LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

SAN LORENZO, DIÁCONO Y MÁRTIR

«Les aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo» Jn 12,24-26.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 12,24-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Les aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Podemos bien comparar al santo mártir Lorenzo al grano de mostaza; triturado por múltiples torturas, mereció ante toda la tierra la gracia de un martirio esplendoroso. Mientras vivía, era humilde, ignorado, corriente; después de haber sido torturado, destrozado y quemado, derramó sobre todos los fieles del mundo el buen olor de su noble alma… Visto desde el exterior, este mártir quemaba gracias a las llamas de un tirano cruel; pero una llama mayor, la del amor de Cristo, le consumía interiormente. A un rey impío le pareció bien añadir leña y hacer arder un fuego más grande aún; san Lorenzo, en el ardor de su fe, no sintió en absoluto estas llamas… Ya ningún sufrimiento de la tierra tiene poder sobre él: su alma está ya en el cielo» (San Máximo de Turín).

Hoy celebramos a San Lorenzo diácono que superó las amenazas y seducciones del mundo, soportando su martirio por amor a Nuestro Señor Jesucristo. Con su sacrificio reveló el poder transformador de la fe cristiana, en la que los pobres materiales y espirituales son la opción fundamental de la acción de la Iglesia.

Lorenzo era uno de los siete diáconos de Roma, es decir, uno de los siete hombres de confianza del papa. Su oficio era de gran responsabilidad, pues estaba encargado de distribuir las ayudas a los pobres.

En el año 257 el emperador Valeriano publicó un decreto de persecución en el cual ordenaba que todo el que se declarara cristiano sería condenado a muerte. El 6 de agosto el Papa San Sixto estaba celebrando la santa Misa en un cementerio de Roma cuando fue asesinado junto con cuatro de sus diáconos por la policía del emperador. Cuatro días después fue martirizado su diácono San Lorenzo.

Nuestro Señor Jesucristo, con la semejanza del grano de trigo durante el proceso de germinación, señala que, para dar fruto, hay que morir a uno mismo. Aunque, no hay nadie que no se ame a sí mismo, siempre se debe poner a Dios en primer lugar, buscando el amor con rectitud, tal como San Lorenzo, diácono y mártir.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

El servicio a Nuestro Señor Jesucristo es un camino que lleva a la gloria. San Agustín decía: «Imitar a Cristo en el servicio de nuestros semejantes, es otro modo de servirle a Él».

Meditemos con un texto de San Ambrosio:

«Cuando san Lorenzo vio que llevaban al obispo Sixto al martirio, se puso a llorar. No fue el sufrimiento de su obispo lo que le hizo derramar lágrimas sino el hecho de que fuera al martirio sin él. Por eso lo interpeló con estas palabras: “¿Dónde vas, Pedro, sin tu hijo? ¿Hacia dónde te apresurar a ir sin tu diácono? ¡Tú tenías la costumbre de jamás ofrecer el sacrificio sin ministro!… Da, pues, prueba de que has escogido a un buen diácono: aquél a quien has encomendado el ministerio de la sangre del Señor, aquél con quien compartes los sacramentos ¿rechazarás comulgar con él el sacrifico de la sangre?” …

El papa Sixto respondió a Lorenzo: “No es verdad que me olvido de ti, hijo mío, ni te abandono, sino que te dejó para que sostengas más grandes combates. Soy viejo y no puedo sostener más que una ligera lucha, pero tú eres joven y te queda mantener un triunfo mucho más grande y glorioso contra el tirano. Muy pronto vendrás, seca tus lágrimas. Dentro de tres días, tú me seguirás…”.

Tres días después Lorenzo fue arrestado. Se le pide que traiga los bienes y los tesoros de la Iglesia. Y promete obedecer. Al día siguiente lleva consigo a los pobres. Le preguntan dónde están los tesoros que debía entregarles. Les enseña los pobres diciendo: “Aquí tenéis los tesoros de la Iglesia. ¿Qué mejores tesoros tendría Cristo sino aquellos de quien dijo: ‘Lo que hagáis a uno de estos pequeños, me lo hacéis a mí’?” (Mt 25,40). Lorenzo mostró estos tesoros y venció porque el perseguidor no tenía ningún deseo de quitárselos. Pero, furioso, lo hizo quemar vivo».

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, con tu ardiente amor, san Lorenzo resplandeció fiel en el ministerio y glorioso en el martirio, concédenos amar lo que él amó y practicar lo que enseñó.

Amado Jesús, tú que generaste la más hermosa respuesta de seguimiento de San Lorenzo mártir, despierta las vocaciones de seguimiento radical en todos, sea cual sea el estado de nuestras vidas.

Amado Jesús, te pedimos por el Papa Francisco, por los obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, para que, a pesar de las fatigas y contrariedades que se presentan en sus ministerios, no desmayen nunca en llevar la Palabra a todos los confines de la tierra.

San Lorenzo mártir, tú que estabas convencido de que el poder de Jesús es superior a cualquier sufrimiento, intercede ante la Santísima Trinidad para que nos otorgue la gracia de poner a Nuestro Señor Jesucristo en el primer lugar de nuestras vidas, ¡siempre! Ruega por los diáconos servidores del pueblo de Dios.

Amado Jesús, justo juez, acudimos a ti para implorar tu misericordia por todos los moribundos y todas las almas del purgatorio, especialmente, por aquellas que más necesitan de tu infinita misericordia.

Virgen María, Madre de la Iglesia y Reina de los Apóstoles, ruega por los ministros del Señor. Madre Santísima, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo a través de San Lorenzo, con un texto de Benedicto XVI:

«El perfume agradable corresponde, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, a la dimensión estrictamente constitutiva de la teología del sacrificio. En Pablo, es expresión de una vida que se ha vuelto pura, de la que no se desprende ya el mal olor de la mentira y de la corrupción, de la descomposición de la muerte, sino el soplo refrescante de la vida y del amor, la atmósfera que es conforme a Dios y sana a los hombres.

La imagen del perfume agradable está unida también a la del hacerse pan: el mártir se ha vuelto como Cristo; su vida se ha convertido en don. De él no procede el veneno de la descomposición del ser vivo por el poder de la muerte; de él emana la fuerza de la vida: edifica vida, del mismo modo que el buen pan nos hace vivir. Su entrega en el cuerpo de Cristo ha vencido el poder de la muerte: el mártir vive y da vida precisamente con su muerte y, de este modo, entra él mismo en el misterio eucarístico. El mártir es fuente de fe.

La representación más popular de esta teología eucarística del martirio la encontramos en el relato de san Lorenzo sobre la parrilla, que ya desde tiempos remotos fue considerado como la imagen de la existencia cristiana: las angustias y las penas de la vida pueden convertirse en ese fuego purificador que lentamente nos va transformando, de suerte que nuestra vida llegue a ser don para Dios y para los hombres».

Queridos hermanos: comprometámonos a servir a Nuestro Señor Jesucristo en nuestras actividades cotidianas, en nuestra familia, trabajo, comunidad y por donde vayamos; hagámoslo de manera especial a través de nuestros hermanos más necesitados espiritual y materialmente.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.