LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA IV DE ADVIENTO – CICLO B
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntó qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios» Lc 1,30-31.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntó qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios no hay nada imposible». María contestó: «Aquí está la esclava de Señor; hágase en mí según tu palabra». Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Volvamos nuestra mirada a María y José que esperan el nacimiento de Jesús, y aprendamos de ellos el secreto del recogimiento para gustar la alegría de la Navidad. Preparémonos para acoger con fe al Redentor que viene a estar con nosotros, Palabra de amor de Dios para la humanidad de todos los tiempos» (Benedicto XVI).
Nos encontramos en el cuarto domingo de Adviento, en vísperas de Navidad. Hoy meditamos el pasaje evangélico de la “Anunciación del nacimiento de Jesús” que narra cómo, en Nazaret, en el silencio y en lo escondido, Dios Padre revela su plan a través del ángel Gabriel. Lo que Dios Padre prometió a David, después de mil años, se cumple en María. Pero, el Reino que Nuestro Señor Jesucristo nos trae es de otro orden y, desde que Él nació, no ha dejado de crecer y continuará creciendo en los corazones de quienes creen y tienen fe.
La Navidad está a unas cuantas horas. La esperanza de María se convierte en alegría, porque está a punto de llegar el Salvador, aquel que cambiará toda nuestra historia. Aquel que iniciará la gran revolución del cristianismo en un pequeño pueblo, naciendo en un sencillo establo: ésta es la grandeza de Nuestro Salvador.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
«Alégrate», es lo primero que María escucha de Dios y lo primero que también debemos escuchar también hoy. Hermanos: que no falte la alegría en nosotros porque el plan salvífico de Dios Padre que se inició con la anunciación y continuó Nuestro Señor Jesucristo, no ha terminado, continúa de manera silenciosa, alegre y secreta, ya que la Santísima Trinidad sigue llenando los corazones de fe, esperanza y amor. Sigue transformando los corazones otorgando seguridad, sin violentar la libertad del creyente. Por eso, la Navidad tiene un eco universal, es un canto celeste, es un canto de esperanza en la consumación de la obra de salvación de Nuestro Señor Jesucristo.
Agradezcamos, pues, a Dios Padre por la ternura y amor con que llamó a la Virgen María y por la confianza total y docilidad con que María responde: «Aquí está la esclava de Señor; hágase en mí según tu palabra».
Hermanos, a la luz de la docilidad y aceptación de Nuestra Santísima Madre en el misterio de la anunciación y encarnación del Nuestro Señor Jesucristo, respondamos: ¿Tenemos la disponibilidad de María para ser instrumentos de Dios? ¿Cómo respondemos a la visita constante que nos hace Dios? ¿Invocamos al Espíritu Santo en la realización de nuestras actividades cotidianas? Que las respuestas a estas preguntas nos conduzcan a la aceptación gozosa de la voluntad divina tal como lo hizo Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la Resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor, amén.
Padre eterno, Padre bueno, tú, que hoy nos recuerdas la encarnación de tu Hijo, haz que tu Iglesia siga anunciando la Buena Nueva de la salvación a todo el mundo.
Padre eterno, Padre bueno, tú, que enalteciste a una humilde mujer de Nazaret, haz que los más pobres en el mundo reciban lo que necesitan.
Espíritu Santo, otórganos tus santos dones e impúlsanos a seguir a Nuestro Señor Jesucristo cumpliendo sus enseñanzas.
Amado Jesús, otorga a los difuntos de todo tiempo y lugar la salvación eterna para que gocen de tu amor eterno, en compañía de Nuestra Santísima Madre y de todos los santos.
Madre Santísima, Madre del amor hermoso, Madre del Adviento, intercede ante tu amado Hijo por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos la concepción de Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de San Ivo de Chartres:
«Con el pasaje evangélico de hoy, celebramos la admirable concepción de Jesús por la Virgen. Celebramos el comienzo de nuestra redención y anunciamos el designio de Dios, formado de bondad y poder. Porque si el Señor del universo hubiera venido en busca de sus siervos perdidos para juzgarlos y no para mostrarles su bondad, jamás se habría revestido de esta envoltura frágil y limitada en la cual pudo sufrir con nosotros y por nosotros.
A los paganos esto les parece – tomando palabras de san Pablo – debilidad y locura, porque se fundan en el razonamiento de la vana filosofía y forman juicios sobre el Creador a partir de las leyes de la creación. ¿Existe una obra más grande de poder que hacer concebir a la Virgen, en contra de las leyes de la naturaleza? ¿Y, después de haber tomado nuestra carne, devolver una naturaleza mortal a la gloria de la inmortalidad, pasando por la muerte? Por eso el apóstol dijo: “La debilidad de Dios es más fuerte que el hombre”.
Hoy el seno de la Virgen se convierte en la puerta del cielo, por la cual Dios desciende a la casa de los hombres para hacerlos subir al cielo».
Hermanos: de la misma manera que Nuestra Santísima Madre acoge y recibe al Santo Espíritu Santo, imitemos también nosotros su docilidad y dispongamos nuestros corazones para recibir a Jesús en nuestra vida, que sea Él quien reine en nuestros corazones y acciones a través de su Palabra. Que el amor de la Santísima Trinidad y el ejemplo de Nuestra Santísima Madre se manifiesten a través de nosotros mediante acciones de gracias, realizando obras de misericordia, meditando la Palabra y rezando el Santo Rosario.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.