LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B

SAN MARTÍN DE TOURS, OBISPO

«Si ustedes tuvieran fe como un granito de mostaza, dirían ustedes a ese árbol: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”. Y les obedecería» Lc 17,6.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,1-6

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. ¡Tengan cuidado! Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, lo perdonarás». Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe». El Señor contestó: «Si ustedes tuvieran fe como un granito de mostaza, dirían ustedes a ese árbol: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”. Y les obedecería».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Los méritos de Martín de Tours son demasiado grandes para que podamos formularlos con palabras. Nunca pasó un solo instante en el que no se entregara a la oración o no se aplicara a la lectura de las Sagradas Escrituras, y ni en la lectura ni en cualquier otra cosa que hiciera disminuía la intensidad de la oración en su alma». (Sulpicio Severo).

Hoy celebramos a San Martín de Tours, obispo. Nació en Panonia, Hungría, en el año 315. En su juventud tuvo una orientación hacia la carrera militar, participando en la guardia imperial romana desde los 15 años. A los 21 tuvo un encuentro en sueños con Jesús, quien le dijo “Hoy me cubriste con tu manto”, después de que cortara su capa para abrigar a un mendigo que tenía mucho frío.

Luego se hizo bautizar y dejó la guardia romana, y se convirtió en discípulo del obispo San Hilario. Después algunos años dedicados a la oración y al estudio de las Escrituras, en el año 370, fue nombrado obispo de Tours, ayudando a evangelizar muchos territorios rurales de Francia. Murió en el año 397.

El pasaje evangélico de hoy, que también se encuentra en Mc 9,42 y en Mt 18,6-7.15-22. Jesús habla a sus discípulos sobre la gravedad de causar escándalo y la necesidad de vivir con una fe auténtica. En la Palestina del siglo I, la vida estaba profundamente entrelazada con la comunidad religiosa, y los “pequeños” a quienes Jesús menciona eran aquellos más vulnerables en la fe, como los niños o los nuevos creyentes. Los escándalos –acciones que desvían a otros de la vida de fe– eran una preocupación constante en un contexto en el que el honor y la integridad moral sostenían las relaciones sociales. Jesús exhorta a evitar cualquier tropiezo que pueda apartar a otros de la comunión con Dios, pues las consecuencias espirituales son de gran magnitud. A continuación, enseña sobre el poder de la fe, señalando que incluso una fe “como un grano de mostaza” es suficiente para realizar grandes cosas. En este contexto, Jesús invita a sus seguidores a asumir la responsabilidad de su vida espiritual y a reconocer el poder transformador de una fe sincera y activa, que no solo guía, sino que ilumina a otros.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Jesús nos invita a examinar la influencia que nuestras acciones tienen en la vida de los demás; para ello utiliza una imagen fuerte y dramática al advertir que sería preferible que una piedra de molino atada al cuello nos lanzara al mar antes que ser causa de tropiezo para otros. En una época de interacciones rápidas y superficiales, esta advertencia resuena en nosotros como una llamada a vivir con autenticidad, conscientes de que nuestras palabras y actos pueden acercar o alejar a otros de Dios. Jesús se refiere a los que escandalizan a los niños, los pequeños e indefensos; una situación que ocurre también en la actualidad con el aborto y los atentados contra la pureza de la niñez a través de los mecanismos de la ideología de género, inspirada en la oscuridad.

Jesús también nos habla sobre la fe, revelando que incluso la más pequeña semilla de fe contiene un poder inmenso. No necesitamos una fe perfecta o heroica para actuar en el mundo; basta con una confianza sincera en Dios, quien obra a través de nosotros. Este Evangelio nos desafía a vivir con integridad, a cultivar la humildad, y a creer que nuestra fe, aunque pequeña, puede hacer maravillas. Nos llama a ser testimonio vivo y a fortalecer nuestra relación con Dios, pues en esa intimidad encontramos la verdadera paz y el poder para no ser causa de tropiezo, sino de edificación.

Hermanos: con estas reflexiones, intentemos responder: ¿Defendemos a la niñez y a los indefensos de los ataques del mundo? ¿Perdonamos con facilidad a nuestros hermanos? ¿Cómo practicamos nuestra fe? ¿Pedimos a Dios que aumente nuestra fe? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a aumentar y consolidar nuestra fe a través de la oración al Espíritu Santo y de su ejercicio constante mediante la defensa de la vida y el servicio en favor de las personas más necesitadas.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, que fuiste glorificado con la vida y la muerte de tu obispo san Martín de Tours, renueva en nuestros corazones las maravillas de tu gracia, para que ni la vida ni la muerte puedan apartarnos de tu amor.

Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, otórganos la sabiduría, el discernimiento y la fe para mantenernos alejados de las tentaciones de la vanagloria, del orgullo y la gratitud terrena.

Amado Jesús, extiende tu rostro de perdón a todos los difuntos de todo tiempo y lugar, especialmente, a los que más necesitan de tu infinita misericordia.

Madre Santísima, Reina de la paz, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Contemplemos a Jesús, quien nos invita a confiar plenamente en el poder de la fe, por pequeña que sea. Hoy, hagamos el propósito de cultivar nuestra fe en cada decisión y de ser conscientes de nuestro impacto en la vida de los demás. Que el amor de Cristo transforme nuestras intenciones, y que nuestra vida sea una semilla de esperanza para quienes nos rodean. Recordemos que en cada acto de humildad y en cada palabra de aliento estamos sembrando la paz que viene de Dios y que nuestra fe, aunque pequeña, tiene el poder de transformar corazones.

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con una homilía de Benedicto XVI:

«Jesús educó a sus discípulos a crecer en la fe, a creer y a confiar cada vez más en él, para construir su propia vida sobre roca. Por esto le piden: “Auméntanos la fe” (Lc 17,6). Es una bella petición que dirigen al Señor, es la petición fundamental: los discípulos no piden bienes materiales, no piden privilegios; piden la gracia de la fe para que oriente e ilumine toda la vida; piden la gracia de reconocer a Dios y poder estar en relación íntima con él, recibiendo de él todos sus dones, incluso los de la valentía, el amor y la esperanza.

Sin responder directamente a su petición, Jesús recurre a una imagen paradójica para expresar la increíble vitalidad de la fe. Como una palanca mueve mucho más que su propio peso, así la fe, incluso una pizca de fe es capaz de realizar cosas impensables, extraordinarias, como arrancar de raíz un árbol grande y trasplantarlo en el mar (Lc 17,6). La fe —fiarse de Cristo, acogerlo, dejar que nos transforme, seguirlo sin reservas— hace posibles las cosas humanamente imposibles, en cualquier realidad. Nos da testimonio de esto el profeta Habacuc… Implora al Señor a partir de una situación tremenda de violencia, de iniquidad y de opresión; y precisamente en esta situación difícil y de inseguridad, el profeta introduce una visión que ofrece una parte del proyecto que Dios está trazando y realizando en la historia: “El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe” (Ha 2,4). El impío, el que no actúa según la voluntad de Dios, confía en su propio poder, pero se apoya en una realidad frágil e inconsistente; por ello se doblará, está destinado a caer; el justo, en cambio, confía en una realidad oculta pero sólida; confía en Dios y por ello tendrá la vida.

La fe os da la fuerza de Dios para tener siempre confianza y valentía, para seguir adelante con nueva decisión, para emprender las iniciativas necesarias a fin de dar un rostro cada vez más bello a vuestra tierra. Y cuando encontréis la oposición del mundo, escuchad las palabras del Apóstol: “No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor” (2Tm 1,8). Hay que avergonzarse del mal, de lo que ofende a Dios, de lo que ofende al hombre; hay que avergonzarse del mal que se produce a la comunidad civil y religiosa con acciones que se pretende que queden ocultas. La tentación del desánimo, de la resignación, afecta a quien es débil en la fe, a quien confunde el mal con el bien, a quien piensa que, ante el mal, con frecuencia profundo, no hay nada que hacer. En cambio, quien está sólidamente fundado en la fe, quien tiene plena confianza en Dios y vive en la Iglesia, es capaz de llevar la fuerza extraordinaria del Evangelio. Así se comportaron los santos y santas que florecieron a lo largo de los siglos… así como laicos y sacerdotes de hoy, conocidos por vosotros… Que sean ellos quienes os mantengan siempre unidos y alimenten en cada uno el deseo de proclamar, con las palabras y las obras, la presencia y el amor de Cristo».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.

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