DOMINGO XXVI DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XXVI DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Les aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el Reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes enseñándoles el camino de la salvación, y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y ustedes, a pesar de esto, no se arrepintieron ni creyeron en él» Mt 21,31-32.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 21,28-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y dijo lo mismo. Él contestó: “Voy, señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?». Contestaron: «El primero». Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el Reino de Dios. Porque vino Juan a ustedes enseñándoles el camino de la salvación, y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y ustedes, a pesar de esto, no se arrepintieron ni creyeron en él».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Las puertas están abiertas para cualquiera que gire sinceramente hacia Dios con todo su corazón, y el Padre recibe con gozo a un hijo que se arrepiente de verdad. ¿Cuál es el signo del verdadero arrepentimiento? No volver a caer en las viejas faltas y arrancar de tu corazón, desde sus raíces, los pecados que te han puesto en peligro de muerte. Una vez borradas éstas, Dios vendrá a habitar en ti. Porque, como dice la Escritura, un pecador que se convierte y se arrepiente dará un gozo inmenso e incomparable al Padre y a los ángeles del cielo (Lc 15,10). Por eso el Señor exclamó: “Misericordia quiero y no sacrificios” (Os 6,6; Mt 9,13) … “Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve blanquearán; aunque sean rojos como la escarlata, como lana blanca quedarán” (Is 1,18)» (San Clemente de Alejandría).

En la lectura de hoy, denominada “Parábola de los dos hijos”, Jesús deja en claro a la élite religiosa de la época que lo más importante no son las apariencias externas, sino el interior de la persona.

En el texto se distinguen dos segmentos: el primero culmina con la pregunta que formula Jesús sobre quién hace la voluntad del padre, cuya respuesta es clara: el que va a la viña, aunque al comienzo se negó. Hasta aquí, la enseñanza es indiscutible, Dios representa al padre; por ello, lo más importante es realizar la voluntad de Dios. Lo fundamental radica en lo que se hace, no en lo que se dice.

En el segundo segmento, los publicanos y las prostitutas son los protagonistas, ya que representan al primero de los hijos, el que inicialmente se negó a ir a la viña. Ellos inicialmente dijeron no a Dios y vivieron alejados de sus preceptos, y marginados por las autoridades religiosas de la época; pero acogieron la invitación de Juan Bautista y cumplieron la voluntad de Dios Padre.

Las autoridades religiosas del tiempo de Jesús representan al segundo hijo de la parábola, dijeron sí a Dios al aceptar la Ley de Moisés, pero, viviendo solo de apariencias, no acogieron el nuevo camino de salvación que propuso el profeta del Altísimo, Juan Bautista.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo cambia el orden de la lógica humana: los hermanos que están alejados de Él y se arrepienten, serán los primeros en llegar al Reino. En este sentido, Nuestro Redentor insta también al arrepentimiento de toda la humanidad, porque tener conciencia de pecadores nos pone en actitud de conversión, mientras que, creernos justos, nos aleja de la conversión. Por eso, la enseñanza de Jesús es actual ya que ilumina nuestro camino y el de todas las comunidades de la Iglesia.

Las puertas del cielo están abiertas para todo aquel que, con sinceridad, vuelva sus ojos a Dios, se arrepienta y lo siga. Por ello, muchas veces, drogadictos, alcohólicos, divorciados, ateos, presos, prostitutas, homosexuales, o cualquier grupo de personas que a veces marginamos, tienen una mirada más atenta para percibir las cosas de Dios, para arrepentirse y seguir al Señor, que la que muchas veces conseguimos nosotros mismos.

Pidamos al cielo la gracia y la fortaleza para seguir a Nuestro Señor Jesucristo, pronunciando a los cuatro vientos un “sí” sin desmentirlo nunca. Demos testimonio que creemos y confiamos en la promesa de vida eterna que nos hace Nuestro Señor Jesucristo a cada instante.

Hermanos: a la luz de la Palabra, intentemos responder: ¿Cuáles son los criterios con los que valoramos a nuestros hermanos que están alejados de Dios? ¿Les llevamos un mensaje de esperanza? ¿Oramos por ellos? Que las respuestas a estas preguntas nos animen a trabajar activamente en la viña del Señor, testimoniando siempre a Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Amado Jesús, haznos conocer la anchura, la altura y profundidad de tu desmesurado amor que se inclina para recoger a los últimos, a los pobres y a los pecadores para colmarlos de tu alegría eterna.

Amado Jesús: te pedimos por todas las comunidades de Iglesia para que, guiadas por el Espíritu Santo, valoren a todas las personas y las acojan en tu rebaño.

Espíritu Santo ilumina nuestros pensamientos y acciones para que siempre estemos dispuestos a contribuir a que muchos hermanos se acerquen a la fuente de la misericordia divina.

Señor Jesús, justo juez, acudimos a ti para implorar tu misericordia para que todas las almas del purgatorio hereden la vida eterna. Te suplicamos por ellos amado Jesús.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede por nuestras peticiones ante la Santísima Trinidad. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a la Santísima Trinidad con un texto de Manilo Simonetti:

«Dios omnipotente y eterno, señor del universo, creador y dueño de todas las cosas, tú, por obra de Cristo, has hecho del hombre el esplendor del mundo, le has entregado la ley natural y la escrita para que viva ordinariamente como ser dotado de razón, y, cuando peca, le propones como norma tu bondad para que se arrepienta, dirige tu mirada a quienes con su vida se desvían de ti, porque tú no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta, de modo que se aparte del camino de la perdición y viva.

Tú que has aceptado el arrepentimiento de los habitantes de Nínive, tú que quieres que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, tú que has abrazado con cariño paternal al hijo que dilapidó disolutamente los bienes y volvió arrepentido, acoge también ahora la penitencia de quienes te suplican, para que nadie peque en tu presencia: si te fijas en nuestras iniquidades, Señor, Señor, ¿quién podrá resistir? Que agradable es estar en tu presencia.

Devuélvele a la Iglesia la dignidad y la condición primera, por intercesión de Cristo, Dios y Salvador nuestro, a ti la gloria y el honor con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.