SANTOS PABLO MIKI Y COMPAÑEROS, MÁRTIRES
«Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel lugar. Y si en algún sitio no los reciben ni los escuchan, márchense de allí, sacudan el polvo de los pies, para que les sirva de advertencia» Mc 6,10-11.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Marcos 6,7-13
En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni alforja ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: «Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de aquel lugar. Y si en algún sitio no los reciben ni los escuchan, márchense de allí, sacudan el polvo de los pies, para que les sirva a ellos de advertencia». Ellos salieron a predicar la conversión, expulsaban a muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Curar. Levantar. Liberar. Expulsar demonios. Y, luego, reconocer con sobriedad: he sido un simple obrero del Reino. Esto es lo que hay que hacer, y lo que tiene que decir de sí, un ministro de Cristo cuando va a curar a tantos heridos que esperan por los pasillos del hospital de campaña que es la Iglesia. Así nos lo enseña el Evangelio de hoy, cuando Jesús envía a sus discípulos, de dos en dos, a los pueblos a predicar, curar enfermos y expulsar espíritus inmundos» (Papa Francisco).
Hoy celebramos a Pablo Miki y compañeros. En el año 1549 San Francisco Javier llegó al Japón y convirtió a muchos paganos. En el año 1597 eran miles los cristianos en aquel país. Pero llegó al gobierno un emperador cruel, el cual ordenó que todos los misioneros católicos debían abandonar el Japón en el término de seis meses.
Pero los misioneros, en vez de huir del país, se escondieron para poder seguir ayudando a los cristianos. Fueron descubiertos y martirizados brutalmente. Los que murieron en aquel día en Nagasaki fueron 26, entre ellos Pablo Miki. Con él, había tres jesuitas, seis franciscanos y 16 laicos católicos japoneses, que eran catequistas y se habían hecho terciarios franciscanos.
El texto de hoy, denominado “Misión de los doce”, se ubica en los evangelios sinópticos de Lucas y Marcos. En él, Jesús, con autoridad divina, envía a sus apóstoles. Este envío era como el período de noviciado de los apóstoles. Era el momento de la nueva dimensión del discipulado: la misión. Una misión itinerante con sentido comunitario porque son enviados en parejas.
El relato se desarrolla en el marco del ministerio público de Jesús en Galilea, una región poblada por agricultores, pescadores y artesanos era también un punto de encuentro entre judíos y gentiles, lo que la convertía en un espacio de tensión religiosa y cultural. Era un pueblo que vivía bajo la opresión del Imperio Romano, anhelando la liberación mesiánica, en el que la autoridad religiosa estaba en manos de los fariseos y saduceos, pero también existían movimientos de reforma y grupos apocalípticos que esperaban la intervención divina. En este contexto, Jesús confía su misión a los Doce, enviándolos de dos en dos, sin provisiones materiales, pero llenos del poder del Espíritu. Este envío representa un acto de fe radical, donde la confianza en la Providencia es esencial para el anuncio del Reino.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más» (Mc 6,8). Estas palabras resuenan como un eco del llamado a la simplicidad y a la confianza total en Dios. Los Doce no son enviados con riquezas ni armas, sino con el poder del amor y la autoridad de la fe. En un mundo donde el éxito a menudo se mide por la acumulación de bienes y la autopromoción, Jesús nos recuerda que la verdadera fuerza del misionero está en su dependencia de Dios. Al igual que los Doce, también nosotros estamos llamados a ser testigos del Reino en medio de nuestras realidades cotidianas. Cada encuentro, cada palabra amable, cada gesto de misericordia puede ser un anuncio del Evangelio.
¿Dónde estamos poniendo nuestra confianza? ¿En nuestras habilidades, en las seguridades materiales o en la Providencia divina? La misión de los Doce nos enseña que el verdadero poder no está en lo que poseemos, sino en lo que llevamos en el corazón: la certeza de que Dios camina con nosotros. Este texto también nos desafía a reflexionar sobre la autoridad espiritual. No es una autoridad que domina, sino una que libera, sana y transforma.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Oh, Dios, fortaleza de todos los santos, que te has dignado llamar a la vida eterna, por medio de la cruz, a los santos mártires Pablo Miki y compañeros, concédenos por su intercesión, mantener con vigor, hasta la muerte, la fe que profesamos.
Dios Padre, concede los dones apostólicos a todos los consagrados de la Iglesia para que, fieles al envío de Nuestro Señor Jesucristo, anuncien el Evangelio, curen a los enfermos y liberen a las personas de sus males físicos y espirituales.
Amado Jesús, ven a nuestra vida, queremos seguirte, envíanos tu Santo Espíritu para dejar las comodidades y te pongamos como fundamento de nuestras vidas. Atráenos fuertemente hacia ti, para que podamos caminar a la luz de tu Palabra y transmitir tu mensaje de amor y misericordia a todos nuestros hermanos en el mundo.
Padre eterno, te suplicamos admitas en tu reino a todos los difuntos de todo tiempo y lugar para que puedan contemplar tu rostro. Protege Señor a las almas de los agonizantes para que lleguen a tu reino.
¡Dulce Madre María!, Madre celestial, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.
- Contemplación y acción
Imaginemos a los Doce, saliendo de dos en dos, caminando por los caminos polvorientos de Galilea, sin nada más que la confianza en el poder de la Palabra. Nosotros también somos enviados a un mundo que, aunque moderno, está lleno de almas sedientas de esperanza y verdad. Esta contemplación nos invita a examinar nuestro propio discipulado. ¿Estamos dispuestos a dejar nuestras seguridades para responder al llamado de Cristo en nuestras familias, centros laborales, comunidades?
Propongámonos hoy ser misioneros en lo cotidiano: escuchando a quien está solo, ayudando al que sufre, compartiendo una palabra de aliento. Tal vez el lugar donde debemos anunciar el Reino esté en nuestro hogar, nuestro trabajo o incluso en un encuentro fortuito. Dejemos que el ejemplo de los Doce inspire nuestro compromiso, recordando que el poder del Reino no está en nuestras fuerzas, sino en la gracia de Dios que actúa a través de nosotros.
Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de André Louf:
«Si hay que llevar el mensaje de Jesús, sólo es posible hacerlo con un estilo: estilo que sólo es posible aprenderlo de Jesús en persona. La iniciación es dura. Es preciso que el discípulo se presente despojado y desprovisto de todo ante la Palabra que lleva y ante aquellos a quienes la dirige.
No sólo será el servidor de la Palabra y de sus hermanos, sino que, por así decirlo, también su pobre, su mendigo. El discípulo se entrega en cuerpo y alma al misterioso poder recibido de Jesús -la Palabra y el poder sobre los espíritus malos- y, en su indigencia, se dedica por completo. La Palabra es su tesoro y está contento. Es la única actividad, la única iniciativa que Dios emprende a través de su pobreza, contra toda expectativa, más allá de cualquier posibilidad; iniciativa y poder a los que se abandona sin retener nada para sí.
Sólo lo indispensable, lo que permite ir de un pueblo a otro proclamando la Palabra que viene de Dios, el milagro que pertenece al Espíritu, el éxito de un ministerio que le supera, el pan y el refugio que otros le concederán o le negarán. Todo le escapa, todo lo toma Dios a su cargo y le transporta a ese mundo maravilloso donde el Espíritu lo dirige todo de manera infalible; donde la Palabra abre los corazones más cerrados y más duros; donde el poder del Espíritu, a través de las manos de los discípulos, se transforma en milagros; donde la pobreza no es obstáculo y ya no pide ser saciada, porque es el único camino, la única vía y bienaventuranza que nos hace disponibles para las maravillas de Dios. El camino fatigoso de la Iglesia -y el de cada uno de nosotros- está sometido a las mismas exigencias. La gracia se sirve de las dotes humanas, pero no se apoya en ellas, ni se pone nunca en marcha a partir de ellas».
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.