LUNES DE LA SEMANA II DE ADVIENTO – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA II DE ADVIENTO – CICLO B

«Hombre, tus pecados están perdonados» Lc 5,20.

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5,17-26

Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados allí unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todos los pueblos de Galilea, Judea, y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo, para ponerlo delante de Jesús. Como no sabían cómo hacerlo, a causa de la multitud, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo: «Hombre, tus pecados están perdonados». Los escribas y fariseos se pusieron a pensar: «¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?». Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo: «¿Qué están pensando en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir “tus pecados te son perdonados”, o decir: “levántate y anda”? Pues, para que vean que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados – dijo al paralítico – A ti te digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa». Él, levantándose inmediatamente, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estado tendido y se fue a su casa dando gloria a Dios. Todos quedaban asombrados y daban gloria a Dios, diciendo, llenos de temor: «Hoy hemos visto cosas admirables».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

 

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«Que el Señor nos ayude a prepararnos para la Navidad con gran fe, porque para la curación del alma, para la curación existencial, para esa recreación que trae Jesús, hace falta mucha fe. Ser transformados: esa es la gracia de la salvación que nos trae Jesús. Y hay que vencer la tentación de decir: “yo no puedo”, y dejarnos en cambio transformar, recrear por Jesús. ‘Ánimo’ es la palabra de Dios. Todos somos pecadores, pero mira la raíz de tu pecado y deja que el Señor vaya allá y la recree; y esa raíz amarga florecerá, florecerá con las obras de justicia; y tú serás un hombre nuevo, una mujer nueva. Pero si decimos: “Sí, sí, tengo pecados; voy, me confieso… dos palabritas, y luego sigo así…”, entonces no me dejo recrear por el Señor. ¡Solo dos pinceladas de pintura y creemos que con eso se acaba la historia! ¡No! Mis pecados, con nombre y apellidos: “he hecho esto, esto, esto, y me avergüenzo con todo mi corazón. Y abro el corazón: Señor, lo único que tengo. ¡Recréame! ¡Recréame!”. Y así tendremos el valor de ir con verdadera fe, como hemos pedido, a la Navidad» (Papa Francisco).

El pasaje evangélico de hoy relata uno de los milagros más impresionantes de Jesús, en el que demuestra su poder divino no solamente para curar el cuerpo sino también el alma, aliviándola de la pesada carga de los pecados. Recordemos que, en aquella época, se consideraba que la enfermedad era consecuencia del pecado.

Cada uno de los personajes del texto ocupa su lugar: los fariseos y maestros de la ley se encuentran sentados en actitud de jueces; el paralítico simboliza a quienes sufren y no pueden enfrentar la vida, representan a toda la humanidad postrada; los amigos del paralítico representan la fe y vencen todas las dificultades para llevarlo ante la presencia de Jesús. Y Jesús es aquel que, gracias al perdón incondicional, es capaz de poner en pie a la humanidad.

 

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Lo más importante del milagro de hoy radica en que Nuestro Señor Jesucristo declara que Él, el Hijo del hombre, tiene autoridad sobre la tierra para perdonar los pecados, autoridad que le otorgó a la Iglesia. Así, Nuestro Señor Jesucristo demuestra en este milagro que curar el alma es más prioritario que curar el cuerpo; Él cura el mal desde la raíz. Su poder de perdonar los pecados y el poder de remediar los sufrimientos van unidos.

«El Justo por la fe vivirá» (Hb 10,38). Como en el pasaje evangélico, y también en los tiempos actuales, el camino hacia Nuestro Señor Jesucristo está lleno de obstáculos, pero la fe de los amigos del paralítico se convirtió en audacia creativa allí donde todo estaba perdido, ya que la fe es la acompañante indispensable de la Palabra y de la sabiduría.

Conscientes de que la lógica de Nuestro Señor Jesucristo es muy diferente a los criterios del mundo, respondamos: ¿Ayudamos a otras personas a acercarse a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Hay algo que nos paraliza? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a ser misioneros muy activos de Nuestro Señor Jesucristo, amando a nuestro prójimo y despertando en el corazón nuestros anhelos más profundos.

¡Jesús, María y José nos aman!

 

  1. Oración

Dirige hacia ti nuestras súplicas, Señor, para que los deseos de servirte con total pureza nos conduzcan hasta el gran misterio de la encarnación de tu Unigénito.

Padre eterno, concédenos acoger siempre con humildad la gracia del perdón, a fin de que, sanados en el fondo de nuestro ser, quedemos libres para amar y servirte como tu deseas.

Padre eterno, que, por el don del Espíritu Santo, podamos unir nuestra vida a la muerte redentora de tu Hijo para la salvación de todos los hombres.

Amado Jesús, te suplicamos, ilumines a nuestros difuntos que yacen en tiniebla y en sombra de muerte, y ábreles las puertas de tu reino.

Madre Santísima, Inmaculada Concepción, Madre del amor bendito, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

 

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Dios con un texto del G. Zagrebelsky:

«Los milagros son un continuo sabotaje del orden constituido, encasquillan el mecanismo, la regla sobre la que se basa la vida cotidiana del mundo y, en consecuencia, se ve a Jesús como un saboteador del orden constituido, tanto por parte de las autoridades sacerdotales de su pueblo como por parte de las autoridades ocupantes. Sus movimientos más arriesgados tienen que ver con la curación en sábado, porque desquician la magnífica ley llamada “del sábado”, del shabbat, “cese” (el hombre cesa de trabajar en ese día, a imitación del shabbat de Dios). Jesús la practica en sus obras milagrosas continuamente en el Nuevo Testamento, sanando en sábado a personas enfermas de nacimiento; por tanto, a personas que podían ser sanadas un día antes o después. Quiere sanarlas en sábado porque quiere que el hombre sea señor del sábado. Esto supone una fuerte ruptura con la tradición de la que procede, porque, para Israel, el sábado es de Dios, no del hombre. El sábado es de Dios y Jesús dice que “es del hombre”.

A continuación, una segunda ruptura es que se arroga el derecho a decir mientras cura a alguien: “Vete, tus pecados quedan perdonados”. Esto constituye otra enormidad para aquellos oídos: ¿cómo puedes perdonar los pecados? Puedes realizar una curación, pero ¿perdonar los pecados? El verbo hebreo empleado es “levantar”: se levanta el pecado, es un acto de levantamiento, levantamiento de pesos, un acto atlético desde el punto de vista de la santidad. Solo Dios puede levantar el pecado de otro, ¿cómo se atreve él? Estas son las líneas de fricción de Jesús con la religión de su pueblo. El milagro es una prueba efervescente, pero ocasional; choca con la vida cotidiana, pero, después, son las palabras de Jesús las que desencadenan el choque».

Queridos hermanos: como hijos de Dios Padre, hagamos el compromiso de ponernos decididamente y siempre en la presencia de Él a través de la oración, suplicándole que nos haga instrumentos de su amor y de su paz para la extensión de su reino. Oremos con fe por nuestros hermanos que sufren y esforcémonos por ponerlos ante la presencia de Nuestro Señor Jesucristo.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.