LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«El que no está contra nosotros, está a nuestro favor». Mc 9,40.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,38-43.45.47-48

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros». Jesús respondió: «No se lo impidan, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor. Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua, por ser ustedes de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al abismo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Dios mismo es justicia por excelencia. Todas sus obras son justas, ordenadas desde toda la eternidad por su gran potencia, sabiduría y bondad. De la misma manera que lo ajustó todo lo mejor posible, trabaja sin cesar y conduce cada cosa a su fin… La misericordia es la obra de la bondad de Dios; continuará actuando tanto tiempo como se le permita al pecado atormentar a las almas justas. Cuando este permiso sea retirado… todo se establecerá en la justicia, para quedar establecido allí eternamente. Dios permite que caigamos. Pero con su poder y su sabiduría, nos guarda. Por su misericordia y su gracia, nos eleva a una alegría infinitamente más grande. Así quiere ser conocido y amado en la justicia y en la misericordia, ahora y para siempre…» (Juliana de Norwich).

El pasaje evangélico de hoy está integrado por dos textos: el primero denominado “El exorcista anónimo” que también se encuentra en Lucas 9,49-56; y el segundo es el fragmento “Radicalidad ante el pecado”, ubicado también en Mateo 18,6-9 y en Lucas 17,1-4.

En la lectura, los celos misioneros de Juan son descalificados amablemente por Jesús empleando un argumento de sentido común, que abre el corazón de sus discípulos a un apostolado universal, fraterno y distinto. Es decir, sea cual sea la vocación apostólica a la que nos sintamos llamados y las circunstancias en la que debamos ejercerla, la caridad siempre debe ir primero. Esta es la universalidad del evangelio, que no se refiere solo a los destinatarios, sino también a los misioneros, porque hacer el bien es un evangelio universal.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Nuestro Señor Jesucristo se opone a toda mentalidad elitista, ya sea por motivos políticos, ideológicos, laborales o religiosos. Él nos pide dejar de lado actitudes intransigentes, intolerantes y discriminadoras con cualquier hermano que piensa diferente que nosotros. Para Jesús, más importante que la pertenencia de una persona a la comunidad, es hacer el bien que la comunidad debe hacer. Así, Nuestro Señor Jesucristo expresa la universalidad del evangelio con una mentalidad ecuménica.

Así mismo, Nuestro Señor Jesucristo, con la expresión: «Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua, por ser ustedes de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa», valora la sencillez en el servicio, lo cual es un signo de fuerza y esperanza para nosotros.

También, ante la dinámica de la tentación y del pecado, Nuestro Señor Jesucristo exige modificar la forma de actuar, de caminar y de mirar al prójimo, repitiendo tres veces las mismas palabras, en alusión a cortarse la mano, que es un instrumento de acción; a cortarse el pie, que permite recorrer los caminos; o a sacarse el ojo, que representa la ventana del alma. De esta manera y con severidad, Jesús defiende la vida de los pequeños, de los indefensos.

Hermanos: la lectura nos plantea interrogantes valiosos: ¿Separamos a las personas en grupos: los nuestros y los que no lo son? ¿Cómo acogemos a los hermanos que no profesan nuestra fe o están alejados de Dios? Que las respuestas nos ayuden a comprender que, si tenemos en el corazón a Nuestro Señor Jesucristo, nos será fácil aceptar modos de pensar y de actuar diferentes a los nuestros, y nos alegraremos de que el Señor sea predicado de diferentes formas.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, que manifiestas tu poder sobre todo con el perdón y la misericordia, aumenta en nosotros tu gracia, para que, aspirando a tus promesas, nos hagas participar de los bienes del cielo.

Amado Jesús, purifica nuestro corazón y nuestros deseos, y con el poder de tu Santo Espíritu, concédenos la humildad y la sabiduría para reconocer las buenas obras que los demás realizan, y el santo gozo para alabarte y bendecirte por ellos.

Sagrada Familia: te pedimos por todos los gobernantes del mundo para que actúen siempre buscando el bienestar de las personas, inspirados en el amor de Dios.

Amado Jesús, te suplicamos que abras las puertas de tu Reino a los difuntos y protege a las almas de las personas agonizantes para que lleguen a contemplar tu rostro.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de San Agustín de Hipona:

«“El que os dé a beber un vaso de agua, por el hecho de que pertenecéis a Cristo, os aseguro que no quedará sin recompensa”. (Mc 9,45).

Nada se pierde a los ojos de Dios. No hay ningún acto, ningún gesto, ningún pensamiento de nuestra existencia que no tenga relieve a los ojos del Señor. Y esto es así, no por un rostro severo de juez, sino por la infinita misericordia del amor, que llega a hacerse ternura, que no quiere perder nada de la vida del amado. Cada respiro nuestro es importante, para Aquel que nos ha creado. Él está pendiente de nosotros, más de lo que nosotros mismos somos capaces, hasta llegar al fondo de nuestras vidas.

En nuestro tiempo, caracterizado por una impresionante y falsa concentración sobre el propio yo, por un egocentrismo ateo que pretende sustituir el yo a Dios, la atención a los detalles de la vida es algo que sorprende, que le da a cada uno la “centralidad relacional” de la que el corazón siempre tiene una profunda necesidad.

En efecto, siempre está presente en cada uno la necesidad de ser “centro del amor” del otro; el anuncio cristiano no borra el yo, no lo mortifica, sino que lo realiza en toda su grandeza: cumple el deseo de infinito que, paradójicamente, se encuentra en los detalles.

“Cualquiera que os dé de beber un vaso de agua… no quedará sin recompensa”. ¿A quién le importa un vaso de agua? En el frenesí de nuestra época, ¿quién tiene un corazón así? Nuestro Dios, el Dios cristiano, el Emmanuel, Aquel a la luz del cual y en cuya compañía se cumple el yo humano, con todos sus deseos.

Un tal amor, un sentirse querido de tal manera, es la razón de toda posible generosidad hacia el hermano. Sólo la experiencia de la certeza de ser amados y amados definitivamente, dentro y más allá de los propios límites, puede ser y realmente es motor del amor, fuerza dinámica de difusión de la atención al otro, que puede realmente cambiar el rostro de la historia.

El realismo cristiano, que nada oscurece sino que todo lo abraza y lo valora, es la única posición auténticamente humana, porque corresponde a la inteligencia y al corazón…

Cada gesto de nuestra existencia tiene valor delante de Dios y es importante, cara a nuestra salvación eterna: “No quedará sin recompensa”. En este sentido, es necesario recordar que la primacía de la fe no puede nunca traducirse en una minusvaloración de las obras. Evitando cuidadosamente cualquier decaimiento funcionalista y todo activismo excesivo, hoy tan difundidos, el mérito pertenece a la doctrina católica y coloca a las obras humanas en un plano de gran relevancia, junto con la fe, en orden a la responsable consecución participativa de la salvación eterna.

Las obras no nos ganan la salvación, cuyo precio ha sido pagado por Cristo en la Cruz, de una vez para siempre. Al mismo tiempo, ellas no son meramente “manifestativas” de la fe, sino que concurren para recorrer el camino de salvación que el Señor nos ha abierto y que no es posible emprender sin el concurso de la propia libertad. Por esta razón, el pasaje evangélico insiste: “No quedará sin recompensa”.

La Santísima Virgen María, que siempre estuvo atenta a los detalles de la vida y del Hijo y, por tanto, de la Iglesia, nos guíe, como Estrella de cada mañana, en la certeza y en la responsabilidad que nacen del anuncio de que nada nuestro se perderá».

Queridos hermanos: hagamos el propósito de imitar el amor de Nuestro Señor Jesucristo, modelo supremo de amor; hagámoslo a través de la caridad con nuestros hermanos, sin exclusiones y sin esperar nada cambio. Que la caridad, practicada en el Santísimo Nombre de Jesús, sea nuestro estandarte en la vida cotidiana, por donde vayamos.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.