NUESTRA SEÑORA DEL PILAR
BEATO CARLO ACUTIS
«Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen» Lc 11,28.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús estaba hablando, una mujer levantó la voz en medio de la multitud, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron». Pero él le respondió: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Ante vuestro trono, pues, oh Madre Santísima del Pilar, Nos, como Padre común de la familia cristiana, como Vicario de Aquel, a quien fue dado todo poder en el cielo y en la tierra, a Vos, a Vuestro Corazón Inmaculado confiamos, entregamos y consagramos no sólo toda esa inmensa multitud ahí presente, sino también toda la nación española y al mundo, para que vuestro amor y patrocinio acelere la hora del triunfo en todo el mundo del Reino de Dios y todas las generaciones humanas, pacificadas entre sí y con Dios, Os proclamen bienaventurada, entonando con Vos, de un polo al otro de la tierra, el eterno “Magnificat” de gloria, amor y gratitud al Corazón de Jesús, único refugio donde pueden hallarse la Verdad, la Vida y la Paz» (Pío XII).
Hoy celebramos a Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, en su advocación de la Virgen del Pilar. La tradición se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio. Se dice que el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España.
Santiago obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión. Pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, donde está Zaragoza. Allí predicó Santiago.
Según narran los historiadores, en la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando «oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol». La Santísima Virgen, que aún vivía, le pidió al Apóstol que le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que «permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.
El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a construir la iglesia en aquel sitio. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima; por ello, la devoción por la Virgen del Pilar tiene mucho arraigo en España. En 1640 ocurrió el gran milagro del Cojo de Calanda. Un hombre a quien le amputaron una pierna; años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, recuperó su pierna. Era la misma que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro. El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar.
Hoy celebramos también al Beato Carlo Acutis, “el influencer de Cristo”. Nació el 3 de mayo de 1991 en Londres (Inglaterra) donde trabajaban sus padres. Algunos meses después, sus papás se mudaron con él a Milán. Siendo adolescente, a Carlo le diagnosticaron leucemia. Ofreció sus sufrimientos “por el Señor, el Papa y la Iglesia”. Murió el 12 de octubre de 2006, día de la Virgen del Pilar. Fue sepultado en Asís a pedido suyo, debido al gran amor que le tenía a San Francisco. Su causa de beatificación y canonización se abrió en 2013. Fue declarado venerable en 2018 y beatificado el 10 de octubre de 2020 en Asís.
El pasaje evangélico de hoy, denominado “Bienaventuranza de la Palabra”, se encuentra luego de la lectura en la que algunas personas acusaron a Jesús de expulsar demonios en el nombre de Belcebú. Precisamente, después de reducir al silencio a sus adversarios y ante la admiración de la gente, Jesús enuncia una breve bienaventuranza que antepone la escucha y el cumplimiento de la Palabra a cualquier otra acción. La Palabra orienta, y si se cumple, se vive en la novedad permanente, aquella inspirada por el Espíritu Santo.
Así mismo, con esta bienaventuranza universal, Jesús hace uno de los mayores elogios a su madre y madre nuestra, la siempre Virgen María, porque ella escuchó y cumplió la Palabra de Dios. Ella nos enseña cómo acoger la Palabra de Dios, cómo encarnarla, vivirla, profundizarla, hacerla nacer y crecer.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«Predica el evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, utiliza las palabras. Tus actos pueden ser el único sermón que algunas personas escuchen hoy día» (San Francisco de Asís).
Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, fue doblemente bendecida: primero, por concebir al Salvador del mundo y, segundo, por recibir la fe de la Santísima Trinidad. Por ello, inspirada por el Espíritu Santo, Santa Isabel le dice: «Dichosa tú, que has creído» (Lucas 1,45).
Nuestro Señor Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Escuchar y cumplir la Palabra significa seguir el camino que Jesús ha trazado, creer en la Verdad que Él propone y convertirla en vida plena en su Santísimo Nombre. Al respecto, es importante señalar que todos somos predicadores de la Palabra, lo hacemos diariamente con nuestras acciones. En este sentido, escuchar y vivir la Verdad es entregarse de lleno a la novedad permanente que el Espíritu Santo le imprime a cada instante a la Palabra. Y esto, no solo por una decisión personal, sino por la docilidad de nuestro corazón. Docilidad que es gracia que debemos pedir a la Santísima Trinidad.
Nuestro Señor Jesucristo también nos invita a mirar a Nuestra Madre María como la que creyó, como la discípula de su vida, pasión, muerte y resurrección. Ella, Nuestra Madre, escuchó y custodió su Palabra como un tesoro vivo, de acción maternal para con todos sus hijos. Ella es un ejemplo maravilloso de docilidad. Lo podemos ver en la Anunciación (Lc 1,26-38); en la Visitación (Lc 1,39-45); en el maravilloso cántico del Magnificat (Lc 1,46-56). En el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo (Lc 2,1-10); en la Presentación del Niño Jesús (Lc 2,21-38). O también cuando Jesús, a los doce años, fue hallado en el templo (Lc 2,39-52).
Por ello, hermanos, meditando el pasaje evangélico, respondamos: ¿Meditamos la Palabra de Dios y la convertimos en acción evangelizadora en nuestras vidas? ¿Seguimos el ejemplo de Nuestra Santísima Madre? ¿Acudimos a ella como intercesora? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a comprender, con la ayuda del Espíritu Santo, la Palabra y los misterios de Nuestro Señor Jesucristo en compañía de Nuestra Santísima Madre.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Padre amado, que en la gloriosa Madre de tu Hijo amado has concedido y concedes un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oh, Dios, Padre eterno, gracias por habernos dado a Carlo, modelo de vida para los jóvenes y mensaje de amor para todos. Tú has hecho que se enamore de tu hijo Jesús, haciendo de la Eucaristía su «autopista hacia el cielo». Tú le has dado a María como Madre muy amada, y has hecho que con el Rosario se convirtiese en un cantor de su ternura. Acoge su intercesión por nosotros. Mira sobre todo a los pobres, a quienes él amó y ayudó. También a concédenos, por su intercesión, la gracia que necesitamos y haz que nuestra alegría sea plena, conduciendo a Carlo entre los santos de la Iglesia universal, a fin de que su sonrisa siga resplandeciendo para nosotros y para gloria de tu nombre. Amén.
Santísima Trinidad, te suplicamos abras los ojos del corazón de toda la humanidad para que todos podamos contemplar tus maravillas a través de tu Palabra y de la acción amorosa que inspiras, creando caminos de paz y progreso para todas las personas, dejando de lado los sentimientos negativos que provocan división y guerras.
Padre eterno, con la intercesión de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, concede, por tu amor y misericordia, el perdón de las faltas de todos los difuntos, para que sean contados entre tus elegidos.
Madre Santísima, lucero de la mañana, enséñanos a escuchar, meditar y obedecer a la Palabra del Señor.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Dios con una homilía de Beda el Venerable:
«Las palabras de María concuerdan con aquellas del Señor con las que proclamó bienaventurada no sólo a la madre que le había engendrado según el cuerpo, sino también a todos los que observan sus preceptos. En efecto, dado que todos se maravillaban de su sabiduría y su poder cuando enseñaba al pueblo en algún lugar o hacía milagros, “una mujer de entre la multitud dijo en voz alta: ‘Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron’” (Lc 11,27). Y él, aunque acogió de buena gana el testimonio dado a la verdad, respondió en seguida: “Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”, para que tanto aquella mujer como todos los que escuchaban confiaran en que podían llegar a ser bienaventurados si obedecían los preceptos divinos. Era como si dijera abiertamente: aunque gozó del privilegio de una singular bienaventuranza aquella que, virgen, fue digna de llevar en su seno, engendrar y alimentar al Hijo encarnado de Dios; no obstante, obtendrán también un lugar privilegiado en la vida eterna aquellos que creen en él y le aman con corazón puro, aquellos que llevan bien grabados en la mente sus preceptos, aquellos que se las ingenian para alimentarla también en el alma del prójimo con exhortaciones continuas».
Hermanos, dirijámonos al Señor y digámosle: Señor, deseamos asumir el compromiso de leer, escuchar, meditar tu Palabra de vida eterna, y convertirla en acción evangelizadora en nuestras vidas. Nos comprometemos también a meditar la acción dócil y amorosa de Nuestra Santísima Madre.
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.