SÁBADO XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

«Cuando los conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de lo que van a decir, o de cómo se van a defender. Porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que tengan que decir» Lc 12,11-12.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según San Lucas 12,8-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me niega ante los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando los conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de lo que van a decir, o de cómo se van a defender. Porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que tengan que decir».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«El Espíritu es Paráclito cuando consuela a los pusilánimes, fuente viva cuando da refrigerio a los sedientos, caridad cuando reúne por fe y por costumbres a pueblos de distintas culturas, fuego cuando nos inflama de amor, unción espiritual cuando con el crisma celestial calienta y unge a los creyentes, dedo de Dios cuando distribuye los dones que adornan a los creyentes» (Speculum virginum).

En el capítulo 11 de Lucas, que meditamos días atrás, Jesús revela el amor y la misericordia de Dios Padre; así mismo, critica el accionar de los fariseos y maestros de la Ley. Hoy, en el capítulo 12, Jesús nuevamente presenta en sus enseñanzas la benevolencia y misericordia de Dios en un contexto de persecución, experiencia dolorosa para los primeros discípulos. Jesús llama a confiar en el Espíritu Santo, haciendo una clara alusión a las tres personas de la Santísima Trinidad.

Jesús admite la esperanza del arrepentimiento y el perdón en esta vida. Jesús tolera que se le rechace a Él, pero señala que la negación o blasfemia contra el Espíritu Santo es gravísima. El Espíritu Santo es el que comunica la verdad a la humanidad y rechazarlo, es ir contra el principio de la verdad, contra la naturaleza misma de Dios, y en una situación así, la conversión resulta imposible.

Jesús advierte a sus discípulos y demás seguidores que proclamar el Evangelio no será una tarea sencilla; indica que serán objeto de persecuciones, acusaciones y juicios, con riesgo de perder la libertad física y la vida. Pero, en estas dificultades, el Espíritu Santo será el gran defensor y abogado. De esta manera, Jesús hace un llamado a confiar plenamente en la Santísima Trinidad y no en nuestras propias fuerzas y conocimientos. Es el Espíritu Santo el que hace fluir la libertad y la sabiduría.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo nos invita y alienta a ponernos en manos del Espíritu Santo, que es nuestro inspirador, guía y gran abogado. Nos llama a vencer el mal con Él, garantizando que nuestra defensa y fortaleza vendrán a través del Espíritu Santo.

Debemos comprender que la blasfemia contra el Espíritu Santo consiste en rechazar, libre y conscientemente, al Espíritu profético que actúa en las obras y enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo. Así, la negación de Jesús equivale a blasfemar contra el Espíritu Santo; esta es una de las preocupaciones evangélicas.

Actualmente, somos testigos de que muchos hermanos, con sus decisiones y hábitos de vida, rechazan a Jesús. Frente a estas situaciones, estamos llamados a proclamar el evangelio con nuestras vidas, pidiendo la ayuda e inspiración del Espíritu Santo. Tengamos en cuenta que es imposible dar testimonio de Nuestro Señor Jesucristo, si no es a través del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo sigue actuando en la Iglesia, en nuestras parroquias y comunidades, en cada cristiano que sigue a Jesús, y lo hace actualizando las palabras, gestos y signos de Jesús. Si somos valientes dando testimonio firme del amor de Dios, Nuestro Señor Jesucristo será nuestro defensor en el momento extremo y más decisivo de nuestras vidas.

Reflexionando la lectura, respondamos: ¿Defendemos nuestra fe? ¿Estamos de parte de Jesús? ¿Confiamos en la ayuda del Espíritu Santo cuando atravesamos tribulaciones? ¿Dejamos que el Espíritu Santo nos guíe? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a confiar en el Espíritu Santo, especialmente, en las adversidades.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre eterno, envíanos las gracias y dones del Espíritu Santo, para inspirar, purificar y fortalecer nuestro seguimiento a Jesús y dar testimonio valiente de tu amor y misericordia.

Espíritu Santo: en el Santísimo Nombre de Jesús, libéranos de todas las ataduras del pecado, rompe una a una todas las cadenas inter – generacionales que nos atan al pecado y a los esquemas humanos; fortalece nuestros corazones contra las insidias del enemigo.

Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, inspira y fortalece a la Iglesia en la misión de llevar el Evangelio y la misericordia a toda la humanidad.

Amado Jesús, misericordioso Salvador, haz parte de tu felicidad a todos los difuntos, al lado de María nuestra madre y con todos los santos. Te suplicamos también que los agonizantes puedan contemplar tu salvación.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos, contemplemos al Espíritu Santo con una catequesis de San Cirilo de Jerusalén:

«Se denomina Espíritu “Paráclito” porque consuela, asegura, viene al auxilio de nuestra debilidad. “El mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rom 8,26), gemidos que dirige a Dios. Frecuentemente, un hombre que sufre violencia a causa de Cristo es injustamente deshonrado. Así puede pasar con un mártir, atormentado de todos lados, con fuego, bestias feroces o un precipicio. Pero el Espíritu Santo le dice en un murmullo: Hombre, “espera en el Señor” (Sal 27 (26),14). Con todo lo que llegue, la recompensa será grande. Sufrirás cierto tiempo, pero estarás eternamente en compañía de ángeles. “Yo considero que los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros” (Rom 8,18), escribe el Apóstol. El Espíritu Paráclito muestra al hombre el Reino de los cielos y el Paraíso de las delicias. Así, los mártires, obligados a volver su rostro corporal hacia los jueces, pero ya en el Paraíso por el poder del Espíritu, despreciaron las dificultades que tenían frente a ellos.

¿Quieres saber cómo es qué los mártires testimonian por la fuerza del Espíritu Santo? El Salvador dijo a sus discípulos: “Cuando los lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir» (Lc 12,11-12). Es imposible testificar a favor de Cristo, si no recibimos el testimonio de parte del Espíritu Santo. “Nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo” (1 Cor 12,3). Y nadie puede dar su propia vida por Jesús, si no es por el Espíritu Santo».

Queridos hermanos: dispongamos nuestro corazón para acoger al Espíritu Santo e invoquémosle siempre en nuestras oraciones de alabanza, de agradecimiento y de petición. En los momentos más difíciles, pidamos al Espíritu Santo su consejo, su auxilio y guía para no apartarnos de los caminos de Nuestro Señor Jesucristo.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.