MARTES XXVI DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL MARTES XXVI DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Jesús tomó la decisión de subir a Jerusalén» Lc 9,51.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,51-56

Cuando ya se acercaba el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de subir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él. De camino, entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos que caiga un rayo del cielo que acabe con ellos?». Él se volvió y les reprendió. Y se fueron a otro pueblo.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Esta subida a Jerusalén no es una peregrinación ordinaria, sino una decisión muy clara. Lucas ha comprendido la voluntad de Jesús de conquistar Jerusalén, la ciudad santa donde se encuentra la casa de su Padre, de preceder a su destino, el destino que debe concluir allí, porque allí tendrá lugar la resurrección. La atención de Jesús está centrada por completo en Jerusalén; es allí, en campo cerrado, donde debe desarrollarse el último combate. La subida de Jesús a Jerusalén tiene algo de tierno y, al mismo tiempo, de solemne, de fuerte y de conmovedor; siente que es el gran encuentro de su vida, que Jerusalén es su muerte y su resurrección; es como un novio que se encamina hacia el lugar ahora próximo de las bodas» (Jean-François Six).

En el pasaje evangélico de hoy, Jesús de manera valiente y firme decide ir a Jerusalén, es decir, hacia su pasión, muerte y resurrección. Para llegar allá desde la región de Galilea, había que pasar por una zona de samaritanos. El desplazamiento a Jerusalén es una peregrinación; Jesús camina decididamente, mientras sus seguidores se encuentran confundidos. Los doce esperan batalla, por ello, el gesto impulsivo de los “hijos del trueno”, Santiago y Juan, que reaccionaron airadamente y con resentimiento; mientras tanto, reprendiéndolos, Jesús decidió tomar el camino de la paz y del amor paciente y misericordioso por aquellas personas que lo rechazaron.

Así, Nuestro Señor Jesucristo eligió el camino revolucionario del amor, el único capaz de aplacar las rebeliones internas para crear relaciones fraternas.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«El peso de nuestra fragilidad hace que nos inclinemos del lado de las realidades terrenas; el fuego de tu amor, Señor, nos eleva y nos lleva hacia las realidades celestes. Subimos hasta ellas por el impulso de nuestro corazón, cantando los salmos de la subida. Quémanos con tu fuego, el fuego de tu bondad; porque es él, el que nos transporta» (San Agustín).

Al igual que Nuestro Señor Jesucristo, nosotros debemos tomar decisiones cada día y, para muchas de ellas, requerimos valentía y firmeza a fin de enfrentar sus consecuencias. En muchos casos, hemos enfrentado y nos enfrentaremos al rechazo y nuestra respuesta debe tener una buena dosis de paciencia y, fundamentalmente, de misericordia.

La misericordia es un precepto obligatorio. Nosotros debemos ser misericordiosos con los demás, aunque los demás no sean misericordiosos con nosotros. Debemos cultivar la virtud de la humildad y pedir al cielo la gracia de la misericordia; ya que, quien es plenamente consciente de la misericordia infinita que Dios tiene con nosotros, podrá ser misericordioso con el prójimo.

Hermanos: con estas reflexiones, es conveniente que intentemos responder: ¿Cómo enfrentamos los rechazos y dificultades por haber elegido seguir a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Sentimos resentimiento por las personas que nos rechazan? Que nuestras respuestas sirvan para que, con la ayuda del Espíritu Santo y nuestra plena disposición de seguir a Nuestro Señor Jesucristo, seamos humildes y misericordiosos con el prójimo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Amado Jesús, que el gozo y la alegría de tu Resurrección, nos impulse a servir a tu Iglesia desde nuestras propias realidades, sin temer a los que se oponen a la Verdad.

Concédenos, Jesús amado, que podamos ver tu rostro en cada persona, especialmente, en los que más necesitan de nuestro cariño y comprensión.

Amado Jesús, te suplicamos abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen al banquete celestial.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con un texto de San Juan Clímaco:

«Antes del sol sale la luz de la mañana, y antes de la humildad precede la mansedumbre, como nos lo declaró la misma luz (que es el Señor) cuando dijo: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Justo es, pues, y conforme a la orden natural gozar de la luz antes del sol, para que más claramente podamos después ver el mismo sol, pues a él nadie puede ver si no ve primero esta luz, como se colige de lo dicho.

Mansedumbre es conservar el alma en un mismo estado sin alguna perturbación, así en las honras como en las deshonras. Mansedumbre es, en las perturbaciones y aflicciones del próximo, hacer oración por él con suma compasión. Mansedumbre es una roca alta que está sobre el mar de la ira, en la cual se deshacen todas sus ondas furiosas, sin caer y sin inclinarse.

Mansedumbre es firmeza de la paciencia, puerta de la caridad, ministra del perdón, confianza en la oración, argumento de discreción, porque el Señor, como dice el profeta, enseñará a los mansos sus caminos; y es también aposento del Espíritu Santo, según aquello que está escrito: “Sobre quién reposará mi espíritu, sino sobre el humilde y manso, y que tiemble de mis palabras”.

Mansedumbre es ayudadora de la obediencia, guía de los hermanos, freno de los furiosos, vínculo de los airados, ministra de gozo, imitación de Cristo, condición de ángeles, prisión de demonios y escudo contra las amarguras del corazón.

El Señor reposa en el corazón de los mansos, más el alma del furioso es aposento del enemigo. Los mansos heredan la tierra: o, mejor dicho, serán señores de ella; más los locos y furiosos serán destruidos y desechados de ella. El alma mansa es silla de la simplicidad, más el alma airada es casa y aposento de malicias. El alma del manso recibirá las palabras de la sabiduría, porque el Señor enderezará en el juicio a los mansos».

Queridos hermanos: hagamos el compromiso de pedir al Espíritu Santo las gracias de la mansedumbre, la humildad, la misericordia y el amor fraterno, realizando obras de misericordia y viendo en cada hermano necesitado, el rostro de Nuestro Señor Jesucristo.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.