FERIA PRIVILEGIADA DEL JUEVES DE LA SEMANA III DE ADVIENTO – CICLO B

LECTIO DIVINA DE LA FERIA PRIVILEGIADA DEL JUEVES DE LA SEMANA III DE ADVIENTO – CICLO B

«Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» Lc 1,45.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y exclamó con voz fuerte: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Cuando más te granjees la benevolencia de esta augusta Princesa y Virgen fiel, tanto más se cimentará toda tu vida en la fe verdadera: …una fe intrépida que te llevará a emprender y realizar grandes empresas por Dios y por la salvación de las almas» (San Luis María Grignion de Montfort)

En la “feria privilegiada” de hoy meditamos la “Visitación”, episodio en el que sobresale el espíritu de servicio de Nuestra Santísima Madre que generosamente y con prontitud fue a atender a su prima Isabel, a distribuir y multiplicar los tesoros del amor de Dios. Isabel la recibe con un hermoso cántico constituido por una bendición y una bienaventuranza. Es también un cántico de alabanza y agradecimiento a Dios por su presencia salvadora en la humanidad.

En este bello encuentro, Isabel representa el Antiguo Testamento que acoge a María, quien representa el comienzo del Nuevo Testamento; y, en medio de ellas, el Espíritu Santo que les permite descubrir un misterio que las llenó de gozo.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

«La narración de la visitación está estrechamente vinculada con la de la anunciación, no sólo por su clima tan humano, manifestado en actos de servicio, sino también porque la visitación es la verificación del «signo» que el ángel dio a María. Los saltos del Bautista en el seno de su madre representan la alegría desbordante de todo Israel por la venida del Salvador. Las palabras de bendición, inspiradas por el Espíritu, que Isabel dirige a María, son la confirmación de la especial complacencia de Dios con la Virgen. La salvación que lleva en el secreto de su propia maternidad es el fruto de su fe en la Palabra del Señor: “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Siempre María se anticipa y con solicitud se da a todos y en todo: la más grande se hace donación a la más pequeña, como Jesús con el Bautista» (Zevini-Cabra)

Nuestra Santísima Madre con Nuestro Señor Jesucristo en su vientre bendito, también hoy vienen a visitarnos para que anunciemos con valentía la alegría del nacimiento de Nuestro Salvador. Por ello, miremos de cerca a Nuestra Santísima Madre, modelo de fe, para imitar su generosidad con nuestros hermanos más necesitados, porque la generosidad enriquece y ensancha el corazón, y amplía los horizontes humanos y sobrenaturales nuestros y del prójimo.

Tengamos presente que el Señor prometió otorgar el ciento por uno; por ello, abriendo el corazón a la acción gozosa y fecunda del Espíritu Santo, repartamos también los tesoros que el Señor nos otorga diariamente para que, culminado el Adviento de la vida, podamos entrar a la eternidad de la mano de Jesús, María y José.

Queridos hermanos: como Nuestra Santísima Madre, estemos atentos a las necesidades concretas materiales y espirituales de nuestros hermanos y tratemos de ayudarlos confiando en la providencia divina.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Escucha con bondad, Señor, las oraciones de tu pueblo, para que, alegres por la venida de tu Unigénito en nuestra carne, consigamos la recompensa de la vida eterna cuando vuelva en la majestad de su gloria.

Santísima Trinidad, bendice a todas las mujeres de nuestro tiempo, para que, como Isabel, encuentren siempre motivos de alegría y nunca dejen de alabarte y bendecirte.

Espíritu Santo, luz que penetra las almas, enséñanos el camino que nos conduce a Nuestro Señor Jesucristo y a Dios Padre.

Amado Jesús, derrama el rocío de tu amor sobre todas las almas del purgatoria y purifícalas de todo pecado para que entren en la eternidad gozosa de tu reino.

Madre Santísima, Mansión de la divinidad inundada por el Espíritu Santo, te agradecemos por acoger en tu seno al Hijo de Dios y te pedimos que intercedas ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo y a Nuestra Madre María con un texto de Rene. Voillaume:

«Ordinariamente, vemos en el misterio de la visitación sobre todo una acción a imitar, como si María hubiese hecho sólo esta visita y la hubiese hecho para darnos un ejemplo, olvidando que lo propio de la naturaleza de la Virgen es hacer visitas: el visitar a los hombres es para ella una función. María viene a visitarnos con frecuencia, como si fuésemos sus amigos, sus parientes próximos.

La visitación siempre será la fiesta de esta actitud de total donación de sí, propia de María desde que supo que era la madre de Jesús. Ahora comienza esta serie innumerable de «visitas» que no terminará mientras haya un hombre en la tierra.

Su glorificación y la misteriosa extensión de su maternidad a todos los que nacerán de su Hijo, darán a María un número infinito de parientes por visitar, sencillamente para ayudarles con esa presencia humilde y discreta que le caracteriza.

María viene a visitarnos llevando a Jesús escondido en ella, para ayudarnos en nuestras necesidades más urgentes, más cotidianas, más banales: necesidad de trabajo, las obligaciones, el estado, las relaciones, María viene a visitarnos, quizás nunca lo habíamos pensado. Nos visita frecuentemente, todos los días. Este es el sentido más profundo, más auténtico de este misterio: el hecho de las visitas innumerables, sencillísimas, personalísimas, todas por nosotros, que María multiplica en nuestra vida en todo momento, en cualquier dificultad».

Hermanos: hagamos el compromiso de proclamar con fe, alegría y acción la venida de Nuestro Salvador; acudamos con prontitud en ayuda de nuestro prójimo confiando en la providencia divina y en la dulce compañía de Nuestra Santísima Madre y San José.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.