LECTIO DIVINA DEL DOMINGO DE LA SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

«Les aseguro que esa pobre viuda ha puesto en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de los que les sobra, pero ella ha dado todo lo que tenía para vivir». Mc 12,43-44.

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,38-44

En aquel tiempo, Jesús enseñaba a la gente y les decía: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencia en la plaza; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de la viuda, con pretextos de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa». Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y puso dos monedas de poco valor. Llamando a sus discípulos, les dijo: «Les aseguro que esa pobre viuda ha puesto en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de los que les sobra, pero ella ha dado todo lo que tenía para vivir».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

 

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«¿Acaso no se resume todo el Evangelio en el único mandamiento de la caridad? Por tanto, la práctica de la limosna se convierte en un medio para profundizar nuestra vocación cristiana. El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor. Por tanto, lo que da valor a la limosna es el amor, que inspira formas distintas de dar, según las posibilidades y las condiciones de cada uno». (Benedicto XVI).

El pasaje evangélico de hoy, denominado “La ofrenda de la viuda: el valor del corazón”, también se encuentra en Lucas 21,1-4. En la lectura se observan dos estilos de religiosidad: mientras muchas personas simbolizan la acumulación de riqueza, la viuda da su ofrenda con generosidad. Ella representa a los excluidos de Israel, que no da lo que le sobra, sino que pone en manos de Dios todo lo que tiene y con un desprendimiento extremo. ¡Con cuánta alegría volvería aquella mujer a su casa, después de haber dado todo lo que tenía!

Con su enseñanza, Jesús nos invita a reflexionar sobre la autenticidad de nuestra entrega a Dios y cambia el concepto de limosna parcial por el de solidaridad total, destacando un aspecto fundamental en la vida del cristiano: la calidad de las ofrendas. Este pasaje muestra que la contabilidad de Nuestro Señor Jesucristo es distinta a la humana.

 

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

La escena de la viuda es un testimonio de un amor radical y desinteresado hacia Dios. Jesús, al elogiar su ofrenda, no se enfoca en el valor material de las monedas, sino en el valor espiritual del acto: la entrega completa de sí misma. En un mundo que frecuentemente valora lo visible y cuantificable, este pasaje nos recuerda que el verdadero valor está en el amor que ponemos en nuestras acciones. La viuda no retiene nada para sí; confía plenamente en la providencia de Dios. La providencia no niega el valor de la previsión, pero nos aproxima y une a la verdadera riqueza, que es la solidaridad, la entrega a los demás por el amor de Dios. De esta manera se transita de la ostentación a la profundidad del corazón.

Como cristianos, estamos llamados a examinar nuestra entrega: ¿damos desde la abundancia o desde el corazón? San Pablo nos recuerda: «Dios ama al que da con alegría» (2 Cor 9,7). La generosidad cristiana no se mide en cifras, sino en el espíritu de confianza y amor. Este Evangelio nos desafía a valorar más el don de nuestra vida que cualquier otra ofrenda material. La viuda, con su pequeño gesto, nos revela el poder transformador de la fe cuando se vive con humildad y sencillez; su desprendimiento heroico redefine y revitaliza también el concepto de providencia, uniéndolo al amor confiado en Dios Padre y a la humildad.

Toda limosna debe ser una expresión legítima de un solidario desprendimiento y de una autoentrega a Dios y al hermano; debe ser una expresión del amor que permite tener en la tierra lo que deseamos poseer en el cielo. Una limosna así cura las heridas del alma, permite alcanzar gracias espirituales y conseguir el perdón de Dios. «Jamás será pobre una casa caritativa», decía el santo Cura de Ars.

Hermanos: haciendo silencio en nuestro corazón, respondamos: ¿Buscamos los honores y el reconocimiento humano o confiamos en las recompensas escondidas de la Santísima Trinidad? ¿Practicamos la solidaridad con las personas más necesitadas? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden participar en la construcción de una sociedad más solidaria y fraterna, siguiendo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús, María y José nos aman!

 

  1. Oración

Dios de poder y misericordia, aparta, propicio, de nosotros toda adversidad, para que, bien dispuestos cuerpo y espíritu, podamos aspirar libremente a lo que te pertenece.

Espíritu Santo derrama tu santa luz y otórganos los dones de la fraternidad y solidaridad. Inspira en la humanidad un amor más profundo por todos nuestros semejantes, para que los gobernantes de todos los países tengan siempre la opción preferencial por los más necesitados.

Amado Jesús, tú que has recorrido la senda de la humildad y la sencillez, te suplicamos nos enseñes a no depender de los bienes materiales, sino que nuestra confianza esté puesta en ti, Dios verdadero.

Amado Jesús, imploramos tu misericordia para que todas las almas del purgatorio hereden la vida eterna.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, concédenos un corazón generoso que sepa dar y darse. Madre buena, intercede por nuestras peticiones ante la Santísima Trinidad. Amén.

 

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Jesús, quien observa atentamente nuestra vida y nuestras acciones, no para juzgar, sino para amar y guiar. La ofrenda de la viuda nos llama a mirar más allá de lo material, a ver con los ojos de Dios. En este acto de humildad y entrega total, encontramos la esencia del amor cristiano. Hoy, propongámonos vivir con un corazón generoso, dispuesto a dar, no desde lo que sobra, sino desde lo que realmente significa algo para nosotros; así, cada acto de amor se convierte en una moneda que depositamos en el Templo del Reino de Dios, un Reino de entrega, fe y esperanza.

Contemplemos al amor de Dios con un texto de Santa Teresa de Calcuta:

«Debéis dar lo que os cueste alguna cosa. No basta con dar solamente eso de lo que podéis prescindir, sino también de aquello de lo que no podéis ni queréis prescindir, aquellas cosas a las cuales estáis atadas. Entonces vuestro don llegará a ser un sacrificio precioso a los ojos de Dios… A eso yo le llamo el amor en acto. Todos los días veo crecer este amor, en los niños, en los hombres y en las mujeres.

Un día bajaba yo por la calle; un mendigo se me acerca y me dice: “Madre Teresa, todo el mundo te hace regalos; también yo quiero darte alguna cosa. Hoy he recibido tan sólo veintinueve céntimos en todo el día y te los quiero dar”. Reflexioné un momento; si acepto estos veintinueve céntimos (que no valen prácticamente nada), es probable que él no pueda comer esta noche; y si no se los acepto, le voy a dar un disgusto. Entonces, extendí la mano y tomé el dinero. Nunca, jamás había visto sobre ningún rostro tanto gozo como en el de este hombre, por el mero hecho de haber podido dar algo a la Madre Teresa ¡Se sintió muy feliz! Fue para él, que había mendigado todo el día bajo el sol, un enorme sacrificio el darme esta irrisoria cantidad con la que no se podía hacer nada. Pero fue maravilloso también porque estas pequeñas monedas, a las que renunciaba, llegaban a ser una gran fortuna porque habían sido dadas con tanto amor».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.

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