LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XX DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

SAN JUAN EUDES, PRESBÍTERO

«Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y da el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo y luego, ven y sígueme» Mt 19,21.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,16-22

En aquel tiempo, se le acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?». Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». Él le preguntó: «¿Cuáles?». Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo». El joven le dijo: «Todo eso lo he cumplido, ¿qué me falta?». Jesús le contestó: «Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres – así tendrás un tesoro en el cielo – y luego, ven y sígueme». Al oír estas palabras, el joven se fue triste porque poseía muchos bienes.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«El amor celeste…consiste para el hombre en conocer y reconocer a Dios, amándolo más que todo. Este amor proclama: “Amada vida y amado abrazo de la vida eterna, bienaventurada felicidad en la que residen las recompensas eternas, tú, que estás hecha de verdaderas delicias. Tantas, que no puedo ser aun completamente saciada con toda la alegría que está en el interior de mi Dios”. El amor del Cielo debe pasar antes que toda preocupación. Cada obra buena está formada de dos partes: el amor de Dios y amor del hombre… Libre de toda preocupación del siglo, el amor se vuelve hacia lo que en la vida futura es la eternidad en Dios» (Santa Hildegarda de Bingen).

San Juan Eudes nació en 1601 en Normandía. Fue ordenado sacerdote el 20 de diciembre de 1625. Con su mirada puesta en Jesús, su deseo era “restaurar el esplendor del orden sacerdotal”. Con otros sacerdotes fundó una congregación dedicada a las misiones, a la formación espiritual y doctrinal de los sacerdotes y de los seminaristas. Así comenzó la Congregación de Jesús y María. También fundó la orden de Nuestra Señora de la Caridad para acoger y ayudar a las mujeres y a las jóvenes en situación de riesgo.

Promovió el amor a Jesús y a la Virgen María, hablando sin cesar de sus corazones. Obtuvo del obispo de Rennes, en 1670, la facultad de celebrar cada 31 de agosto la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús en su congregación, uniéndose pronto el Monasterio de la Visitación de Paray-le-Monial, motivado por las revelaciones de Santa Margarita María de Alacoque; de esta manera, contribuyó a las primeras peticiones a la Santa Sede para que se instituyese una fiesta en honor del Corazón de Jesús en toda la Iglesia. Murió el 19 de agosto de 1680. Fue canonizado por el papa Pío XI el 31 de mayo de 1925.

Hoy iniciamos la meditación del pasaje evangélico referido al joven rico, en Mateo 19,16-30. Hoy meditamos los versículos del 16 al 22 y mañana meditaremos del 23 al 30. Este texto se ubica luego del pasaje de la indisolubilidad del matrimonio y del pasaje en el que Jesús bendijo a unos niños.

Ante las preguntas del joven rico, Jesús le propone dos etapas consecutivas para entrar en la vida eterna. Para la primera, Jesús señala que los mandamientos de la Ley son un buen comienzo, pero no son la culminación. En los mandamientos que menciona Jesús, en ninguno se refiere explícitamente a Dios; más bien, menciona aquellos que se sustentan en la “regla de oro”: «Haz a los demás como te gustaría que te hicieran a ti» (Lucas 6,31 y Mateo 7,12).

La segunda etapa está comprendida por el mandamiento más grande que Jesús le indicó al joven rico: «Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y da el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo y luego, ven y sígueme». Ante la propuesta de la pobreza evangélica, al joven rico le pareció excesivo el precio que tenía que pagar para ser discípulo de Jesús porque poseía muchos bienes. Una situación opuesta a la de Leví, un recaudador de impuestos, también rico, que aceptó la llamada de Jesús, lo dejó todo y lo siguió. De esta manera, Dios hace posible lo que para el hombre es imposible.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Los planes que Dios tiene para cada uno de nosotros no coinciden con los planes que proyectamos para nuestras vidas; especialmente, si lo que buscamos son las riquezas y los honores humanos. En cambio, los planes divinos, aunque nos desconcierten, tienen una belleza espiritual inigualable.

Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que la verdadera alegría nace de la generosidad inspirada en el amor de Dios, así como de la disponibilidad plena para seguirlo sea cual sea nuestro estado de vida. Así mismo, Nuestro Señor Jesucristo plantea el mandamiento de la perfección a quienes llama para que lo sigan de manera radical, el mismo que planteó al joven rico. De esta manera, Jesús establece para la Iglesia la opción preferencial por los pobres.

Al igual que al joven rico, Jesús pasa cerca de nosotros innumerables veces y no lo advertimos. Estemos atentos para identificar su presencia en cada uno de nuestros hermanos, especialmente, en aquellos que tienen necesidades materiales y espirituales. Jesús también afirma que solo uno es Bueno, con el fin de comparar la inmensidad de la bondad divina frente a la bondad humana.

Hermanos: a la luz de la lectura, conviene preguntarnos: ¿Advertimos la presencia de Nuestro Señor Jesucristo en los hermanos más necesitados? ¿Estamos dispuestos a vivir confiando plenamente en la providencia divina? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a comprender que lo decisivo en nuestras vidas es seguir a Jesucristo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, que elegiste a San Juan Eudes para anunciar al mundo las insondables riquezas del misterio de Cristo, concédenos, te rogamos, que por su palabra y su ejemplo crezcamos en el conocimiento de tu verdad y vivamos según el Evangelio.

Padre eterno, Padre Bueno, tú que modelaste la creación con tu Palabra, ayúdanos a crecer en el amor y en entrega al cumplimiento de las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

Amado Jesús: otorga a la Iglesia los dones para que siempre acoja de manera especial a las personas más necesitadas material y espiritualmente.

Espíritu Santo ilumina nuestros pensamientos y acciones para que siempre reconozcamos a Nuestro Señor Jesucristo en las personas más necesitadas.

Amado Jesús, justo juez, acudimos a ti para implorar tu misericordia por todas las almas del purgatorio, especialmente, por aquellas que más necesitan de tu infinita misericordia.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede por nuestras peticiones ante la Santísima Trinidad. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una homilía de Orígenes:

«Si todos los mandamientos se unieran en estas palabras: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 9,19), es claro que el que cumple este mandamiento es perfecto… Ved lo que está escrito en el Evangelio: después que el Señor oyó al joven y le dijo: «Ve y vende cuanto tienes», el rico empezó a rascarse la cabeza y a manifestar su desagrado…

Queriendo, pues, el Señor reprender al rico, le dice: «Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, dáselo a los pobres»… De esta manera harás ver que efectivamente amas a tu prójimo como a ti mismo. Pero si es perfecto el que tiene todas las virtudes, ¿cómo se hace perfecto el que vende todo lo suyo y se lo da a los pobres?

Supongamos que un hombre cualquiera ha hecho esto, ¿cómo desde aquel momento ese hombre queda, sin cólera, sin concupiscencia, colmado de todas las virtudes y libre de toda malicia? Sin duda parecerá propio de un sabio decir que, al dar sus bienes a los pobres, éstos le favorecen con sus oraciones y que su pobreza espiritual recibirá la abundancia espiritual de aquellos y de este modo, aunque tenga algunas pasiones humanas, se hace perfecto.

O también, el que cambió sus riquezas por la pobreza para hacerse perfecto, será ayudado por la fe que tiene en las palabras de Cristo, para que pueda llegar a ser sabio en Cristo, justo, casto y sin ninguna pasión; pero no de tal manera que en el momento mismo que entrega sus bienes a los pobres sea completamente perfecto, sino que desde aquel día la meditación sobre Dios le irá conduciendo hacia todas las virtudes…

Y es claro, en efecto, que el que obra así tiene un tesoro en el cielo y ha llegado a ser hombre celestial. Porque tendrá en el cielo el tesoro de la gloria de Dios y las riquezas en la sabiduría de Dios. Ese tal podrá seguir a Cristo, porque no habrá posesión alguna que se lo impida».

Queridos hermanos: hagamos el propósito de anunciar a Nuestro Señor Jesucristo a través de nuestras actividades cotidianas y mediante obras de misericordia en favor de las personas más necesitadas material y espiritualmente, ayudando a que más personas lo conozcan y se acerquen a Él.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.