SAN ANDRÉS, APÓSTOL
«Vengan y síganme, y los haré pescadores de hombres» Mt 4,19.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 4,18-22
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llamaban Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Vengan y síganme, y los haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Andrés, después de permanecer con Jesús y de aprender de él muchas cosas, no escondió el tesoro para sí solo, sino que corrió presuroso en busca de su hermano para hacerle partícipe de su descubrimiento. Fíjate en lo que dice a su hermano: Hemos encontrado al Mesías, que significa Cristo. ¿Ves de qué manera manifiesta todo lo que había aprendido en tan breve espacio de tiempo? Pues, por una parte, manifiesta el poder del Maestro que les ha convencido de esto mismo y, por otra, el interés y la aplicación de los discípulos, quienes ya desde el principio se preocupaban de estas cosas. Son las palabras de un alma que desea ardientemente la venida del Señor, que espera al que vendrá del cielo, que exulta de gozo cuando se ha manifestado y que se apresura a comunicar a los demás tan excelsa noticia. Comunicarse mutuamente las cosas espirituales es señal de amor fraterno, de entrañable parentesco y de sincero afecto» (San Juan Crisóstomo).
Hoy, a pocos días del inicio del nuevo año litúrgico, celebramos la fiesta de San Andrés, el primer llamado por Jesús. Su nombre significa “valeroso”. Andrés predicó en Grecia, el mar Negro y el Cáucaso, llegando a ser obispo de Bizancio; por ello, se le considera el patriarca de la Iglesia ortodoxa griega. Dio ejemplo heroico de amor al signo de la cruz; murió martirizado durante el reinado de Nerón en el año 60. Cuenta la tradición que fue amarrado en una cruz en forma de X, desde la que predicó durante dos días; por eso es llamado el “apóstol de la cruz”.
El escenario del llamado de San Andrés es el mar de Galilea, una región humilde y sencilla, pero vital para la economía y la vida cotidiana de los judíos. Este lago, rodeado de colinas, era el centro de la actividad pesquera, un oficio transmitido de generación en generación. Andrés y su hermano Pedro eran pescadores, hombres comunes que vivían en la periferia del poder político y religioso de Jerusalén. Galilea, lejos de ser un lugar central en términos políticos, era el espacio donde Jesús iniciaría su ministerio, mostrando que el Reino de Dios nace entre los humildes y los olvidados.
Andrés, discípulo de Juan el Bautista, ya había oído hablar del Cordero de Dios (Jn 1,35-40), y su encuentro con Jesús lo lleva a abandonar sus redes para seguir una nueva vocación: ser pescador de hombres. Este contexto revela la universalidad del mensaje cristiano: el llamado a seguir a Cristo no discrimina, sino que transforma lo ordinario en extraordinario.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
Hay llamadas de Nuestro Señor Jesucristo que son categóricas, como la de Andrés y Pedro; otras son silenciosas y con mucha dulzura; otras son fulminantes, como la de Pablo. Cuando el Maestro nos dice: «Vengan y síganme, y los haré pescadores de hombres» y aceptamos el don inmerecido de este llamado y, con alegría vamos tras de Él, encontramos el verdadero sentido a nuestra vida y se ilumina nuestro presente y futuro.
Estas palabras resuenan como un eco eterno, una invitación que trasciende el tiempo y el espacio. Jesús no llama a los preparados ni a los poderosos; llama a pescadores, a hombres de manos callosas y corazones abiertos. Andrés y Pedro no piden explicaciones ni garantías; dejan sus redes inmediatamente, porque reconocen en Jesús algo que transforma su existencia. Es una vocación irresistible, es el discipulado permanente, es para toda la vida.
¿Cuántas veces el Señor nos invita a dejar nuestras «redes», esas seguridades humanas que nos atan? Andrés nos enseña que el verdadero discipulado comienza con el abandono confiado en Aquel que todo lo puede. Su respuesta es radical y libre, recordándonos que el seguimiento de Cristo exige una entrega total, una renuncia a lo superfluo para abrazar lo eterno.
El símbolo de las redes nos interpela. ¿Qué estamos dispuestos a dejar para seguir a Jesús? En un mundo que valora la acumulación y la comodidad, la respuesta de Andrés nos desafía a priorizar el Reino de Dios, a reconocer que solo en Cristo encontraremos el propósito último de nuestra existencia. Este pasaje nos invita a meditar: ¿qué estoy dispuesto a sacrificar para ser fiel al llamado de Jesús?
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Señor, humildemente pedimos a tu majestad que, así como san Andrés, apóstol de tu Iglesia, brilló como predicador y pastor, sea también nuestro perpetuo intercesor delante de ti.
San Andrés, intercede por nosotros para que, con mucho amor, sigamos tus enseñanzas con mansedumbre y humildad. Que aprendamos de ti a amar la cruz que llevamos para dar testimonio de Cristo.
Espíritu Santo, fortalece la perseverancia de las comunidades cristianas para anunciar el Reino de los cielos y seguir con la misión de acercar a la humanidad a Nuestro Señor Jesucristo. Santo Espíritu, inflama los corazones de todas las personas con el fuego de tu amor para que todos sintamos la vocación irresistible de seguir a Nuestro Señor Jesucristo.
Padre eterno, tú que enviaste a Nuestro Señor Jesucristo al mundo para salvar a los pecadores, concede a todos los difuntos el perdón de sus faltas.
Santa Madre de Dios, Reina de la paz, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Imaginemos a Andrés dejando sus redes, caminando tras Jesús por la orilla del mar. Su corazón late con una mezcla de incertidumbre y esperanza. En este silencio contemplativo, dejemos que la llamada de Cristo resuene también en nuestro interior. ¿Qué redes nos impiden seguirle plenamente?
Propongámonos hoy dar un paso concreto hacia el discipulado. Tal vez sea dedicar más tiempo a la oración, reconciliarnos con alguien, o compartir la fe con un amigo. Como Andrés, permitamos que Jesús transforme nuestras vidas ordinarias en instrumentos de su paz y amor. Su llamado no es para mañana; es para hoy. Su voz nos invita a caminar con valentía, sabiendo que, aunque el camino sea incierto, Él es nuestra seguridad.
Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un sermón de Basilio de Seleucia:
«Andrés fue el primero en reconocer al Señor como su Maestro…; dejó atrás las enseñanzas de Juan Bautista para entrar en el seguimiento de Cristo… A la luz de la lámpara (Jn 5,35), buscaba la verdadera luz; bajo su leve resplandor, se ocultaba el esplendor de Cristo… De maestro que era, Juan Bautista se convirtió en servidor y heraldo de Cristo presente ante él: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Este es el que salva de la muerte; éste es el que destruye el pecado. Yo soy el enviado, no el esposo, pero soy el que acompaña al esposo (Jn 3,29). Yo he venido como servidor, no como maestro.
Empujado por estas palabras, Andrés abandona su antiguo maestro y corre hacia aquel que éste anunciaba… su deseo se manifiesta en su diligencia… llevando consigo a Juan, el evangelista. Los dos abandonan la antorcha para seguir al sol… Andrés es la primera planta del jardín de los apóstoles, es él quien abre la puerta a la enseñanza de Cristo, él es el primero en recoger los frutos del campo cultivado por los profetas… Fue el primero en reconocer al profeta del cual Moisés había dicho: “El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharéis” (Dt 18,15) … Reconoció a aquel que anunciaron los profetas y condujo a su hermano Pedro hacia él. Le muestra a Pedro su tesoro: “Hemos encontrado al Mesías (Jn 1,14), a aquel que anhelábamos. Esperábamos su venida: ven ahora a gustar de su presencia” … Andrés conduce a su hermano a Cristo… Era su primer milagro».
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.