SOLEMNIDAD DE SANTA ROSA DE LIMA, VIRGEN
«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas» Mt 13,31-32.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas». Les dijo otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente». Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la creación del mundo».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Me encontraba, llena de asombro, en la luz de la más serena contemplación que une todo, cuando en medio de este resplandor vi brillar la cruz del Redentor; y al interior de este arco luminoso divisé la santísima humanidad de mi Señor Jesucristo» (Santa Rosa de Lima).
Hoy celebramos a Santa Rosa de Lima, la primera santa de América, patrona del Perú, de las Américas y de Filipinas. Isabel Flores de Oliva nació en Lima el 20 de abril de 1586 y partió a la Casa del Señor el 24 de agosto de 1617 a los 31 años.
Luego de su muerte, los milagros sucedían en favor de quienes invocaban a Rosa. El papa Clemente IX la beatificó en 1668 y fue canonizada por el papa Clemente X en 1671, proclamándola Patrona de América, Filipinas y las Indias Orientales.
En ella resplandeció la humildad y el servicio a Nuestro Señor Jesucristo de manera admirable. De esta forma, Santa Rosa se convirtió en un canal a través del cual fluye la misericordia y ternura de Nuestro Señor Jesucristo.
En este grandioso día, en el que celebramos a Santa Rosa, meditamos las parábolas del grano de mostaza y de la levadura, que forman parte del “Discurso parabólico de Jesús”, en el capítulo 13 de San Mateo. En este texto Jesús explica la realidad del Reino de Dios, que es muy diferente a la lógica y expectativas humanas.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«Sabemos que, por lo menos desde muy temprano, Rosa acostumbraba a hacer breves invocaciones en procura de ayuda espiritual. Lo primero que dijo o se conoce que dijo fue la jaculatoria: “Jesús, Jesús sea bendito y sea con mi ánima, amén”. Le gustaba tanto decirla y la hallaba tan eficaz, que le quedó “estampada en el corazón” y la rezó toda su existencia… Fue la primera oración y también la última, pues murió exclamando: “Jesús, Jesús sea conmigo”. Ese “Jesús, Jesús sea bendito y sea con mi ánima, amén” que formuló toda su vida es señal que muestra su búsqueda de la gloria de Dios, y no su gozo individual ni el aplacamiento de sus inquietudes personales. De este modo, la jaculatoria que nació como oración vocal se trocó en oración mental y, acaso, alcanzó en el momento supremo a ser oración de unión, porque “toda su vida fue una continua oración”» (Tomado del libro “Santa Rosa de Lima” de José Antonio del Busto).
Las dos parábolas que meditamos hoy, la de la semilla de mostaza y la de la levadura, diagraman en nuestros corazones el reinado de Dios. La pequeñez de la semilla de mostaza hace una referencia clara al don de la humildad como fundamento para el crecimiento y los frutos espirituales, ya que de una minúscula semilla brota la vida maravillosa. Por ello, a través del misterio de la “pequeñez”, Dios elige lo que es débil e insignificante a los ojos del mundo, para renovar el mundo desde su fundamento.
La levadura es el elemento activo que permite que la masa del pan alcance el nivel adecuado de fermentación para ser horneado y convertirse en pan. Representa la acción de la Iglesia como un componente transformador para brindar el pan de los ángeles a través de la Santa Eucaristía y de la Palabra de Dios, buscando siempre la atención preferente de los más débiles y vulnerables: los pobres, tal como lo hacía Santa Rosa de Lima.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Oh, Dios, tú que hiciste que Santa Rosa de Lima, encendida en tu amor, se apartara del mundo y se consagrara solo a ti en la austeridad de la penitencia, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo en la tierra los caminos que conducen a la vida, gocemos en el cielo del torrente de tus delicias.
Santa Rosa de Lima, intercede por todos los pueblos de nuestro continente y del mundo para que la Santísima Trinidad nos fortalezca en la fe, en la esperanza, en salud, paz y justicia.
Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, ilumina las mentes de las autoridades de gobierno para que siempre actúen con justicia y sean fieles testigos de las enseñanzas de Jesús.
Amado Jesús: mira con bondad y misericordia a las almas del purgatorio, y permíteles alcanzar la vida eterna en el cielo.
Madre Santísima, Madre de la Iglesia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo a través de Santa Rosa de Lima con una homilía de Benedicto XVI:
«Rosa de Lima, la cual se llamaba en verdad Isabel, recibió su nombre de una mujer india que trabajaba en su casa paterna. Esta mujer simple condensó en este nombre todo lo que ella había visto y experimentado en Isabel. La rosa representa la reina de las flores y por lo tanto el prototipo de la belleza de la creación de Dios. La rosa no es, sin embargo, solamente placentera a nuestros ojos, sino que con su perfume crea una nueva atmósfera alrededor de nosotros, tocando así todos nuestros sentidos y, por así decirlo, nos arrebata de este mundo cotidiano hacia un mundo mejor y más alto. Ella nos alegra precisamente porque, al menos por un instante, nos hace experimentar también el bien a través de lo bello… Así como la rosa no sólo parece hermosa, sino que de su interior difunde a su alrededor belleza a través de su perfume, así seguramente debió parecerlo también esta niña: por medio de su belleza exterior y también la belleza interior…
En su canonización, la Iglesia ha interpretado este nombre como una forma de testimonio profético y lo ha usado en referencia a una bella expresión de San Pablo, el cual dice de sí mismo que Dios había difundido el perfume del conocimiento de Cristo en el mundo entero a través de él. “Nosotros somos el perfume de Cristo entre aquellos que se salvan” (2 Cor 2,14ss). Aquello que Pablo, el apóstol de los gentiles, una vez pudo decir de su acción, vale ahora de nuevo para la pequeña Rosa, que proviene del país sudamericano, Isabel de Flores: ella se ha convertido en la Rosa de Lima que difunde el perfume del conocimiento de Cristo en el mundo entero…
Rosa de Lima puso en su vida espiritual tres puntos esenciales, que son válidos como programas para la Iglesia de hoy, así como lo fueron en su tiempo.
Como primer punto está la oración, entendida no como recitación de fórmulas, sino como un dirigirse interiormente al Señor, como el estar en su luz, como dejarse incendiar por su fuego santo.
Los otros dos puntos esenciales provienen de aquí espontáneamente: puesto que Rosa ama a Cristo, al despreciado, al doliente, Aquel que por nosotros se ha hecho pobre, ella también ama a todos los pobres que llegaron a ser sus hermanos más cercanos. El amor preferencial por los pobres no es un descubrimiento de nuestro siglo, es un redescubrimiento, puesto que esta jerarquía del amor era bien clara para todos los grandes santos. Era clarísimo sobre todo para Rosa de Lima, cuya mística del sufrimiento con todos los pobres y los que sufren, que brota de la solidaridad con el Cristo doliente.
De aquí deriva también su tercer punto esencial: la misión. A través de sus palabras y de sus reflexiones aparece una perspectiva universalista. Ella deseaba poder ir, libre de las ataduras y de los límites que comporta nuestra corporeidad, a través de las calles de todo el mundo y conducir los hombres hacia el Salvador doliente. Rosa se expresaba de esta manera: “¡Escuchadme, pueblos! ¡Escuchadme naciones! Por mandato de Cristo os exhorto”. Ahora ella está libre de vínculo de un solo lugar; ahora ella va, como santa, por las calles de toda la tierra. Ahora ella vuelve a llamar con la autoridad de Cristo a todos nosotros, a la entera cristiandad, a vivir con radicalidad a partir del centro, de la más profunda comunión con Jesús, porque sólo así y de ningún otro modo el mundo puede ser salvado. “¡Escuchadme, pueblos! ¡Escuchadme, naciones! ¡Por mandato de Cristo os exhorto!” Así nos habla ella hoy. Esta mujer es, por así decirlo, una personificación de la Iglesia latinoamericana: inmersa en el sufrimiento, sin grandes medios exteriores y sin poder, pero aferrada por el fervor de la cercanía de Jesucristo.
Agradezcamos al Señor por habernos dado a esta mujer, démosle gracias por el coraje de su fe, que Jesucristo ha vuelto a despertar aquí en América Latina. Pidámosle que su presencia sea cada vez más fuerte y que su perfume se extienda desde aquí a todo el mundo».
Queridos hermanos: invocando diariamente la inspiración y el auxilio del Espíritu Santo y la intercesión de Santa Rosa de Lima, hagamos el propósito de realizar actos de humildad dirigidos, de manera especial, a los hermanos con más necesidades materiales y espirituales.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.