«Escúchenme todos y entiendan: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre». Mc 7,14-15.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 7,1-8.14-15.21-23
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos meticulosamente, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas. Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?». Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de ustedes, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí, el culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios para aferrarse a la tradición de los hombres». Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchen todos y entiendan: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro del corazón del hombre salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Voy a tratar de preparar mi corazón de forma que le agrade al Señor, que encuentre su delicia, oh, mi Dios, para no oponerme a las gracias inmensas que recibiré, si yo tuviera cuidado de purificarme, si supiese lo que pierdo. Oh, mi Dios, ¡mi ignorancia justifica un poco mi negligencia! … Con mis cuidados me voy a purificar, estaré en estado de beneficiarme con sus visitas, para que pueda venir a mí con agrado. Venga, mi Señor, encontrará, con su santa gracia, mi corazón cada vez más puro» (San Claudio de la Colombière).
El pasaje evangélico de hoy, denominado “Jesús habla sobre la verdadera pureza”, se encuentra también en Mateo 15,10-20. Jesús explica a los discípulos el verdadero significado de la pureza ante Dios y lo hace abriendo un nuevo camino, enseñando que lo impuro en las personas viene de dentro, del corazón, y no de afuera como lo enseñaban los doctores de la ley.
En una época en la que la gente vivía con miedo ante tantas cosas que eran consideradas impuras, Jesús lo cambia todo, ya que a través de Él era posible alcanzar la pureza de cuerpo y del alma. De esta manera, se va produciendo la ansiada liberación.
En el texto se aprecia una primera afirmación de Jesús que no es comprendida por los discípulos, quienes le piden una explicación. Ante esta situación, Jesús señala que Dios todo lo creó puro, que nada de lo que hay en la creación es impuro. Precisa que son el corazón y las acciones del ser humano lo que hace que algo sea bueno o malo ante los ojos de Dios.
Toda esta enseñanza se vuelve una realidad en el peregrinaje misionero de Jesús. Por ejemplo, Jesús purificaba física y espiritualmente a los leprosos, tal como lo podemos apreciar en Marcos 1,40-44. En Marcos 5,25-34, Jesús toca a una mujer impura y queda curada. Jesús también purificaba espiritualmente cuando expulsaba demonios, tal como lo leemos en Marcos 1,26-29, así como en Marcos 3,15-22, y en otros pasajes evangélicos. En Marcos 2,15-17, Jesús come con personas consideradas impuras, sin miedo a ser contaminado y transformando sus vidas. Así mismo, Jesús vence a la muerte, fuente de toda impureza, tal como se lee en Lucas 8,49-56 y en otros pasajes.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
En la actualidad, el desconocimiento de las Sagradas Escrituras, en especial del Nuevo Testamento, sumada a corrientes anticristianas, se convierte en una fuente de especulaciones malignas que profundizan el alejamiento de Dios. Esta situación representa un desafío para todos, sea cual sea el conocimiento que tengamos de la Palabra de Dios. Nos lleva a mirar con todo nuestro ser a la fuente de la pureza, que es Nuestro Señor Jesucristo mediante la lectura orante de la Palabra y la vivencia de sus enseñanzas. Así, llegaremos a comprender que lo que purifica a una persona es el amor, la solidaridad, la justicia, la misericordia, la entrega a los demás y la práctica de todas las virtudes cristianas que se encuentran en las Sagradas Escrituras.
«Si se mantienen fieles a mi Palabra, serán realmente discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres», dice el Señor.
Meditando la lectura, respondamos desde lo profundo de nuestros corazones: ¿Cuál es la comprensión que tenemos acerca de la pureza de corazón? ¿Cómo purificamos nuestra alma en nuestra vida cotidiana? ¿Incorporamos la lectura orante de la Palabra en ese proceso de purificación? ¿Ayudamos a otras personas a purificar su corazón? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a comprender, a purificar nuestro corazón y a practicar el amor a Dios y al prójimo de acuerdo con las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Dios todopoderoso, que posees toda perfección, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre y concédenos que, al crecer nuestra piedad, alimentes todo bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves.
Amado Jesús, fuente infinita de pureza y amor, líbranos de las impurezas que nos atan al pecado, concede salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores y a todos, abundancia de salud y de paz.
Espíritu Santo: instrúyenos e ilumínanos para que no nos aferremos a esquemas mundanos y podamos vivir siempre en la voluntad de Dios Padre y ser portadores del amor, de la pureza, de la paz y de la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo.
Padre eterno y misericordioso, tú que quisiste que tu Hijo resucitara, el primero entre los muertos, concede a los que son de Cristo resucitar con Él, el día de su venida.
Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una enseñanza de San Pío de Pietrelcina:
«En todo momento, a cada instante, guardemos celosamente nuestro corazón de los pensamientos que oscurecen el espejo del alma, que por su naturaleza está destinado a recibir los rasgos y la impresión luminosa de Jesucristo. Jesucristo, sabiduría y fuerza de Dios Padre, pone su marca e inscribe su imagen luminosa sobre él. Entonces, sin reposo, busquemos en nuestro corazón el Reino de los cielos.
Quien no se libra de los malos pensamientos, es imposible que se guarde puro de los pecados del hombre exterior. Si de su corazón no extirpa de raíz los malos pensamientos, ellos lo llevarán a las malas obras.
La causa de la mirada adúltera es que el ojo interior se ha entregado al adulterio y a las tinieblas. La causa del deseo de escuchar infamias es que escuchamos a los demonios infames que están en nosotros. Debemos, entonces, en el Señor, purificarnos en el interior y en el exterior, guardar limpios nuestros sentidos, mantenernos puros alejándonos de toda actividad inspirada por la pasión y el pecado.
Anteriormente, dados a la vida mundana, en la ignorancia y vanidad de nuestra inteligencia, nos mostrábamos serviles con nuestra inteligencia y sentidos a la mentira del pecado. Ahora, retornando a la vida según Dios, con nuestra inteligencia y sentidos es necesario servir a Dios vivo y verdadero, a su justicia y voluntad.
Emprendamos el combate de la inteligencia contra esos demonios, para que su voluntad malvada no llegue a nuestras obras como pecados reales. Si extirpamos de nuestro corazón el pecado, encontraremos en él, el reino de Dios. Con esta bella ascesis, guardemos en Nombre de Dios la pureza y la continua compunción de nuestro corazón.
Cuidad vuestro espíritu con la atención más intensa. Desde que percibáis un pensamiento resistidle sin demora y, al mismo tiempo, apresuraos a invocar a Cristo nuestro Señor para que ejercite su venganza. No habréis terminado de invocarlo y ya el dulce Jesús os dirá: “Estoy aquí, cerca de ti para socorrerte”».
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.