LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«Y si en algún sitio no los reciben ni los escuchan, márchense de allí, sacudan el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia» Mc 6,11.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6,7-13

En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: «Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel lugar. Y si en algún sitio no los reciben ni los escuchan, márchense de allí, sacudan el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia». Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«La caridad me dio la clave de mi vocación… Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor. Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre… Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares… En una palabra, ¡que el amor es eterno…! Entonces, al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús, amor mío…, al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor…! Sí, he encontrado mi puesto en la Iglesia, y ese puesto, Dios mío, eres tú quien me lo ha dado… En el corazón de la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor… Así lo seré todo… ¡Así mi sueño se verá hecho realidad…!» (Santa Teresa del Niño Jesús).

El texto de hoy, denominado “Misión de los doce”, se ubica también en Lucas 9,1-6. En este pasaje evangélico, Jesús, con autoridad divina, inviste a sus apóstoles y los envía a predicar el Reino de los cielos. Ellos habían vivido con Jesús y habían escuchado sus enseñanzas y estaban en condiciones de repetirlas y trasmitirlas. Este envío era como el período de noviciado de los apóstoles.

Jesús los envía solo con la riqueza de su poder y Espíritu para predicar la conversión, vencer a los demonios y curar enfermedades. El éxito de esta misión descansa en la fe que ellos tengan en Dios Padre y en Jesús, que, a la vez, actuará en el corazón de la gente que los escuche. Dicha misión seguirá vigente hasta el fin del mundo porque es la herencia de todo cristiano. Una misión que consiste también en tener plena conciencia de ser canales que expresen la Vida y la Verdad, que es Nuestro Señor Jesucristo.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

La misión que realizaron los apóstoles fue eficaz, ellos dieron a conocer el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo porque tomaron a Jesús como fuente divina de inspiración y modelo de acción; por ello, el Evangelio llega a nosotros después de dos mil años y nuestra Iglesia prosigue con esta misión.

La misión de los consagrados y de los laicos tiene que ver con el equipaje, la hospitalidad y la conducta del misionero, lo cual supone purificar e intensificar nuestra unión con Jesús, una unión viva, lúcida y apasionada. Así mismo, la misión está relacionada también con el desapego a las cosas terrenales, a la aceptación de lo que las personas nos ofrecen y al comportamiento humilde y severo cuando corresponda. Curar heridas, aliviar sufrimientos, regenerar vidas, liberar de miedos, contagiar confianza en Dios, son tareas prioritarias en la actuación de Jesús y en sus apóstoles y seguidores hasta el fin de los tiempos, así bosquejamos un rostro radicalmente diferente a nuestra evangelización.

Hermanos, meditando la palabra, respondamos: ¿En nuestro seguimiento a Jesús, tenemos desapego a las cosas materiales? ¿Rezamos por las personas que tienen necesidades espirituales y materiales? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a purificar el seguimiento a Nuestro Señor Jesucristo, participando activamente en la evangelización de la humanidad con alegría cristiana y acompañados de Nuestra Santísima Madre.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al camino, concede a todos los que se profesan cristianos rechazar lo que es contrario a este Nombre y cumplir cuanto en él se significa.

Dios Padre, concede los dones apostólicos a todos los consagrados de la Iglesia para que, fieles al envío de Nuestro Señor Jesucristo, anuncien el Evangelio, curen a los enfermos y liberen a las personas de sus males físicos y espirituales.

Amado Jesús, ven a nuestra vida, queremos seguirte, envíanos tu Santo Espíritu para que podamos caminar a la luz de tu Palabra y transmitir tu mensaje de amor y misericordia por donde vayamos.

Padre eterno, te suplicamos admitas en tu reino a todos los difuntos de todo tiempo y lugar para que puedan contemplar tu rostro. Protege Señor a las almas de los agonizantes para que lleguen a tu reino.

¡Dulce Madre María!, Madre celestial, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una reflexión del papa Francisco:

«Vivimos en una época de crisis que afecta a muchas áreas de la vida, no solo la economía, las finanzas, la seguridad alimentaria o el entorno, sino también la del sentido profundo de la vida y los valores fundamentales que la animan. La convivencia humana está marcada por tensiones y conflictos que causan inseguridad y fatiga para encontrar el camino hacia una paz estable. En esta situación tan compleja, donde el horizonte del presente y del futuro parece estar cubierto de nubes amenazantes, se hace aún más urgente llevar con valentía a todas las realidades el evangelio de Cristo, que es anuncio de esperanza, reconciliación, comunión; anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación; anuncio de que el poder del amor de Dios es capaz de vencer las tinieblas del mal y conducir hacia el camino del bien.

El hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que solo el encuentro con Cristo puede darle. Traigamos a este mundo, a través de nuestro testimonio, con amor, la esperanza que se nos da por la fe. La naturaleza misionera de la Iglesia no es proselitista, sino testimonio de vida que ilumina el camino, que trae esperanza y amor. La Iglesia -lo repito una vez más- no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una comunidad de personas animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría, compartir el mensaje de salvación que el Señor nos ha dado. Es el Espíritu Santo quien guía a la Iglesia en este camino».

Queridos hermanos: pidamos diariamente la intervención del Espíritu Santo para que nos conceda los dones apostólicos que nos permitan, en el Santísimo Nombre de Jesús, acercar a nuestros hermanos al amor y a la misericordia de Dios. Acompañemos esta petición con la asistencia frecuente a la Santa Eucaristía, la Adoración Eucarística, el rezo del Santo Rosario y las obras de misericordia.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.