JUEVES XXVII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL JUEVES XXVII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

BEATO CARLO ACUTIS

«Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá, porque quien pide recibe, quien busca encuentra, y al que llame se le abre» Lc 11,9-10.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,5-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y este viene a medianoche para decirle: “Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”. Y desde dentro, el otro le responde: “No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos”. Yo les digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos para que no siga molestando se levantará y le dará cuanto necesite. Por eso yo les digo: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá, porque quien pide recibe, quien busca encuentra, y al que llame se le abre. ¿Qué padre entre ustedes, cuando su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

———–

«Ante vuestro trono, pues, oh Madre Santísima del Pilar, Nos, como Padre común de la familia cristiana, como Vicario de Aquel, a quien fue dado todo poder en el cielo y en la tierra, a Vos, a Vuestro Corazón Inmaculado confiamos, entregamos y consagramos no sólo toda esa inmensa multitud ahí presente, sino también toda la nación española y al mundo, para que vuestro amor y patrocinio acelere la hora del triunfo en todo el mundo del Reino de Dios y todas las generaciones humanas, pacificadas entre sí y con Dios, Os proclamen bienaventurada, entonando con Vos, de un polo al otro de la tierra, el eterno “Magnificat” de gloria, amor y gratitud al Corazón de Jesús, único refugio donde pueden hallarse la Verdad, la Vida y la Paz» (Pío XII).

Hoy celebramos a Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, en su advocación de la Virgen del Pilar. La tradición se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio. Se dice que el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España.

Santiago obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión. Pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, donde está Zaragoza. Allí predicó Santiago.

Según narran los historiadores, en la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando “oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol”. La Santísima Virgen, que aún vivía, le pidió al Apóstol que le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que “permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.

El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a construir la iglesia en aquel sitio. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima; por ello, la devoción por la Virgen del Pilar tiene mucho arraigo en España. En 1640 ocurrió el gran milagro del Cojo de Calanda. Un hombre a quien le amputaron una pierna; años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, recuperó su pierna. Era la misma que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro. El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar.

Hoy celebramos también al Beato Carlo Acutis, “el influencer de Cristo”. Nació el 3 de mayo de 1991 en Londres (Inglaterra) donde trabajaban sus padres. Algunos meses después, sus papás se mudaron con él a Milán. Siendo adolescente, a Carlo le diagnosticaron leucemia. Ofreció sus sufrimientos “por el Señor, el Papa y la Iglesia”. Murió el 12 de octubre de 2006, día de la Virgen del Pilar. Fue sepultado en Asís a pedido suyo, debido al gran amor que le tenía a San Francisco. Su causa de beatificación y canonización se abrió en 2013. Fue declarado venerable en 2018 y beatificado el 10 de octubre de 2020 en Asís.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, fue doblemente bendecida: primero, por concebir al Salvador del mundo y, segundo, por recibir la fe de la Santísima Trinidad. Por ello, inspirada por el Espíritu Santo, Santa Isabel le dice: «Dichosa tú, que has creído» (Lucas 1,45).

Nuestro Señor Jesucristo nos invita a perseverar en la oración, a dirigirnos confiadamente a Dios Padre. Por eso, cuando oremos, debemos pedir siempre los dones del Espíritu Santo y no aquellas cosas que pueden apartarnos de Dios. Como bien lo dice Nuestro Salvador, Dios Padre quiere darnos siempre cosas buenas, con amor, misericordia y generosidad.

A veces, los afanes mundanos nos conducen a pedir y buscar cosas y situaciones que perjudican nuestra relación con Dios. Debemos estar atentos y oremos para solicitar la protección del cielo, dirijámonos confiadamente a la Santísima Trinidad. Por ello, el mensaje de hoy es contundente para todas las personas que dudan de la eficacia de la oración y para aquellas situaciones en las que el desánimo nos invade, especialmente, cuando enfrentamos situaciones difíciles.

Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, intentemos contestar: ¿Cómo respondemos a las solicitudes de ayuda de un hermano con necesidades materiales y espirituales? ¿En nuestras oraciones, sabemos pedir lo que realmente necesitamos? ¿Oramos con convicción? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a rezar confiadamente con fe y con la convicción de que el amor y la generosidad de Dios Padre están presentes en cada instante de nuestras vidas.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre amado, que en la gloriosa Madre de tu Hijo amado has concedido y concedes un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oh, Dios, Padre eterno, gracias por habernos dado a Carlo, modelo de vida para los jóvenes y mensaje de amor para todos. Tú has hecho que se enamore de tu hijo Jesús, haciendo de la Eucaristía su «autopista hacia el cielo». Tú le has dado a María como Madre muy amada, y has hecho que con el Rosario se convirtiese en un cantor de su ternura. Acoge su intercesión por nosotros. Mira sobre todo a los pobres, a quienes él amó y ayudó. También a concédenos, por su intercesión, la gracia que necesitamos y haz que nuestra alegría sea plena, conduciendo a Carlo entre los santos de la Iglesia universal, a fin de que su sonrisa siga resplandeciendo para nosotros y para gloria de tu nombre. Amén.

Espíritu Santo, amor del Dios Padre y de Dios Hijo, ayúdanos a discernir con profundidad para pedir, a Dios Padre, todo aquello que sea provechoso y nos conduzca al banquete celestial.

Padre eterno, concédenos la gracia de vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, tu Hijo, y estar siempre atentos a las necesidades materiales y espirituales de nuestro prójimo.

Espíritu Santo, en medio de las tinieblas del mundo, sé tú el amor que seduzca, la luz que penetre y conduzca a toda la humanidad hacia Dios.

Padre eterno, dígnate agregar a los difuntos al número de tus escogidos, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre de Misericordia, intercede ante Dios Padre por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos también a nuestro Señor Jesucristo con un texto de Santa Catalina de Siena:

«[Santa Catalina escuchó a Dios decirle:] Mi providencia ordenó todo, dispuso todo con sabiduría perfecta. He dado mucho al hombre, porque soy rico y podía hacerlo. Puedo siempre, porque mi riqueza es infinita.

Todo fue hecho por mí y sin mí nada puede ser. ¿El hombre quiere la belleza? Yo soy la belleza. ¿Quiere la bondad? Yo soy la bondad, ya que soy soberanamente bueno. Soy la sabiduría, la ternura, soy justo, misericordioso. Yo soy generoso y no avaro. Soy el que da al que pide, abre al que realmente llama, respondo al que me demanda. No soy ingrato, reconozco a mis servidores y me gusta recompensar a los que se dispensan por mí y por el honor y gloria de mi nombre. Yo soy alegre y guardo en alegría constante al alma que se ha revestido de mi voluntad. Yo soy la gran providencia, que jamás falta a mis servidores, a los que esperan en ella, ya sea por su alma como por su cuerpo…

Recuerda haber leído en la vida de los padres del desierto, la historia de ese santo hombre que había renunciado a todo y a sí mismo, por la gloria y el honor de mi nombre. Como estaba enfermo, era mi clemencia que velaba sobre él y le envió un ángel para asistirlo y proveer a lo que necesitaba. El cuerpo era socorrido en su miseria mientras que el alma permanecía en una inefable alegría, gustando la ternura de ese intercambio angelical. En situaciones semejantes, para el hombre, el Espíritu Santo es la madre que lo nutre con el seno de mi divina caridad… Mi Espíritu Santo, ese servidor que mi poder le ha dado, lo recubre, nutre, sacia de ternura, lo llena de riquezas infinitas. ¡Qué feliz esta alma que, en un cuerpo mortal, gusta el bien inmortal!».

Hermanos: alabemos a Dios Padre, creador nuestro, por su amor e infinita misericordia. Seamos siempre agradecidos con Él y pidámosle al Espíritu Santo para que cese la incertidumbre en nuestras vidas y sepamos pedir lo que realmente es provechoso para nuestra vida y salvación.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.