LECTIO DIVINA DE LA FERIA PRIVILEGIADA DEL MIÉRCOLES DE LA SEMANA III DE ADVIENTO – CICLO C

«Miren, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”». Mt 1,23 e Is. 7,14.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,18-24

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto. Pero apenas había tomado esta decisión, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas aceptar a María por esposa, pues la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese todo lo que había dicho el Señor por el profeta: «Miren, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”». Cuando José despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a María como esposa.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«José, hijo de David, tú no eres un simple espectador del misterio; tú eres parte esencial del plan divino. A través de tu obediencia, el Verbo se hizo carne en un hogar humano. ¡Qué gran fe tuviste al aceptar lo que no entendías! Tus manos trabajadoras sostuvieron al Salvador del mundo, y tu corazón justo protegió al Emmanuel. Aprendamos de ti a no temer la voluntad de Dios, porque en ella encontramos la verdadera paz» (San Bernardo de Claraval).

En cualquier tiempo litúrgico, los días que no son domingo se denominan ferias. Como norma, las ferias ceden su celebración a todas las solemnidades y fiestas, combinándose con las memorias libres y obligatorias. Pero, dentro de los días feriales hay una jerarquía, hay ferias que tienen preferencia sobre cualquier otra celebración. En Adviento, las ferias de la última semana tienen preferencia sobre las memorias obligatorias y se les llama “ferias privilegiadas”. Estas tienen la finalidad de prepararnos más intensamente para la Navidad.

En la feria privilegiada de hoy meditamos el Nacimiento del Mesías. La lectura pone atención en José, a quien Dios Padre le concedió el honor de dar el nombre al Salvador, que es el “Nombre sobre todo nombre”, y de ejercer la paternidad legal de Jesús.

Este episodio resalta de manera maravillosa que el plan anunciado por Dios, por medio de los profetas, se lleva a cabo con el nacimiento de Jesús, tal como lo anunció el profeta Isaías (Is 7,14): «Miren, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios con nosotros”».

La venida al mundo de Jesús fue en el tiempo, pero Él ya era Hijo de Dios antes de todos los tiempos; el Salvador misericordioso y desconcertante, Nuestro Señor Jesucristo.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«¿Qué nos enseñan, pues, los elegidos del Señor? Que Dios camina con nosotros, que Dios hace historia, que Dios nos pone a prueba y que Dios nos salva en los momentos más malos, porque es nuestro Padre. Y, según Pablo, es nuestro papá. Que el Señor nos haga entender este misterio de su caminar con su pueblo en la historia, de su poner a prueba a sus elegidos y la grandeza de corazón de sus elegidos, que cargan sobre sí los dolores, los problemas, incluso la apariencia de pecadores —pensemos en Jesús— para sacar adelante la historia» (Papa Francisco).

Dios Padre nos invita a dejarnos conducir por el Espíritu Santo tal como lo hizo José, hombre justo, que escuchó y puso en práctica los mandatos del Señor. José nos muestra que nuestra vocación cristiana es la de ser colaboradores del plan de Dios y su obediencia consiste en asumir su misión.

Este texto nos invita a reflexionar sobre nuestra propia disposición a obedecer la voz de Dios. ¿Somos capaces de acoger sus planes, incluso cuando desafían nuestra lógica? José, como María, nos enseña que la fe no es una certeza cómoda, sino una adhesión plena a la voluntad divina. En este Adviento, estamos llamados a imitar su docilidad, permitiendo que Dios transforme nuestros miedos en confianza, nuestras dudas en fe. «Porque tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo único para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16).

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Dios todopoderoso, concede a los que vivimos oprimidos por la antigua esclavitud del pecado ser liberados por el nuevo y esperado nacimiento de tu Unigénito.

Padre eterno, que has concedido un maravilloso designio de salvación para cada persona y los vas realizando a cada instante en nuestras vidas, haznos como José, colaboradores de tu plan de salvación.

Padre eterno, que nos has elegido en Cristo antes de la creación del mundo, concédenos una mirada pura para contemplar el milagro de la vida y reconocer el valor inestimable de la persona humana, creada a tu imagen y semejanza.

Espíritu Santo, luz que penetra las almas, enséñanos el camino que nos conduce a Nuestro Señor Jesucristo y a Dios Padre.

Amado Jesús, misericordia pura, tú que estás sentado a la derecha de Dios Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre del Adviento, intercede por nuestras oraciones ante la Santísima Trinidad.

  1. Contemplación y acción

Imagina a José, despierto tras el sueño, aún asombrado por las palabras del ángel, pero lleno de una paz que solo puede venir de Dios. Contempla su disposición inmediata a obedecer, su valentía al acoger el misterio de la Encarnación.

Hoy, haz un propósito concreto: en medio de tus miedos e incertidumbres, dedica un momento al silencio para escuchar la voz de Dios. Pregúntale: «Señor, ¿qué esperas de mí?» Y comprométete a responder con fe y valentía, como lo hizo José. Repite durante el día las palabras del ángel: «No temas» (Mt 1,20). Deja que esta invitación te llene de esperanza y confianza, recordándote que el Dios que guía la historia también guía tu vida

Hermanos: contemplemos a la Santísima Trinidad con un texto de Ermes Ronchi:

«José es el hombre de los sueños, el carpintero es también el soñador: manos endurecidas por el trabajo y corazón enternecido por el amor y por los sueños. Es el hombre de fe que “escucha y pone en práctica” y da nombre a aquel que es el Nombre. Es el hombre que no actúa por miedo, que hace suya la primera palabra con la que Dios se dirige al hombre desde siempre: “No temas”. El miedo, principio de toda huida, es lo contrario de la fe, del matrimonio, de la paternidad. José no escucha al miedo: se convierte en verdadero padre de Jesús, aunque no es su progenitor…

Dios lleva a cabo sus hechos más extraordinarios y organiza el futuro nuevo del mundo a través del diálogo, del drama, de la crisis, de las dudas y de los impulsos de una pareja ya formada. El “sí” de María y José a Dios tiene lugar al interior de un “sí” recíproco, que ellos se han dicho ya. Dios no rompe la pareja, no roba espacio a la familia; pide y busca este doble “sí”, este “sí” creativo propio, porque se dice juntos y en común. Porque la comunión es siempre fuerza creativa. Ella misma es profecía, Palabra de Dios».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.