LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA XXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«El Hijo del hombre es Señor del sábado» Lc 6,5.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,1-5

Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: «¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?». Jesús les replicó: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros». Y añadió: «El Hijo del hombre es Señor del sábado».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«No solo por la ternura de sus palabras, sino por la misma práctica y por el ejemplo de sus actos, el Señor Jesús comenzó a despojar al hombre de la observancia de la Ley antigua y a revestirlo del vestido nuevo de la gracia. Así lo conduce ya en día de sábado por los sembrados, es decir, que lo aplica a obras fructuosas. ¿Qué quiere decir sábado, mies, espigas? No se trata de un misterio sin importancia. El campo es todo el mundo presente; la mies del campo es, por la semilla del género humano, la cosecha abundante de los santos; las espigas del campo, los frutos de la Iglesia que los apóstoles remueven por su actividad, nutriéndose y alimentándose de nuestros progresos. Se levantaba ya la mies fecunda de virtudes, con muchas espigas, a las cuales son comparados los frutos de nuestros méritos…» (San Ambrosio).

El pasaje evangélico de hoy también se encuentra en Mateo 12,1-8 y en Marcos 2,23-28. La lectura trata sobre una de las varias controversias que tuvo Jesús con los fariseos sobre el descanso del sábado, específicamente, cuando Él y sus discípulos atravesaban un sembrado de trigo y algunos discípulos sintieron hambre y tomaron algunas espigas y comenzaron a comer sus granos.

Los fariseos increparon a Jesús diciéndole que dicha conducta estaba prohibida; señalaban que las faenas de recolección infringían el reposo del sábado. Jesús defiende a sus discípulos recordando a los acusadores que la misma Escritura mostraba un ejemplo similar, el de David y sus compañeros cuando sintieron hambre; de esta manera, Jesús hace una interpretación auténtica de la Ley. Los judíos, que no recordaban dicho episodio de David, callaron y no pudieron replicar. Jesús fue, incluso, más allá de la antinomia “lícito / ilícito”, indicándoles que «El Hijo del hombre es señor del sábado».

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«Jesús apreciaba el sábado y, como buen judío, lo había incorporado a su espiritualidad: por ejemplo, iba cada semana a la sinagoga, a rezar y a escuchar la Palabra de Dios con los demás. Y cumplía seguramente las otras normas relativas a este día.

Bien vivido, el sábado era y sigue siendo un día sacramental de auténtica gracia para los judíos. Pero lo que aquí critica Jesús es una interpretación exagerada del descanso sabático: ¿cómo puede ser contrario a la voluntad de Dios el tomar en la mano unas espigas, restregarlas y comer sus granos, cuando se siente hambre?» (José Aldazabal).

Jesús, en su infinito amor y misericordia, siempre pone la vida en primer lugar; en especial, las necesidades humanas fundamentales. En el amor de Dios, todo tiene que servir para el bien de la humanidad, toda ley que no permite el desarrollo humano tiene que ser cuestionada y reformulada.

Nuestro Señor Jesucristo, con un amplio conocimiento de las Escrituras, interpreta el espíritu de la Ley en base al amor misericordioso de Dios Padre y de su propio amor por la humanidad. Este hecho es aleccionador para nosotros, Nuestro Señor Jesucristo nos invita a leer la Palabra y a familiarizarnos con ella con el fin de defender la vida, nuestra fe, seguir sus enseñanzas y proclamar su amor.

En un mundo en el que el relativismo moral y religioso van ganando terreno despreciando la vida, debemos asumir el desafío de defender nuestra fe a través de la lectura orante de la Palabra, de la Eucaristía, de la adoración eucarística, de la oración y de una práctica caritativa del amor de Dios.

Hermanos: meditando la lectura, respondamos: ¿Leemos y meditamos la Palabra de Dios con frecuencia? ¿Asistimos a la Santa Eucaristía como debe acudir todo hijo de Dios? Que las respuestas a estas preguntas nos animen a descubrir los tesoros maravillosos de la Palabra de Dios y a vivir el encuentro con Dios vivo a través de la Eucaristía.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Amado Jesús, con plena disposición a seguirte, concédenos la gracia de superar todo prejuicio y obrar siempre con caridad y amor en todo tiempo y lugar, en especial, en favor de nuestros hermanos que tienen mayores necesidades espirituales y materiales.

Espíritu Santo ilumina el alma de todas las personas para que practiquemos con intensidad y fidelidad las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amado Jesús, concede a los difuntos de todo tiempo y lugar tu misericordioso amor para que lleguen al banquete celestial, y no dejes que las almas de las personas moribundas se extravíen para que lleguen a tu Reino.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos al Señor con una homilía de Benedicto XVI:

«La Eucaristía forma parte del domingo. En la mañana de Pascua, primero a las mujeres, después a los discípulos, el Señor les hizo la gracia de verle. Desde entonces han sabido que el primer día de la semana, el domingo, sería un día dedicado a Él, el día de Cristo. El día en que comenzó la creación sería el día de su renovación. Creación y redención van juntas.

Eso es lo que hace que el domingo sea tan importante. Es bueno que, en nuestros días, y en muchas de nuestras culturas, el domingo sea un día libre, o bien que, con el sábado, lleguen a constituir eso que llamamos ahora el “fin de semana” libre. De todas manera, ese tiempo libre, permanece vacío si Dios no está presente.

¡Queridos amigos! Alguna vez, al principio, puede ser que nos sea incómodo el deber de otorgar un lugar para la Misa en el programa del domingo. Pero si tomáis este compromiso, podréis constatar también que es precisamente ella la que da el justo centro al tiempo libre. De ninguna manera os dejéis disuadir de participar en la Eucaristía del domingo, y ayudar también a los demás a descubrirla. Puesto que de ella se desprende el gozo del cual tenemos necesidad; seguramente hemos de aprender a comprender siempre y cada vez más, su profundidad, hemos de aprender a amarla. ¡Comprometámonos en este sentido, vale la pena! Descubramos la profunda riqueza de la liturgia de la Iglesia y su verdadera grandeza: no es que hagamos una fiesta para nosotros, sino todo lo contrario, es el mismo Dios viviente quien prepara una fiesta para nosotros».

Queridos hermanos: hagamos el propósito de realizar obras de misericordia en favor de las personas más necesitadas. Así mismo, hagamos una lectura orante de la Palabra de Dios, presenciemos la Santa Eucaristía, agradezcamos y dialoguemos con Nuestro Señor Jesucristo a través de la Adoración al Santísimo Sacramento, y recemos el Santo Rosario con la dulce intercesión de Nuestra Santísima Madre María.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.

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