JUEVES DE LA SEMANA I DE ADVIENTO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA I DE ADVIENTO – CICLO B

SAN AMBROSIO, OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA

«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo» Mt 7,21.

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,21.24-27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y arremetieron contra aquella casa; pero no se derrumbó porque estaba cimentada sobre roca. Al contrario, el que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y arremetieron contra la casa: esta se derrumbó y fue grande su ruina».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

 

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«En Cristo lo tenemos todo. Somos todos del Señor y Cristo es todo para nosotros: si deseas sanar tus heridas, él es médico; si estás angustiado por la sed de la fiebre, él es fuente; si te encuentras oprimido por la culpa, él es justicia; si tienes necesidad de ayuda, él es poder; si tienes miedo de la muerte, él es vida; si deseas el paraíso, él es vía; si aborreces las tinieblas, él es luz; si andas en busca de comida, él es alimento» (San Ambrosio).

Hoy celebramos a San Ambrosio de Milán, obispo y doctor de la Iglesia. Nació en el año 337, en Tréveris, antigua Galia, en una noble familia cristiana. Ambrosio fue un pastor ejemplar, incansable en el proceso de proclamación y meditación de la Palabra de Dios, defensor de la libertad de la Iglesia.

El pasaje de evangélico de hoy se encuentra al final del Sermón de la Montaña y está compuesto por dos segmentos: el primero comprende el versículo 21, en el que Jesús explica que hacer la voluntad de Dios Padre es hacer su voluntad. Este texto se encuentra también en Lucas 6,46. El segundo segmento está entre los versículos 24 al 27 y se ubica también en Lucas 6,47-49; en este segmento Jesús señala que quienes creen firmemente en Él y cumplen sus enseñanzas, aunque enfrenten tempestades y continuas tentaciones, se mantendrán fieles al Señor.

Recordemos que en Mateo 16,18-19, Jesús le dijo a Pedro «Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el imperio de la muerte no la vencerá» para referirse a la piedra firme y sólida de su Evangelio.

 

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Hoy, en el tiempo de Adviento, Nuestro Señor Jesucristo señala claramente que no basta una adhesión externa, sino la comunión total con todas sus enseñanzas que nos piden hacer la voluntad de Dios Padre. No basta que invoquemos el Santo Nombre de Dios, sino que hagamos lo que Él quiere.

Con la parábola de las dos casas, una construida sobre roca y otra sobre arena, Nuestro Señor Jesucristo describe a dos tipos de constructores, uno sensato y el otro necio. Externamente las dos casas pueden verse iguales; sin embargo, en una de las casas se vive con plena garantía ya que está preparada para resistir las más fuertes tempestades. De esta manera, nuestra vida espiritual debemos construirla con la solidez de la virtud; es decir, prepararnos para hacer frente a todo lo que pueda apartarnos de nuestro seguimiento a Jesús.

Pero el mundo presenta modelos de casas o vidas construidas sobre arena: vanidad, lujo, lujuria, poder e ideologías que buscan destruir a la familia y la vida. Son modelos impulsados por el rey de la mentira y que promueve entre los jóvenes, principalmente. Ante esta situación y en concordancia con el Evangelio, contribuyamos a la construcción de una sociedad justa y fraterna, sustentada en el amor y en la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo.

Hermanos: a la luz de la Palabra y haciendo un profundo examen de conciencia, respondamos: ¿Cuál es la base de nuestra casa interior, de qué materiales está hecha? ¿Cuáles son las de tempestades que la hacen tambalear? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a buscar siempre la solidez de nuestra vida espiritual, cumpliendo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo y pidiendo al Espíritu Santo la gracia de la sabiduría.

¡Jesús, María y José nos aman!

 

  1. Oración

Oh, Dios, que hiciste al obispo san Ambrosio doctor esclarecido de la fe católica y ejemplo admirable de fortaleza apostólica, suscita en medio de tu Iglesia hombres que, viviendo según tu voluntad, gobiernen a tu Iglesia con sabiduría y fortaleza.

Padre eterno, despierta tu poder, Señor, y ven a socorrernos con tu fuerza, para que la gracia de tu bondad apresure la salvación que retrasan nuestros pecados.

Amado Jesús, tú eres nuestra roca, concédenos la gracia que multiplique los frutos de nuestro esfuerzo de construcción de nuestra casa interior, contigo y en ti.

Espíritu Santo, estamos dispuestos a seguir a Nuestro Señor Jesucristo y cumplir la voluntad de Dios Padre, fortalece nuestros dones para llevarla a la práctica en todos los aspectos de nuestras vidas.

Amado Jesús, ten piedad de los difuntos y ábreles las puertas de tu mansión eterna.

María, Madre Santísima, Madre del Adviento, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

 

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de José Aldazabal:

«Cuando Jesús compara la oración con las obras, la liturgia con la vida, siempre parece que muestra su preferencia por la vida. Lo que quedan descalificadas son las palabras vacías, el culto no comprometido, sólo exterior.

¿Cómo estamos construyendo nosotros el edificio de nuestra casa, de nuestra persona, de nuestro futuro? ¿cómo edificamos nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra Iglesia y sociedad? La imagen de las dos lecturas de hoy es clara y nos interpela en este Adviento, para que reorientemos claramente nuestra vida.

Si en la construcción de nuestra propia personalidad o de la comunidad nos fiamos de nuestras propias fuerzas, o de unas instituciones, o unas estructuras, o unas doctrinas, nos exponemos a la ruina. Es como si una amistad se basa en el interés, o un matrimonio se apoya sólo en un amor romántico, o una espiritualidad se deja dirigir por la moda o el gusto personal, o una vocación sacerdotal o religiosa no se fundamenta en valores de fe profunda. Eso sería construir sobre arena. La casa puede que parezca de momento hermosa y bien construida, pero es puro cartón, que al menor viento se hunde.

Debemos construir sobre la Palabra de Dios escuchada y aceptada como criterio de vida. Seguramente todos tenemos ya experiencia, y nuestra propia historia ya nos va enseñando la verdad del aviso de Isaías y de Jesús. Porque buscamos seguridades humanas, o nos dejamos encandilar por mesianismos fugaces que siempre nos fallan. Como tantas personas que no creen de veras en Dios, y se refugian en los horóscopos o en las religiones orientales o en las sectas o en los varios mesías falsos que se cruzan en su camino.

El único fundamento que no falla y da solidez a lo que intentamos construir es Dios. Seremos buenos arquitectos si en la programación de nuestra vida volvemos continuamente nuestra mirada hacia él y hacia su Palabra, y nos preguntamos cuál es su proyecto de vida, cuál es su voluntad, manifestada en Cristo Jesús, y obramos en consecuencia. Si no sólo decimos oraciones y cantos bonitos, ¡Señor, Señor!, sino que nuestra oración nos compromete y estimula a lo largo de la jornada. Si no nos contentamos con escuchar la Palabra, sino que nos esforzamos porque sea el criterio de nuestro obrar. Entonces sí que serán sólidos los cimientos y las murallas y las puertas de la ciudad o de la casa que edificamos.

Tenemos un modelo admirable, sobre todo estos días de Adviento, en María, la Madre de Jesús. Ella fue una mujer de fe, totalmente disponible ante Dios, que edificó su vida sobre la roca de la Palabra. Que ante el anuncio de la misión que Dios le encomendaba, respondió con una frase que fue la consigna de toda su vida, y que debería ser también la nuestra: “hágase en mí según tu Palabra”. Es nuestra maestra en la obediencia a la Palabra».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.