LECTIO DIVINA DEL MARTES XXX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A
«¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un árbol y las aves anidan en sus ramas» Lc 13,18-19.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según San Lucas 13,18-21
En aquel tiempo, Jesús dijo: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un árbol y las aves anidan en sus ramas». Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Debemos de desear que la Santa Iglesia, que está figurada por esta mujer del Evangelio y que tiene en su poder esa harina que somos nosotros mismos, esconda en el interior de nuestra alma a Jesús, nuestro Señor, hasta que el colorido de la divina sabiduría penetre en los rincones más secretos de nuestro espíritu» (San Ambrosio).
Hoy meditamos las parábolas del grano de mostaza y de la levadura, que también se ubican en Mt 13,31-33 y en Mc 4,30-32. En este texto Jesús revela el comienzo humilde del Reino de Dios que está en medio de nosotros y que ahora desborda los límites de la Iglesia con un carácter universal. Y lo hace a través de imágenes simples y hermosas comparaciones para delinear un mensaje de esperanza y optimismo.
La primera parábola está referida a la semilla de mostaza, la cual, siendo una semilla muy pequeña, puede crecer hasta convertirse en un árbol majestuoso. En Nuestro Señor Jesucristo, la semilla de mostaza hace referencia al don de la humildad; es más, la semilla es Jesús mismo, que entregará su vida para la redención del género humano y el florecimiento de su Iglesia, la cual, al igual que el árbol, dará fruto y cobijará a todos los creyentes.
La segunda parábola está referida a la acción de la levadura, la cual produce la fermentación o transformación de la masa, haciéndola crecer para convertirse en pan. La levadura es la Iglesia, la masa somos los creyentes y el pan es el alimento espiritual que la Iglesia proveerá al pueblo de Dios en la tierra.
Si el Reino de Dios se despliega como una semilla de mostaza y es transformador como la levadura, ¿cómo no creer? ¿cómo no confiar?
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Las dos parábolas, la de la semilla de mostaza y la de la levadura, diagraman en nuestros corazones el reinado de Dios. La pequeñez de la semilla de mostaza hace también una referencia clara al don de la humildad como fundamento para el crecimiento y los frutos espirituales, ya que de una minúscula semilla brota la vida maravillosa. De esta manera, a través del misterio de la “pequeñez”, Dios elige lo que es débil e insignificante a los ojos del mundo, para renovar el mundo desde su fundamento.
Con el potente mensaje de las dos parábolas, Nuestro Señor Jesucristo señala también que el crecimiento del Reino de Dios no ocurre con acciones espectaculares, sino con la entrega constante, humilde y silenciosa de muchos discípulos. De la misma manera, la fuerza transformadora del reino de Dios impregna las relaciones familiares, las instituciones sociales y políticas, el mundo de la cultura y los movimientos de vanguardia que llevan el sello divino.
Volviendo a la humildad, meditemos con un fragmento de una carta que San Agustín le dirige a Dióscoro: «Quisiera que te sometieras con toda tu piedad a Dios y no busques, para perseguir y alcanzar la verdad, otro camino que el que ha sido garantizado por Dios, que vio la debilidad de nuestros pasos. Ese camino es: primero, la humildad; segundo, la humildad; tercero, la humildad; y cuantas veces me preguntes, otras tantas te diré lo mismo. No es que falten otros que se llaman preceptos; pero si la humildad no precede, acompaña y sigue todas nuestras buenas acciones, … el orgullo nos lo arrancará todo de las manos cuando nos estemos felicitando por una buena acción. Porque los otros vicios son temibles en el pecado, más el orgullo es también temible en las mismas obras buenas. Pueden perderse por el apetito de alabanza las empresas que laudablemente ejecutamos».
Hermanos: a la luz de la Palabra, intentemos responder: ¿Actuamos con humildad en nuestras actividades cotidianas? ¿Creemos y confiamos en las riquezas del Reino de Dios? Que las respuestas a estas preguntas permitan que, de manera decidida y con el auxilio del Espíritu Santo, sigamos las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo y difundamos las inestimables riquezas del Reino.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Espíritu Santo: concédenos la paciencia y la confianza en tu acción divina para actuar siempre con humildad y bondad ante el mal que está presente en el mundo y contribuir a la expansión del Reino de Dios.
Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, ilumina las mentes de las autoridades de gobierno para que siempre actúen con justicia y sean fieles testigos de las enseñanzas de Jesús.
San José, hombre bueno, que tuviste la felicidad de conversar con Jesús y María, alcánzanos la gracia de la humildad y que ninguna impureza manche nuestro corazón.
Amado Jesús: mira con bondad y misericordia a las almas del purgatorio, y permíteles alcanzar la vida eterna en el cielo.
Madre Santísima, Madre de la Iglesia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos a Dios con una homilía de San Juan Crisóstomo:
«Nada hay más frío que un cristiano que no se preocupe de la salvación de los demás. No puedes excusarte con la pobreza, pues aquella viuda que echó dos monedas de cobre te acusará. Y Pedro decía: No tengo plata ni oro (Ac 3,6). El mismo Pablo era tan pobre que frecuentemente pasaba hambre y carecía del alimento necesario. No puedes aducir tu baja condición, pues aquéllos eran también humildes, nacidos de baja condición. Tampoco vale el afirmar que no tienes conocimientos, pues tampoco ellos los tenían. Ni te escudes detrás de tu debilidad física, pues también Timoteo era débil y sufría frecuentemente de enfermedades. Todos pueden ayudar al prójimo con tal que cumplan con lo que les corresponde.
¿No veis los árboles infructuosos, cómo son con frecuencia sólidos, hermosos, altos, grandiosos y esbeltos? Pero, si tuviéramos un huerto, preferiríamos tener granados y olivos fructíferos antes que esos árboles; esos árboles pueden causar placer, pero no son útiles, e incluso, si tienen alguna utilidad, es muy pequeña. Semejantes son aquellos que sólo se preocupan de sí mismos…
Me pregunto, ¿Cómo puede ser cristiano el que obra de esta forma? Si el fermento mezclado con la harina no transforma toda la masa, ¿acaso se trata de un fermento genuino? Y, también, si acercando un perfume no esparce olor, ¿acaso llamaríamos a esto perfume?
No digas: “No puedo influir en los demás”, pues si eres cristiano de verdad es imposible que no lo puedas hacer… No digas que es una cosa imposible; lo contrario es imposible … No puede ocultarse la luz de los cristianos, no puede ocultarse una lámpara tan brillante».
Queridos hermanos: invocando diariamente la inspiración y el auxilio del Espíritu Santo, hagamos el propósito de realizar actos de humildad dirigidos a los hermanos con más necesidades materiales y espirituales. Mostremos nuestro amor a Dios escuchando su Palabra y llevándola a la práctica. Que, mientras más odio, injusticia y engaño encontremos en el mundo, nosotros sintamos un mayor deseo a mostrar más amor y misericordia.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.