DOMINGO XXIX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL DOMINGO XXIX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Pues, denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» Mt 22,21.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 22,15-21

En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron unos discípulos con unos partidarios de Herodes, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar el tributo al César o no?».

Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tientan? Enséñenme la moneda del impuesto». Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién es esta cara y esta inscripción?». Ellos le contestaron: «Del César». Entonces les dijo: «Pues, denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Al oírlo se sorprendieron, lo dejaron y se fueron.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«El Evangelio que acabamos de escuchar nos muestra con qué fuerza contrapone el Señor esta exigencia radical de Dios a las pretensiones del mundo: “Dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22,21). Estas palabras conservadas por el Evangelista van más allá del contexto inmediato de la discusión de Jesús con los fariseos, convirtiéndose en clave fundamental para superar la tensión entre nuestro estar en el mundo y nuestro ser para Dios. Quien tome en serio nuestra implicación con el cosmos y con la humanidad debe guardarse de menospreciar dicha exigencia de Dios. Quien ponga a Dios resueltamente en el centro de su vida tiene que pensar que, al mismo tiempo, debe estar en consonancia con la creación de Dios y con las exigencias que surgen de vivir con los demás hombres» (San Juan Pablo II).

El pasaje evangélico de hoy, denominado “Sobre el tributo al césar”, se encuentra también en Marcos 12,13-17 y en Lucas 20,20-26. En la escena se identifica a los fariseos, conocidos por su fanatismo religioso, y a los herodianos que colaboraban con el imperio romano; ambos grupos eran adversarios declarados de Jesús.

Por ello, la pregunta comprometedora que formulan tiene rasgos de hipocresía, adulación y de engaño mortal. Jesús no rehúye la trampa tramada por sus opositores y les pide una moneda del imperio romano de aquel entonces; ésta llevaba una imagen del emperador Tiberio y una leyenda que afirmaba su divinidad.

Jesús, con una expresión llena de sabiduría y ciencia celestial, pide devolver al césar lo que es del césar, reconociendo la autonomía del poder civil, pero rechazando su divinización. De esta manera, desenmascarando la incongruencia de quienes le tendieron la trampa, Jesús toma el controvertido tema del pago de tributos para afirmar el primado de Dios, sin desatender las obligaciones civiles.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo se opone a cualquier proyecto teocrático o dictatorial impuesto por gobernantes que se consideran una suerte de dioses o señores del mundo. Cuando Jesús afirma «A Dios lo que es de Dios», significa que Dios no se identifica con ningún proyecto político en particular, sino con todos aquellos que optan por la vida y se ponen al servicio del bienestar de las personas.

Jesús nos pide atestiguar su Palabra. Tenemos el deber de defender que la opción preferencial por los pobres, la defensa de la vida desde su concepción, la defensa de la familia ante la ideología de género, la defensa de los valores cristianos ante la promoción de los pecados capitales, disfrazados de libertad, y tantas otras, son acciones de la Iglesia que se desprenden del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y que no tienen las motivaciones políticas del mundo.

Por ello, al igual que Nuestro Señor Jesucristo, todo cristiano debe ser libre interiormente. En esa libertad, no se somete a las tendencias e ideologías mundanas y, mejor aún, valora las ideas, los hechos y las personas con los parámetros del Evangelio. En este sentido, en la medida que usemos rectamente las virtudes y dones que Dios nos ha otorgado, seremos semejantes a Dios porque llevaremos el sello y la inscripción del emperador divino.

Hermanos, meditemos a la luz del evangelio y respondamos: ¿Qué imágenes están impresas en nuestras vidas? ¿Colaboramos con nuestras autoridades en las acciones para mejorar el bienestar de las personas? ¿Asumimos una actitud pasiva o activa en la elección de personas idóneas para dirigir los destinos de nuestras naciones? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden siempre a ser ciudadanos honestos y buenos cristianos en una dimensión misionera que atestigüe la Palabra de Dios.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Amado Jesús, ilumina con tu Santo Espíritu a todos los gobernantes del mundo para que siempre busquen el bienestar de las personas y dejen de lado las motivaciones personalistas y partidarias.

Santo Espíritu, ilumina nuestros pensamientos y acciones para que seamos buenos cristianos y ciudadanos honestos, respetuosos de las autoridades y con plena disponibilidad para trabajar siempre por el bienestar de las personas y así, contribuir a la construcción del Reino de los cielos.

Amado Jesús, imploramos tu misericordia para que todas las almas del purgatorio hereden la vida eterna.

Madre Santísima, Reina universal, intercede por nuestras peticiones ante la Santísima Trinidad. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de San Antonio de Padua:

«De la misma manera que esta moneda de plata lleva la imagen del César, igualmente nuestra alma es imagen de la Santa Trinidad, según lo que se dice en el salmo: “La luz de tu rostro está impresa en nosotros, Señor”. Señor, la luz de tu rostro, es decir, la luz de tu gracia que establece en nosotros tu imagen y nos hace semejantes a ti, está impresa en nosotros, es decir, impresa en nuestra razón, que es el poder más alto de nuestra alma y recibe esta luz de la misma manera que la cera recibe la marca del sello.

El rostro de Dios es nuestra razón, porque de la misma manera que se conoce a alguien por su rostro, así conocemos a Dios por el espejo de la razón. Pero esta razón ha sido deformada por el pecado del hombre, porque el pecado hace que el hombre se oponga a Dios. La gracia de Cristo ha reparado nuestra razón. La luz de la que trata este salmo es, pues, la gracia que restaura la imagen de Dios impresa en nuestra naturaleza.

Toda la Trinidad ha hecho al hombre según su semejanza. Por la memoria, se asemeja al Padre; por la inteligencia, se asemeja al Hijo; por el amor, se asemeja al Espíritu. En la creación, el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios: imagen en el conocimiento de la verdad; semejanza en el amor a la virtud. La luz del rostro de Dios es, pues, la gracia que nos justifica y que revela de nuevo la imagen creada. Por eso el Señor dice: “Dad al César lo que es del César”, como si dijera: “De la misma manera que devolvéis al César su imagen, así también devolved a Dios vuestra alma revestida y marcada con la luz de su rostro”».

Queridos hermanos: incorporemos en nuestras intenciones y oraciones diarias a los gobernantes del mundo, de nuestro país y de todo territorio, para que Dios Espíritu Santo los ilumine en su labor. Asumamos también el compromiso de colaborar más activamente con nuestras autoridades y participar cristianamente en los procesos de búsqueda y elección de personas idóneas para la conducción de los destinos de nuestros pueblos. Pidamos también a Nuestra Santísima Madre que interceda por todos los medios de comunicación, para que sean reflejo del amor de Dios y promuevan siempre una cultura de paz.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.