SÁBADO XXX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO XXX DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO A

SAN CARLOS BORROMEO, OBISPO

«Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» Lc 14,11.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,1.7-11

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer; y ellos lo observaban atentamente. Notando que los invitados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te inviten a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan invitado a otro de más categoría que tú. Y vendrá el que los invitó a ti y al otro, y te diga: “Cédele a este tu sitio”. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al contrario, cuando te inviten, vete a sentarte en último puesto, para que, cuando venga quien te invitó, te diga: “Amigo, sube más arriba”. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Oh humildad, flor de gran belleza, veo cuan pocas almas te poseen – ¿es porque eres tan bella y al mismo tiempo tan difícil de alcanzar? – Oh sí, lo uno y lo otro. El mismo Dios tiene predilección por ella. Sobre el alma llena de humildad se entreabren las esclusas del cielo y sobre ella se derrama un océano de gracias. Oh, qué bella es el alma humilde; de su corazón, como si fuera un incensario, sube un perfume extremadamente agradable y, a través de las nubes, llega hasta el mismo Dios y llena de gozo su santísimo corazón. Dios no niega nada a esta alma; un alma así es todopoderosa, influye en el porvenir del mundo entero». (del diario de Santa Faustina Kowalska).

Carlos Borromeo nació en 1538 en una noble familia de Arona, Italia. En 1539 es designado cardenal por el papa Pío IV, quien era hermano de su mamá. Durante su vida realizó una gran obra pastoral, litúrgica, devocional y organizacional. Murió en Milán el 3 de noviembre de 1584 y fue canonizado en 1610.

En el pasaje evangélico de hoy, un distinguido fariseo invita a Jesús a comer un sábado por la noche. En la cena, Jesús brinda enseñanzas a los líderes fariseos de Israel sobre la proyección divina de la humildad, ya que ellos buscaban siempre ocupar los puestos de honor en las fiestas judías.

La gran mayoría de fariseos anteponía la norma a la dignidad y la felicidad del prójimo, deshumanizando su corazón. Jesús aprovecha la ocasión para denunciar los comportamientos inspirados por la ambición y la imagen, e indicar que el protocolo en el banquete del Reino de Dios consiste en dirigirse al último lugar.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Al reino de Dios todos estamos invitados por pura gracia, sin mérito alguno de nuestra parte. Por ello, debemos asistir agradecidos y sentarnos en el lugar menos preferencial. En este sentido, el humilde que toma el último lugar no se siente desplazado; al contrario, para él, ese no es el lugar más bajo, ni el último, sino el suyo, porque en él se siente más cómodo; su humildad de muestra con todo su esplendor y belleza.

Tengamos en cuenta las palabras de San Pío de Pietrelcina: «La humildad es la verdad, y la verdad es que yo no soy nada. Por consiguiente, todo lo bueno que tengo viene de Dios. Pero a veces malgastamos lo bueno que Dios ha puesto en nosotros… La idea de que el Señor viene cada día a nosotros y nos da todo, nos tendría que llevar a la humildad. Sin embargo, pasa lo contrario porque el demonio despierta en nosotros sentimientos de orgullo. Esto no nos honra. Hay, pues, que luchar contra nuestro orgullo. Cuando parece que no podemos, paremos un instante, hagamos un acto de humildad. Entonces, Dios, que ama los corazones humillados, vendrá en nuestra ayuda».

En este sentido, empleemos todos los talentos que el Autor de la naturaleza nos ha otorgado, reconociendo la amplia diversidad de la gracia divina y que, sin ella, somos nada, porque estamos totalmente vacíos.

Hermanos: meditando la lectura, respondamos: ¿En las actividades que realizo, prefiero ubicarme en los puestos más importantes para lograr visibilidad y reconocimiento de las personas? ¿Realizamos actos de humildad en nuestra vida cotidiana? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a que la humildad siga floreciendo en nuestros corazones a través de la realización de obras de misericordia y siguiendo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Conserva Señor en tu pueblo el espíritu que infundiste en san Carlos Borromeo, para que tu Iglesia se renueve sin cesar y, transformada en imagen de Cristo, pueda presentar ante el mundo el verdadero rostro de tu Hijo.

Padre eterno: te pedimos que nosotros, siguiendo el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo y con el auxilio del Espíritu Santo, podamos eliminar de nuestro corazón todo vestigio de orgullo y egoísmo, y que florezca la humildad, transformándonos en personas sencillas.

Amado Jesús: concédenos buscar siempre tu voluntad para discernir cómo debemos actuar, que debemos decir. Tú nos has dicho que estamos en el mundo, pero que no somos del mundo, porque te pertenecemos solo a ti por tu Redención.

Amado Jesús, justo juez, por tu infinita misericordia, concede a las benditas almas del purgatorio la dicha de sentarse contigo en el banquete celestial.

Gran Patriarca San José, a quien la beatísima Trinidad hizo custodio de Jesús, te rogamos nos concedas la humildad para ser fieles seguidores de Nuestro Señor Jesucristo.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con un texto del Beato María-Eugenio del Niño Jesús:

«La contemplación sobrenatural es un don gratuito de la misericordia divina. Sólo Dios puede poner en acción los dones del Espíritu Santo que producen la contemplación, perfeccionando el ejercicio de la fe…

Únicamente la humildad puede atraer los dones de la misericordia divina, ya que Dios resiste a los orgullosos y da su gracia a los humildes. Para llegar a la contemplación, una actitud humilde será más útil que los esfuerzos más violentos. Esta actitud humilde consistirá concretamente en “comportarnos como pobres necesitados, en presencia de un gran rico monarca”, adoptar formas modestas de oraciones “activas” y esperar, con paciente y apacible labor, que Dios nos eleve a oraciones “pasivas”: “Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: ‘Déjale el sitio’, y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate más’, y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”. La parábola evangélica se aplica a la letra a la vida de oración: para ser elevado a la contemplación, hay que ponerse humildemente en el último lugar entre los espirituales. En ese lugar, es bueno desear los medios más elevados y rápidos para la unión perfecta, pero guardándose de todo esfuerzo presuntuoso para procurarla por sí mismo…

Tal fue la oración perfecta de la Virgen María, totalmente iluminada y abrasada por los fuegos divinos. Su fe apacible y ardiente parecía ignorar las riquezas que ella poseía, para ir más lejos en la sombra luminosa del Espíritu Santo que la envolvía y penetraba».

Queridos hermanos: comprometámonos a obrar con humildad, evitando pasar por encima de los demás, respetando cordialmente el orden y agradeciendo los favores recibidos en nuestra familia, comunidad, trabajo y país.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.