LECTIO DIVINA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA VIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«Saben que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre ustedes: el que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor; y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Porque el mismo Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por todos» Mc 10,42-45.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,32-45

En aquel tiempo, los discípulos estaban subiendo por el camino hacia Jerusalén, y Jesús iba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que seguían tenían miedo. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: «Miren, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de Él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará». Se le acercaron los hijos de Zebedeo. Santiago y Juan, y le dijeron: «Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir». Les preguntó: «¿Qué quieren que haga por ustedes?». Contestaron: «Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y el otro a tu izquierda». Jesús replicó: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé, y bautizarse con el bautismo con el que yo me voy a bautizar?». Contestaron: «Podemos». Jesús les dijo: «El cáliz que yo voy a beber lo beberán, y serán bautizados con el bautismo con el que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado». Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, llamándolos, les dijo: «Saben que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre ustedes: el que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor; y el que quiera ser el primero, sea esclavo de todos. Porque el mismo Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por todos».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Si queremos estar con Jesús, debemos ponernos al servicio de los otros, cada uno según sus propias capacidades. No debemos ambicionar estar por encima de los otros, dominarlos, sino estar a su servicio de manera generosa. Jesús ejerció el máximo grado de servicio por nosotros, hasta “dar su vida como rescate por todos”. No es posible servir de un modo más completo y más perfecto que como hizo Jesús» (Albert Vanhoye).

El pasaje evangélico de hoy está integrado por dos textos: el primero es el Tercer anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo que también se encuentra en Mateo 20,17-19 y en Lucas 18,31-34. El segundo texto es la enseñanza que Jesús dio contra la ambición humana, que se ubica también en Mateo 20,20-24.

No podemos saber si Santiago y Juan, al hacer su petición, están anhelando piadosamente la gloria celestial o codiciosamente el poder terrenal. En cualquiera de los casos, su solicitud no se alinea con los planes de Dios, pues buscan intereses personales por encima de los demás. Esta actitud tergiversa el verdadero significado del seguimiento de Jesús, que es ante todo una entrega total y no un trampolín para obtener privilegios. La verdadera senda hacia la gloria es el camino de la cruz, donde la copa simboliza el sufrimiento y el bautismo representa una inmersión profunda en la pasión y muerte de Jesús. En este contexto, Jesús aprovecha la oportunidad para instruir a sus discípulos sobre el verdadero significado del poder y el servicio. Los gobernantes y poderosos del mundo utilizan el poder para abusar y oprimir, pero Jesús instituye el servicio como el requisito fundamental para aquellos que desean estar al frente de una comunidad, ya sea en el ámbito religioso, político o económico. En el reino de Dios, la grandeza y los primeros puestos se alcanzan a través del humilde servicio a los demás, siguiendo el ejemplo de Jesús, que vino no para ser servido, sino para servir y dar su vida por todos.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Muchas veces nosotros también somos hijos de Zebedeo: nos comportamos como Santiago y Juan, y buscamos puestos de honor, el prestigio, la estimación y admiración de las personas, antes que servir al Señor con humildad.

Este texto cuestiona las fibras más íntimas de nuestro corazón, ya que Jesús manifiesta que, quien quiera ser el primero, debe ser el servidor de todos, porque el poder nace del servicio. En este sentido, respondamos lo siguiente: ¿Nuestras acciones están motivadas por la búsqueda del éxito y de honores y privilegios humanos o nuestra vida tiene un sentido cristiano? ¿Cómo reaccionamos ante las personas que, con cualidades menores o similares a las nuestras, desempeñan cargos más importantes? ¿Soportamos con serenidad el rechazo, la indiferencia e incomprensión de muchas personas en nuestra vida y oramos por ellas? Que las respuestas a estas interrogantes nos ayuden a servir a Dios con humildad, sin esperar nada a cambio, tratando con delicadeza a los que sufren, especialmente a los enfermos.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Padre de amor, en tu bondad, concédenos humildad y fortaleza, y recompensa a tus siervos humildes que muestran tu gloria a un mundo cada vez más incrédulo.

Amado Jesús: purifica nuestro corazón y nuestros deseos, y con el poder de tu Santo Espíritu, danos la luz para vencer toda tentación de honores humanos y te sirvamos con humildad, comprendiendo que el verdadero poder del amor está en servir a los demás.

Amado Jesús, tú que dijiste “Vengan a mí los que están cansados y agobiados, que yo los aliviaré”, sé el bálsamo que sane las heridas de nuestra soberbia y otórganos la fortaleza para enfrentar, sin desánimos, el rechazo y la incomprensión de tantas personas.

Amado Jesús, misericordioso Salvador, otorga tu perdón a las almas del Purgatorio, especialmente a las que más necesitan de tu infinita misericordia y permíteles contemplar tu rostro amoroso.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito del beato Guerrico de Igny:

«El hombre fue creado para servir a su Creador. ¿Hay algo más justo, en efecto, que servir al que os ha puesto en el mundo, sin quien no podéis existir? ¿Y hay algo más dichoso que servirle, puesto que servirle es reinar? Pero el hombre dijo a su Creador: “Yo no te serviré” (Jr 2,20). “Pues yo, dice el Creador al hombre, sí te serviré. Siéntate, te serviré, te lavaré los pies” …

Sí, oh, Cristo “servidor bueno y fiel” (Mt 25,21), verdaderamente tú has servido, has servido con toda la fe y con toda la verdad, con toda la paciencia y toda la constancia. Sin tibieza, te has lanzado como un gigante a correr por el camino de la obediencia (Sl 18,6); sin fingir, nos has dado además, después de tantas fatigas, tu propia vida; sin murmurar, flagelado e inocente, no has abierto la boca (Is 53,9). Está escrito y es verdad: “El servidor que conoce la voluntad de su amo y no la cumple recibirá cantidad de azotes” (Lc 12,47). Pero este servidor nuestro, os pregunto ¿cuáles son los actos que no ha llevado a cabo? ¿Qué es lo que ha omitido de lo que debía hacer? “Todo lo ha hecho bien” gritaban los que observaban su conducta; “ha hecho oír a los sordos y hablar a los mudos” (Mc 7,37). Ha llevado a cabo toda clase de acciones dignas de recompensa, entonces ¿por qué ha sufrido tanta indignidad? Presentó su espalda a los latigazos, recibió una sorprendente cantidad de atroces golpes, su sangre chorreó por todas partes. Fue interrogado en medio de oprobios y tormentos, como si fuera un esclavo o un malhechor a quien se interroga para hacerle decir la verdad sobre un crimen. ¡Oh detestable orgullo del hombre que desdeña servir, y que no podía ser humillado por ningún otro ejemplo que el de un tal servidor de su Dios!…

Sí, mi Señor, has pasado muchas penas para servirme; sería justo y equitativo que de ahora en adelante puedas descansar, y que tu servidor, a su vez, se ponga a servirte; su momento ha llegado… Has vencido, Señor, a este tu servidor rebelde; extiendo mis manos para recibir tus ataduras, inclino mi cabeza para recibir tu yugo. Permíteme servirte. Aunque soy un servidor inútil si tu gracia no me acompaña y no trabaja siempre a mi lado (Sab 9,10), recíbeme como tu servidor para siempre».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.