EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
«Mientras tienen la luz, caminen, no sea que las tinieblas los sorprendan; el que camina en tinieblas, no sabe adónde va. Mientras tengan la luz, crean en la luz, para que sean hijos de la luz» Jn 12,35-36a.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Juan 12,31-36a
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo será expulsado. Y Yo, una vez levantado de la tierra, lo atraeré todo hacia Mí». Decía esto para indicar de cuál muerte había de morir. El pueblo le replicó: «Nosotros sabemos por la Ley que el Mesías morará entre nosotros para siempre; entonces, ¿cómo puedes Tú decir que es necesario que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre?». Jesús les dijo: «Poco tiempo estará aún la luz entre ustedes; mientras tienen la luz, caminen, no sea que las tinieblas los sorprendan; el que camina en tinieblas, no sabe adónde va. Mientras tengan la luz, crean en la luz, para que sean hijos de la luz».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«La cruz es más resplandeciente que el sol, porque cuando el sol se oscurece, la cruz brilla… La cruz ha abierto las puertas del paraíso, ha introducido en el cielo al ‘buen ladrón’ y ha llevado al reino de los cielos al género humano allegado a la muerte» (San Juan Crisóstomo).
El evangelio de hoy se sitúa en Jerusalén, durante la última semana de la vida de Jesús, poco antes de la Pascua judía. Jerusalén, centro religioso y político de Judea, estaba bajo el dominio del Imperio Romano, y la tensión entre las autoridades judías y Jesús había alcanzado su punto culminante. La ciudad estaba llena de peregrinos que venían a celebrar la Pascua, y entre ellos, algunos griegos que deseaban ver a Jesús.
En este contexto, Jesús anuncia su muerte inminente y revela su significado: su crucifixión será el juicio del mundo y la derrota del «príncipe de este mundo» (Jn 12,31). La cruz, instrumento de muerte, se convierte en el trono desde el cual Jesús atraerá a todos hacia sí. Este mensaje desafía las expectativas mesiánicas de la multitud, que esperaba un Mesías triunfante y eterno según la Ley. Jesús les exhorta a creer en la luz mientras la tienen, para que no sean sorprendidos por las tinieblas.
Este pasaje refleja la tensión entre la luz y las tinieblas, la fe y la incredulidad, la vida y la muerte. Jesús, consciente de su misión, se presenta como la luz del mundo que, al ser levantado en la cruz, ilumina a todos los que creen en él.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo será expulsado» (Jn 12,31). Estas palabras de Jesús resuenan con una fuerza inusitada. La cruz, signo de ignominia, se transforma en el lugar donde se decide el destino del mundo. Es el juicio definitivo: «la luz ha venido al mundo, pero los hombres prefirieron las tinieblas» (Jn 3,19).
Jesús, al ser levantado en la cruz, atrae a todos hacia sí (Jn 12,32). Este “levantar” no solo indica su crucifixión, sino también su exaltación y glorificación. Como Moisés levantó la serpiente en el desierto para que todo el que la mirara viviera (Nm 21,9), así el Hijo del Hombre es levantado para que todo el que cree en él tenga vida eterna (Jn 3,14-15).
La cruz es el lugar donde se revela el amor de Dios en su máxima expresión: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único» (Jn 3,16). Es también el lugar donde se desenmascara el mal y se derrota al “príncipe de este mundo”. En la cruz, Jesús despoja a los principados y potestades, y los exhibe públicamente, triunfando sobre ellos (Col 2,15).
La exhortación de Jesús a creer en la luz mientras la tienen es una llamada urgente a la conversión. La luz está presente, pero no por siempre. Es necesario decidirse por la luz, caminar en ella, para no ser sorprendidos por las tinieblas. Es una invitación a vivir como «hijos de la luz» (Ef 5,8), reflejando en nuestras vidas la luz de Cristo.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Oh, Dios, que para salvar al género humano has querido que tu Unigénito soportara la cruz, concede a quienes hemos conocido en la tierra este misterio alcanzar en el cielo los premios de su redención.
Padre eterno, envía tu Santo Espíritu y renueva la faz de la tierra, regenera el espíritu de los pueblos para que volvamos los ojos a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, dejando de lado todas las conductas mundanas que te ofenden.
Padre eterno, haz que tu Santo Espíritu nos ilumine con su luz para discernir, conocer y saber cómo pensar, como obrar y actuar según tu Palabra.
Amado Jesús, tú que te rebajaste hasta someterte incluso a la muerte, y una muerte de cruz, otórganos a tus siervos sumisión y paciencia.
Amado Jesús, te rogamos, recibas a nuestros hermanos difuntos que esperaron tu venida en la fe y en el amor.
Madre Celestial, Madre de la Divina Gracia, Madre del amor hermoso, Reina de los ángeles, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.
- Contemplación y acción
Contemplo la cruz, elevada en el Calvario, signo de contradicción, escándalo para unos, locura para otros, pero para mí, poder y sabiduría de Dios (1 Co 1,23-24). En ella, el amor se hace visible, el pecado es vencido, la muerte es derrotada. Desde la cruz, Jesús me mira con ternura, con compasión, con un amor que no conoce límites. Me invita a acercarme, a abrazar mi propia cruz, a seguirle en el camino del amor sacrificado. Me llama a ser luz en medio de las tinieblas, a reflejar su presencia en un mundo que muchas veces le da la espalda. Me urge a vivir con coherencia, a perdonar, a servir, a amar sin medida. Hoy, al contemplar la cruz, me comprometo a:
- Dedicar un momento diario a meditar en el misterio de la cruz.
- Buscar reconciliarme con aquellos con quienes estoy distanciado.
- Ser testigo de la luz de Cristo en mi entorno, con palabras y acciones.
Que la cruz de Cristo sea mi gloria, mi esperanza, mi camino hacia la vida eterna.
Hermanos: contemplemos a la Cruz Gloriosa con un fragmento de una homilía de San Juan Crisóstomo:
«Es la cruz la que ha reconciliado a los hombres con Dios, la que ha hecho de la tierra un cielo, la que ha unido a los hombres con los ángeles. Ella ha derribado la ciudadela de la muerte, ha destruido el poder del diablo, ha liberado a la tierra del error, ha puesto los cimientos de la Iglesia. La cruz es la voluntad dada al Padre, la gloria del Hijo, la exultación del Espíritu Santo».
Contemplemos también la cruz salvadora de Nuestro Señor Jesucristo a través de la lectura de la Carta a los Filipenses 2,6-11:
«Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se anonadó a sí mismo, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse a la muerte y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre – sobre – todo – nombre”; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre».
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.