LECTIO DIVINA DEL LUNES EN TIEMPO DE NAVIDAD – CICLO C

«Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos» Mt 4,17.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Mateo 4,12-17.23-25

En aquel tiempo, al enterarse Jesús que habían encarcelado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz, a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló». Entonces comenzó Jesús a predicar: «Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos». Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba. Y le seguían grandes multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Por una parte, debemos discernir las muchas voces que escuchamos, guiados por el Espíritu de Dios, sabiéndonos defender de la seducción de otros espíritus, que pueden obedecer al egoísmo, la facilidad o el materialismo. Por otra, debemos fortalecer en nuestra vida la actitud de caridad fraterna. Es la lección que también nos da ese Jesús que empieza su vida misionera y andariega por los caminos de Palestina, totalmente dedicado a los demás. Sus destinatarios primeros y preferidos son los pobres, los marginados, los enfermos, los que sufren las mil dolencias que la vida nos depara.

Imitando el estilo de actuación de Cristo Jesús es como mejor permanecemos en la recta doctrina y como mejor cumplimos su mandamiento del amor a los hermanos. Ojalá al final de este año que ahora estamos empezando se pueda decir que lo hemos vivido “haciendo el bien”, como se pudo resumir de Cristo Jesús: ayudando, curando heridas, liberando de angustias y miedos, anunciando la buena noticia del amor de Dios» (José Aldazabal).

Este pasaje también se ubica en Marcos 1,14 y Lucas 4,4-14. Adicionalmente, el texto de hoy presenta el resumen narrativo de la actividad de Jesús, entre los versículos 23 al 25.

El relato nos sitúa en los primeros pasos del ministerio público de Jesús. Galilea, escenario de los hechos, era una región conocida por su mezcla cultural y por estar lejos del centro religioso de Jerusalén. Este territorio, habitado por judíos y gentiles, estaba bañado por las aguas del mar de Galilea, que sostenía la economía local a través de la pesca. Galilea era gobernada por Herodes Antipas, bajo la sombra del dominio romano. En este contexto de tensión y esperanza, Jesús proclama: «Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos» (Mt 4,17), cumpliendo la profecía de Isaías: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz» (Is 9,1-2). Este mensaje no solo anuncia un cambio, sino que ilumina la esperanza de quienes vivían oprimidos por las tinieblas del pecado y la desesperanza.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«El servicio al prójimo, al hermano, a la hermana que tienen necesidad, también de un consejo, que necesitan mi oído para ser escuchados, esas son señales de que vamos por el camino del buen espíritu, es decir, por la senda del Verbo de Dios que se hizo carne. Pidamos al Señor, hoy, la gracia de conocer bien lo que pasa en nuestro corazón, lo que nos gusta hacer, o sea, lo que más me afecta: si el espíritu de Dios, que me lleva al servicio de los demás, o el espíritu del mundo que gira en torno a mí mismo, a mis encierros, a mis egoísmos, a tantas otras cosas… Pidamos la gracia de conocer qué pasa en nuestro corazón» (Papa Francisco).

«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz». Estas palabras no solo describen la llegada de Jesús a Galilea, sino también el amanecer de la salvación para la humanidad. La luz que Jesús trae no es una luz física, sino la verdad y la gracia que disipan las sombras del pecado y la muerte (Jn 1,9). Él no comienza su ministerio en Jerusalén, centro religioso y político, sino en Galilea de los gentiles, mostrando que su Reino es para todos.

Jesús anuncia la conversión como la puerta al Reino de los cielos. Este llamado no es un simple cambio de conducta, sino una transformación profunda del corazón, una reorientación hacia Dios. En un mundo donde la oscuridad del egoísmo, la indiferencia y el materialismo parece prevalecer, ¿no estamos también llamados a ser testigos de esta luz? Jesús no solo predica; sana, consuela y libera, mostrando que el Reino de los cielos es una realidad tangible, una nueva manera de vivir. Cada acto de amor y misericordia que realizamos es una chispa de esta luz que puede transformar el mundo.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Amado Jesús, esplendor de luz y verdad, haz que nosotros podamos seguirte siempre, en cualquier circunstancia, en nuestras alegrías y tribulaciones, incluso hasta la cruz.

Espíritu Santo, dulce huésped del alma, muéstranos el camino que nos conduce a Nuestro Señor Jesucristo y a Dios Padre.

Amado Jesús, tú que estás sentado a la derecha de Dios Padre, alegra con la visión de tu rostro a nuestros hermanos difuntos.

Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede por nuestras oraciones ante la Santísima Trinidad.

  1. Contemplación y acción

En el horizonte de Galilea, Jesús camina, proclamando un mensaje que ilumina como el sol naciente. Imaginemos esa luz penetrando las sombras de nuestra vida, llenando de esperanza nuestras luchas y sufrimientos. ¿Qué significa acoger esta luz hoy? Primero, vivir la conversión como un compromiso diario de amar y servir. Segundo, llevar consuelo a quienes sufren, siguiendo el ejemplo de Jesús que «sanaba toda enfermedad y dolencia» (Mt 4,23). En lo concreto, podríamos dedicar tiempo a la oración, a la lectura del Evangelio o a visitar a un enfermo o necesitado.

Dejar que la luz de Cristo transforme nuestras tinieblas es también un acto de fe. Recordemos que, como Jesús eligió Galilea, también elige nuestra fragilidad para manifestar su gloria. Dejemos que esta contemplación nos impulse a vivir como hijos de la luz (Ef 5,8), llevando esperanza a un mundo que la necesita.

Hermanos: contemplemos a la Santísima Trinidad con un escrito de Romano Guardini:

«Reino de Dios significa que Dios reina. Y ¿cómo reina Dios? Preguntémonos: en el fondo, ¿qué es lo que impera realmente sobre nosotros? En primer lugar, los hombres. También las cosas señorean sobre mí. Las cosas que ambiciono, las cosas que me estorban, las cosas que encuentro en mi camino …

¿Qué ocurriría si Dios reinase verdaderamente en mí? Mi corazón, mi voluntad lo experimentarían como Aquel que da a todo evento humano significado pleno …

Yo percibiría con temor sagrado que mi persona es nada excepto por el modo en que Dios me llamó y en el que debo responder a su llamada. De aquí me vendría el don supremo: la santa comunidad de amor entre Dios y mi sola persona. Pero el nuestro es un reino del hombre, reino de cosas, reino de intereses terrenos que ocultan a Dios y solo al margen le hacen sitio.

¿Cómo es posible que el árbol a cuyo encuentro voy me sea más real que Él? ¿Cómo es posible que Dios sea para mí sólo una mera palabra y no me invada, omnipotente, el corazón y la consciencia?

Y ahora Jesús, proclama que después del reino de los hombres y de las cosas ha de venir el reino de Dios. El poder de Dios irrumpe y quiere asumir el dominio; quiere perdonar, santificar, iluminar, no por la violencia física, sino por la fe. Los hombres deberían apartar su atención de las cosas y dirigirla hacia Dios, así como tener confianza en lo que Jesús les dice con su palabra y actitud: entonces llegaría el reino de Dios».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.