LECTIO DIVINA DEL LUNES XVII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A
SAN IGNACIO DE LOYOLA, PRESBÍTERO
«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las otras hortalizas» Mt 13,31-32.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las otras hortalizas; y se hace un árbol hasta el punto en que vienen los pájaros a anidar en sus ramas». Y les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta». Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
———–
«Una cosa sigue siendo cierta: que el ser humano puede experimentar personalmente a Dios. El verdadero precio que hay que pagar por la experiencia a la que me refiero es el precio del corazón que se entrega con creyente esperanza al amor del prójimo» (Karl Rahner, Palabras de Ignacio de Loyola a un jesuita de hoy).
Hoy celebramos a San Ignacio de Loyola, patrono de los ejércitos espirituales, fundador de la Compañía de Jesús y creador de los ejercicios espirituales. Íñigo López de Loyola nació en Azpeitia, en Guipúzcoa, España, en el año 1491, en el seno de una familia noble en decadencia. Su deseo de gloria humana lo llevó a ejercer la carrera militar. A los treinta años fue herido gravemente en una pierna durante la defensa del castillo de Pamplona, atacado por los franceses.
Durante su convalecencia, la lectura de los libros «La vida de Cristo» y el «Año Cristiano», que es la historia del santo de cada día, lo impulsó a duras prácticas de penitencia y reparación, durante las cuales escribió la mayor parte de su famosos Ejercicios espirituales.
Luego de abandonar la vida solitaria, estudió en España y en París; en esta última ciudad formó un grupo con seis compañeros con quienes fundó la Compañía de Jesús con el lema “A mayor gloria de Dios”. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Los siete hicieron votos de ser pureza, obediencia y pobreza, el día 15 de agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Ignacio murió en Roma el 31 de julio de 1556. Fue canonizado el 12 de marzo de 1622 junto con san Francisco Javier, su compañero de la primera hora.
El pasaje de hoy pertenece también al “Discurso parabólico de Jesús” y está integrado por las parábolas de la semilla de mostaza y de la levadura, ubicadas luego de la parábola del trigo y la cizaña. En este texto Jesús explica la realidad del Reino de Dios, que es muy diferente a las expectativas del hombre. Y lo hace a través de parábolas, con un lenguaje que es preciso descifrar, usando imágenes simples y elevadas comparaciones.
La primera parábola está referida a la semilla de mostaza, la cual, siendo una semilla muy pequeña, puede crecer hasta convertirse en un árbol majestuoso. La semilla es Jesús, que al igual que la semilla, entregará todo en este mundo para la redención del género humano y el florecimiento de su Iglesia, la cual, al igual que el árbol, dará fruto y cobijará a todos los creyentes.
La segunda parábola está referida a la acción de la levadura, la cual produce la fermentación o transformación de la masa, haciéndola crecer para convertirse en pan. La levadura es la Iglesia, la masa somos los creyentes y el pan es el alimento espiritual que la Iglesia proveerá al pueblo de Dios en la tierra.
En la parábola del sembrador, el énfasis estaba puesto en el generoso derroche de su misericordia; mientras que, en la primera parábola de hoy, se acentúa el dinamismo de una pequeña semilla. De esta manera, a través del misterio de la “pequeñez”, Dios elige lo que es débil e insignificante a los ojos del mundo, para renovarlo desde su fundamento. Así mismo, nos recuerda la proporcionalidad divina de la fe, en Mt 17,20: «Si tuvieran fe como un granito de mostaza…».
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Las parábolas de la semilla de mostaza y de la levadura diagraman en nuestros corazones el reinado de Dios. La pequeñez de la semilla de mostaza se refiere también al don de la humildad como fundamento para el crecimiento y los frutos espirituales, ya que de una minúscula semilla brota la vida maravillosa.
La levadura, que permite que la masa del pan alcance el nivel adecuado de fermentación para ser horneado y convertirse en pan, representa la acción divina, silenciosa y transformadora de la Iglesia que brinda el pan de los ángeles a través de la Santa Eucaristía y la Palabra de Dios, buscando siempre la atención preferente de los más débiles y vulnerables: los pobres.
Hermanos: respondamos a la luz de la Palabra: ¿Actuamos con humildad en nuestras actividades cotidianas? Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a tener fe y confianza plena en la Santísima Trinidad, y a estar preparados para actuar siempre inspirados en el amor de Dios.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Oh,Dios, que has suscitado en tu Iglesia a San Ignacio de Loyola para propagar la mayor gloria de tu nombre, concédenos que, combatiendo en la tierra con su protección y su ejemplo, merezcamos ser coronados con él en el cielo.
San Ignacio de Loyola, intercede ante la Santísima Trinidad para que podamos encontrar el tesoro del Reino de los cielos a través de la contemplación en la acción, tal como tú lo encontraste.
Espíritu Santo: concédenos la paciencia y la confianza en tu acción divina para actuar siempre con humildad y bondad ante el mal que está presente en el mundo.
Espíritu Santo: fortalece, ilumina e inspira a la Iglesia para que lleve la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo, convertida en acción, a todos los confines de la tierra.
Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, ilumina las mentes de las autoridades de gobierno para que siempre actúen con justicia y sean fieles testigos de las enseñanzas de Jesús.
Amado Jesús, Maestro de la humildad, mira con bondad y misericordia a las almas del purgatorio y permíteles alcanzar la vida eterna en el cielo.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos a Dios con un texto de san Ignacio de Loyola en Ejercicios espirituales, 23:
«El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios, nuestro Señor, y, mediante esto, salvar su alma. Y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue que el hombre tanto ha de usar de ellas cuanto le ayudan para su fin, y tanto debe quitarse de ellas cuanto para ello le impiden.
Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas creadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido. En tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás. Solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos creados».
Queridos hermanos: mostremos nuestro amor a Dios escuchando su Palabra y llevándola a la práctica. Que, mientras más odio, injusticia y engaño encontremos en el mundo, sintamos un mayor deseo y llamado a mostrar más amor y misericordia. Busquemos cada día a Jesús en la oración y bebamos de su fuente de agua viva para mirar a cada hermano con sus ojos y amarlo con su corazón.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.