MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA
«Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz» Lc 1,78-79.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 6,17-29
En aquel tiempo, Herodes había mandado a prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto. La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los invitados. El rey le dijo a la joven: «Pídeme lo que quieras, que te lo doy» Y le juró: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino». Ella salió a preguntarle a su madre: «¿Qué le pido?». La madre le contestó: «La cabeza de Juan, el Bautista». Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: «Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista». El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. Enseguida le mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Hemos escuchado tres perversidades igualmente impías: la impía celebración del cumpleaños, el lascivo baile de la muchacha, el temerario juramento del rey, y de cada una de las tres debemos aprender a no comportarnos de ese modo. Bajo esa condena cae Herodes, porque, o debía perjurar o bien, para evitar el perjurio, debía cometer otro delito. Ahora bien, también nosotros juramos en alguna ocasión de una manera demasiado incauta, de suerte que la observancia del juramento nos lleva a un resultado peor. Cambiemos libremente el juramento con una decisión más sensata y, si es necesario, perjuremos antes de caer en un delito más grave al evitar el perjurio» (Beda el Venerable).
Hoy conmemoramos el martirio de Juan Bautista, el precursor de Nuestro Señor Jesucristo, que murió decapitado por anunciar la verdad. El pasaje evangélico describe cómo murió Juan Bautista como resultado de una venganza por denunciar las inmoralidades de Herodes.
Recordemos que Juan Bautista era hijo de Zacarías y de la prima de la Virgen María, Santa Isabel, y que saltó de gozo en el vientre de su madre cuando Nuestra Santísima Madre visitó a Isabel.
Juan Bautista es un ejemplo de entrega a la proclamación de la verdad, que, en clara referencia a Jesús, dijo: «Entre ustedes hay alguien a quien no conocen, que viene detrás de mí; y no soy digno de desatarle la correa de su sandalia».
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«Queridos hermanos y hermanas, celebrar el martirio de san Juan Bautista nos recuerda también a nosotros, cristianos de nuestro tiempo, que el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad, no admite componendas. La Verdad es Verdad, no hay componendas. La vida cristiana exige, por decirlo así, el “martirio” de la fidelidad cotidiana al Evangelio, es decir, la valentía de dejar que Cristo crezca en nosotros, que sea Cristo quien oriente nuestro pensamiento y nuestras acciones. Pero esto sólo puede tener lugar en nuestra vida si es sólida la relación con Dios. La oración no es tiempo perdido, no es robar espacio a las actividades, incluso a las actividades apostólicas, sino que es exactamente lo contrario: sólo si somos capaces de tener una vida de oración fiel, constante, confiada, será Dios mismo quien nos dará la capacidad y la fuerza para vivir de un modo feliz y sereno, para superar las dificultades y dar testimonio de él con valentía. Que san Juan Bautista interceda por nosotros, a fin de que sepamos conservar siempre el primado de Dios en nuestra vida» (Benedicto XVI).
Juan Bautista era la voz que clamaba en el desierto y por más que fue asesinado, jamás se pudo detener la obra de Dios. Él fue víctima de la corrupción, el mal que agobia a muchos países del mundo como consecuencia de la fragilidad espiritual de una importante proporción de personas que gestionan la administración pública y privada.
La causa central de la corrupción está en la fragilidad espiritualidad de las personas; por ello, el tratamiento de dicho problema tiene que ser espiritual. En tal sentido, todos estamos llamados a participar en la eliminación de este flagelo.
Hermanos: a la luz de la Palabra, respondamos: ¿Cómo actuamos frente a las situaciones de corrupción que ocurren en nuestro país y en nuestro entorno? Que las respuestas a esta pregunta permitan que, con la gracia de Dios, participemos más activamente en la lucha contra la corrupción y en la defensa de las causas justas.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Oh, Dios, tú que has querido que san Juan Bautista fuese el precursor de tu Hijo en su nacimiento y en su muerte, concédenos la gracia que, así como él murió mártir de la verdad y la justicia, nosotros luchemos valerosamente por la confesión de tu verdad.
Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, ilumina las mentes de las autoridades de los gobiernos para que siempre actúen con justicia y sean fieles testigos de las enseñanzas de Jesús.
Amado Jesús, misericordia pura, mira con bondad y perdón a las almas del purgatorio, y permíteles alcanzar la vida eterna en el cielo.
Madre Santísima, Madre de la Iglesia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos al santo precursor de Nuestro Señor Jesucristo con el escrito de un monje del desierto:
«Juan creyó en su misión; cree tú en la tuya. No se buscó a sí mismo y nada hizo por dejar su soledad y deslizarse en el séquito privilegiado de Jesús. Amigo del Esposo como era, se regocijó del júbilo del Esposo, contentándose con el terrible aislamiento de las mazmorras de Maqueronte, de donde no salió más que para el cara a cara de la eternidad.
El que Jesús no lo haya llamado al Colegio Apostólico, a la fundación de la Iglesia, a la dicha de su intimidad, no arguye menos amor. De ninguno de los apóstoles hizo panegírico mayor que del que calificó como “más que profeta”: “Os aseguro que no ha surgido entre los hijos de mujer uno mayor que Juan el Bautista” (Mt 11,9-11). Tenía que ser el modelo alentador de las almas que renunciarían a todo, incluso a la suavidad de los favores divinos, para que sea glorificado en ellas y por ellas el Dios mismo de toda consolación. No es poco olvidarse hasta ese extremo y aguantar en el desierto esa suprema austeridad del silencio de Dios sin que se cuarteen ni la fe ni la esperanza.
El Precursor supo comprender la actitud misteriosa de Jesús respecto de él, y en la robustez serena de su fe “por Cristo” -tan distante- “abundaba su consolación” (cf. 2 Co 1,5). Su felicidad no fue otra que la aurora de la salud del mundo (cf. Lucas 2,29-32). Como no ha recibido ministerio alguno en la nueva economía, se oculta en el silencio de la contemplación. De hecho, el amigo del Esposo es también la Esposa, y desde la Visitación no ha salido de la cámara nupcial en la que el Verbo la colma de claridades».
Queridos hermanos: invocando diariamente la inspiración y el auxilio del Espíritu Santo, hagamos el propósito de rezar y de actuar decidida y valerosamente frente a los actos corrupción y de injusticia que ocurren contra las personas más débiles y vulnerables.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.