SÁBADO VI DE PASCUA – CICLO B

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO VI DE PASCUA – CICLO B

«Les aseguro que todo lo que pidan al Padre en mi nombre, él se lo dará» Jn 16,23b.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 16,23b-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo les aseguro que todo lo que pidan al Padre en mi nombre, él se lo dará. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre; pidan y recibirán, para que la alegría de ustedes sea completa. Les he hablado de esto en parábolas; pero ahora ya no lo haré así, sino que les hablaré claramente del Padre. Aquel día ustedes pedirán en mi nombre y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que el mismo Padre los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Cada vez que hablo de la oración, me parece escuchar dentro de vuestro corazón ciertas reflexiones humanas que he escuchado a menudo, incluso en mi propio corazón. Siendo así que nunca cesamos de orar ¿cómo es que tan raramente nos parece experimentar el fruto de la oración? Tenemos la impresión de que salimos de la oración igual que hemos entrado, nadie nos responde una palabra, ni nos da lo que sea, tenemos la sensación de haber trabajado en vano. Pero ¿qué es lo que dice el Señor en el evangelio? “No juzguéis por las apariencias, sino tened un juicio justo” (Jn 7,24) y ¿qué es un juicio justo sino un juicio de fe? Porque “el justo vive de la fe” (Ga 3,11). Sigue, pues, el juicio de la fe más seguro que el de tu experiencia, porque la fe no engaña, mientras que la experiencia puede inducirnos al error» (San Bernardo).

El pasaje evangélico de hoy se ubica luego del texto en el que Jesús hace una clara referencia a su pasión, muerte y resurrección con la siguiente expresión: «Les aseguro que ustedes llorarán y se lamentarán, mientras el mundo estará alegre; ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría».

Hoy, Jesús deja en claro que sus discípulos también son amados por el Padre, por lo tanto, tienen acceso directo a Él porque han creído en Jesús y en su procedencia divina. Los exhorta a confiar en el Padre, señalando que lo que le pidan en nombre de él, el Padre lo concederá, porque el Padre ya los ama y por ello lo recibirán con profundo gozo en el corazón. Es el amor misericordioso del Padre con sus criaturas, que va a llegar al extremo de entregar a su Hijo unigénito por la salvación de la humanidad.

En ese sentido, Jesús señala que ahora les hablará de manera directa y no a través de parábolas. Esto es un adelanto del pronto inicio del tiempo del Espíritu Santo, en el que Jesús se manifestará mediante el Espíritu, hasta el fin de los tiempos.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

«¡El que habita dentro de nosotros, en nuestro interior, Él mismo está también en nuestra voz! Y, teniéndole como abogado ante el Padre por nuestros pecados, expresemos las palabras de nuestro abogado cuando, como pecadores, pedimos perdón por nuestras culpas. Pues, habiendo dicho Él que “cuanto pidiéramos al Padre en su nombre, nos lo dará”, ¿cuánto más eficazmente obtendremos lo que pedimos en su nombre, si lo pedimos con su misma oración?» (San Cipriano).

Nuestro Señor Jesucristo nos hace una promesa que nos llena de esperanza y de la que Él es el garante: todo lo que le pidamos al Padre, en su Santísimo Nombre, nos será concedido, siempre y cuando esté en el plan de vida que tiene para nosotros. Es más, Jesús nos dice: «Aquel día ustedes pedirán en mi nombre y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que el mismo Padre los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo salí de Dios».

Jesús nos pone en contacto con Dios Padre a través del Espíritu Santo y en su Santísimo Nombre; entonces, pidamos al Padre todas las cosas que requerimos para alcanzar la salvación eterna. Jesús eleva nuestra naturaleza humana hasta el cielo; Jesús vive en el corazón de cada uno de nosotros y somos amados por Dios Padre como hijos muy queridos.

Meditando la lectura, intentemos responder: ¿Cómo tomamos la promesa de Nuestro Señor Jesucristo en nuestras vidas? ¿Pedimos a Dios Padre las cosas que necesitamos para alcanzar la salvación eterna? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a amar y confiar más en la Santísima Trinidad.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Instruye siempre, Señor, nuestros corazones con las buenas obras, para que, orientándonos hacia lo mejor, aspiremos a disfrutar plenamente el Misterio pascual.

Amado Jesús, concédenos el coraje de dejarlo todo para seguirte. Haz que, impulsados por tu amor, aceptemos sin dudas embarcamos contigo en cualquier travesía que nos propongas. Enséñanos a no turbarnos durante tus silencios y profundiza nuestro entendimiento para escoger tus caminos. Haz pura y consistente nuestra oración para pedir a Dios Padre, en nombre de tus méritos, con la certeza de que vamos a recibir con alegría y gozo. Concédenos la fe para creer que tú puedes intervenir en cualquier momento con tu poder, para librarnos de todo peligro.

Amado Padre celestial, que los agonizantes y los difuntos, libres de la esclavitud de la corrupción, entren en la libertad gloriosa de tu reino.

Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un comentario de San Agustín:

«“Pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa” (Jn 16,24). Esta alegría plena no es la de los sentidos carnales, sino la alegría espiritual; y cuando sea tan grande que nada pueda añadirse a ella, será evidentemente completa. Así pues, cualquier cosa que pidamos y que tenga como fin la consecución de esta alegría plena es precisamente lo que debemos pedir en el nombre de Cristo, si comprendemos de manera justa el sentido de la gracia divina y si el objeto de nuestras oraciones es la verdadera felicidad en la vida eterna. Cualquier otra cosa que pidamos no tiene valor alguno, no porque sea inexistente por completo, sino porque, frente a un bien tan grande como la vida eterna, cualquier otra cosa que podamos desear fuera de ella es menos que nada».

Hermanos, manifestemos nuestro amor a Cristo amando a nuestros hermanos y, así, convertirnos en canales de gracia y de bien en el nombre de Jesús, para la mayor gloria de Dios. Dispongamos nuestro corazón y mente para aceptar el amor de la Santísima Trinidad; respondamos al amor con alabanzas y acciones de gracias, realizando obras de misericordia, meditando la Palabra, participando en la Santa Eucaristía, rezando el Santo Rosario y desarrollando actividades inspiradas por el Espíritu Santo.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.