boda, mientras que sus discípulos y seguidores son los invitados. Así mismo, Jesús hace alusión al momento de la persecución del novio y de su cruz que ya se aproxima.

En cuanto a la Buena Nueva, esta es la novedad que trae el novio al mundo, la cual es explicada por Jesús con las analogías del remiendo en el vestido viejo y del vino guardado en odres viejos. Es decir, la novedad del Evangelio no puede ser recibida bajo los esquemas religiosos antiguos. Los tradicionalistas no se dan cuenta que con Jesús se ha iniciado el Nuevo Testamento.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

En la actualidad ocurre una situación similar a la que narra el pasaje evangélico; las personas que se aferran a los esquemas mentales y espirituales del mundo tienen muchas dificultades para incorporar a Nuestro Señor Jesucristo en sus vidas. La búsqueda del éxito económico, de los honores humanos, del culto a la persona, la acumulación de bienes materiales, así como el seguimiento de ideologías materialistas y antinaturales, son algunas de las conductas y esquemas que promueve el mundo y que son contrarias a las enseñanzas de Jesús.

El seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo requiere dejar de lado las construcciones mundanas, precisa de una renovación total de la persona, la que puede lograrse con oración, disposición y por la gracia de Dios. Por lo tanto, la Buena Nueva debe ser recibida e interiorizada después de una renovación total de la persona para que, así, se pueda conservar, tanto el alma de la persona, como la novedad divina.

También Jesús nos pide que seamos seguidores alegres, solidarios y portadores de su paz. Por ello es importante recordar que el ayuno, en la tradición antigua, es una acción penitencial para invocar la presencia de Dios en medio de su pueblo. Sin embargo, Jesús no prioriza las acciones externas para invocar su presencia, sino que, en primer lugar, nos pide que manifestemos su presencia en medio de nosotros a través del cumplimiento de los mandamientos del amor cristiano.

Meditando la lectura, respondamos desde lo profundo de nuestro corazón: ¿Cuáles son las conductas y esquemas que nos impiden recibir plenamente la gracia de Dios? Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a ser odres nuevos para recibir, en plenitud, el vino nuevo que es Nuestro Señor Jesucristo, porque encontrar al Señor es dejar lo antiguo para comenzar todo con la novedad de Cristo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Amado Jesús: tú eres el vino nuevo que debemos tomar para tener una vida renovada, permite, Señor, que seamos odres nuevos para recibir y guardar las gracias que nos concedes y que llevemos tu palabra a nuestros hermanos.

Espíritu Santo: instrúyenos e ilumínanos para que no nos aferremos a esquemas mundanos y podamos vivir siempre en la voluntad de Dios Padre y ser portadores del amor, de la paz y de la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo.

Santísima Trinidad, te rogamos que la novedad del Evangelio sea aceptada por toda la humanidad, y que todos seamos renovados en el amor.

Amado Jesús, misericordia infinita, libera a las benditas almas del purgatorio, protege a los agonizantes y llévalos a tu Reino.

Madre Santísima, Madre de Misericordia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de San Pedro Crisólogo:

«Nuestro Señor Jesucristo dice que el tejido de la antigua Ley se ha gastado por las celotipias judías, se ha adulterado por los sentidos, se ha roto por las divisiones, se ha hecho obsoleto por las acciones impuras. Ahora el vestido es el paño nuevo del Evangelio. Pero acércate al paño, no a la parte de la desunión, sino al principio de la confección.

Lo primero es que la tela del vestido real de Cristo se ha tejido con lana, con la lana de un cordero, “¡el cordero que quitó los pecados del mundo!”. Y se tejía un vestido regio, que la sangre de su pasión tiñó de púrpura refulgente».

San Jerónimo también nos dice: «Vino nuevo en odres viejos”. Este es el sentido de sus palabras: El que aún no ha renacido, el que no se ha despojado del hombre viejo y por el efecto de mi Pasión no se ha revestido del hombre nuevo, no puede soportar los ayunos más austeros y los preceptos de la continencia, no sea que por una austeridad excesiva pierda también la fe que ahora demuestra tener».

Queridos hermanos: reconozcamos que somos amados por Jesús, y pidamos la gracia del Espíritu Santo para romper todos los esquemas mundanos y, así, recibir íntegramente la gracia de Nuestro Dios y no poner resistencia a convertir nuestro corazón a la novedad radical del Evangelio.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.