LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XVII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A
«El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante que busca perlas finas y al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra» Mt 13,46.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,44-52
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante que busca perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra. El Reino de los Cielos se parece también a la red que se echa al mar y recoge toda clase de peces; cuando está llena, la sacan a la orilla y, sentándose, recogen en canastos los buenos y tiran los malos. Lo mismo sucederá en el fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entienden bien todo esto?». Ellos le contestaron: «Sí». Él les dijo: «Ya ven, un maestro de la ley que entiende del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que va sacando de sus tesoros lo nuevo y lo antiguo».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Cada día leer un pasaje del Evangelio; y también llevar un pequeño Evangelio con nosotros, en el bolsillo, en la cartera, al alcance de la mano. Y allí, leyendo un pasaje encontraremos a Jesús. Todo adquiere sentido allí, en el Evangelio, donde encuentras este tesoro, que Jesús llama “el reino de Dios”, es decir, Dios que reina en tu vida, en nuestra vida; Dios que es amor, paz y alegría en cada hombre y en todos los hombres. Esto es lo que Dios quiere, y esto es por lo que Jesús entregó su vida hasta morir en una cruz, para liberarnos del poder de las tinieblas y llevarnos al reino de la vida, de la belleza, de la bondad, de la alegría. Leer el Evangelio es encontrar a Jesús y tener esta alegría cristiana, que es un don del Espíritu Santo» (Papa francisco).
El pasaje de hoy está integrado por las tres últimas de las siete parábolas del “Discurso parabólico de Jesús”. Son las parábolas del tesoro escondido, de la perla fina y de la red echada al mar, ubicadas casi al final del capítulo 13 de Mateo, después de la explicación de la parábola del trigo y la cizaña. El texto también presenta la conclusión con la que Jesús termina el discurso, que es una expresión corta sobre lo nuevo y lo viejo.
En las parábolas de hoy, Nuestro Señor Jesucristo destaca el valor del Reino de Dios, ante el cual, no existe comparación. Es el tesoro más precioso que podemos encontrar en nuestras vidas. Así mismo, al igual que en la parábola de la cizaña, Jesús también insiste en el juicio final: el fuego consumirá a la cizaña y los peces malos serán desechados. De esta manera, Nuestro Señor Jesucristo muestra lo decisivo que significa para cada persona su respuesta de adhesión o no al Reino de los Cielos. Y, con la conclusión sobre lo nuevo y lo viejo, Jesús hace ver que su presencia y su Palabra infunden en la humanidad una fuerza y ánimos siempre nuevos.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
El Reino de los cielos está escondido en nuestro corazón, en nuestro prójimo, en la naturaleza, en nuestro alrededor, en todas las experiencias de nuestras vidas. Busquémoslo y descubrámoslo, es lo más precioso que podemos encontrar en nuestra existencia; y es gratuito, no dejemos pasar estas oportunidades.
Así como el comerciante, que se esfuerza por encontrar perlas preciosas; esforcémonos también nosotros para encontrar la hermosa perla del Reino de Dios. Todos los días tenemos esta oportunidad y en la Palabra de Dios está cómo encontrar el Reino. Ayudemos también a que otras personas busquen este tesoro, lo encuentren y se dediquen a extenderlo. Que nadie pierda la oportunidad de encontrar ese maravilloso tesoro, o de buscar y encontrar esa hermosa perla.
En la parábola de la red echada al mar agitado, la red representa a Dios y a la Iglesia, y recoge en ella a toda la humanidad y la conduce a la orilla, que simboliza la luz auténtica del juicio divino que servirá para separar a las personas buenas de las que no han cumplido Palabra de Dios.
Es importante comprender que Nuestro Dios nos ha concedido el don de la libertad, por ello, tenemos que elegir si decidimos seguir a Nuestro Señor Jesucristo o aceptamos las propuestas del mundo inspiradas por las tinieblas. El juicio será al final de los tiempos, por lo tanto, no debemos juzgar, ni marginar a las personas; más bien, debemos obrar con paciencia y tolerancia, siempre dispuestos a ayudar a los hermanos a acercarse a la fuente de gracia, que es Nuestro Señor Jesucristo.
Hermanos: a la luz de la Palabra, intentemos responder: ¿Cómo buscamos el Reino de los Cielos? ¿Ayudamos a nuestros hermanos que están alejados de Dios a acercarse a la fuente de agua viva que es Nuestro Señor Jesucristo? ¿Somos conscientes de que la Palabra de Dios es nueva a cada instante? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a encontrar, con alegría, el tesoro escondido o la perla preciosa del Reino de los cielos y ayudemos a promoverlo y a extenderlo.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Amado Jesús, estamos dispuestos a cumplir tu Palabra, concédenos las gracias del Espíritu Santo para que contribuyamos a extender el Reino de los Cielos.
Espíritu Santo: fortalece, ilumina e inspira a la Iglesia para que extienda el Reino de los Cielos a todos los confines de la tierra, llevando la Palabra y haciéndola realidad.
Padre misericordioso, te suplicamos que extiendas también tu Reino a las almas de los difuntos, en especial a todos aquellos que partieron sin conocerte y alejados de ti. Ten misericordia Padre eterno.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos a Nuestro Señor Jesús con una carta de Santa Teresa del Niño Jesús:
«La esposa del Cantar dice que, al no encontrar a su Amado en el lecho, se levantó para buscarlo por la ciudad, pero en vano; y que en cuanto salió de la ciudad, encontró al que amaba su alma.
Jesús no quiere que encontremos en el reposo su presencia adorable; él se esconde. ¡Y qué melodía para mi corazón es ese silencio de Jesús! Él se hace pobre para que nosotros podamos darle limosna, nos tiende la mano como un mendigo para que, cuando aparezca en su gloria el día del juicio, pueda hacernos oír aquellas dulces palabras: “Venid vosotros, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer”. El mismo Jesús que pronunció estas palabras es quien busca nuestro amor, quien lo mendiga. Se pone, por así decirlo, a nuestra merced. No quiere tomar nada sin que se lo demos.
Jesús es un tesoro escondido, un bien inestimable que pocas almas saben encontrar porque está escondido, y el mundo ama lo que brilla. ¡Ah!, si Jesús quisiera mostrarse a todas las almas con sus dones inefable: ciertamente ni una sola alma los desdeñaría. Pero él no quiere que lo amemos por sus dones: él mismo quiere ser nuestra recompensa. Para encontrar una cosa escondida, hay que esconderse también uno mismo. Nuestra vida ha de ser, pues, un misterio. Tenemos que parecernos a Jesús, al Jesús cuyo rostro estaba escondido. Jesús te ama con un amor tan grande que, si lo vieras, caerías en un éxtasis de felicidad, pero no lo ves y sufres. ¡Pronto Jesús se levantará para salvar a todos los mansos y humildes de la tierra!».
Queridos hermanos: descubramos el tesoro y la perla que representan al Reino de Dios, es la mayor riqueza de un seguidor de Nuestro Señor Jesucristo. Busquemos la perla en la Palabra, en la contemplación y en la acción evangelizadora de nuestros gestos y quehaceres diarios. Desde lo más profundo de nuestro corazón, hagamos el firme propósito de contribuir a extender el Reino de Dios, a través de todo nuestro accionar cotidiano, combinando la contemplación y la acción.
Al culminar el discurso parabólico de Jesús, del capítulo 13 de San Mateo, hagamos el compromiso de volver a leer todo el capítulo y, pidiendo la inspiración del Espíritu Santo, orientemos nuestras obras de misericordia a quienes más lo necesitan en nuestro entorno, confiando plenamente en el Señor.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.