SAN BENITO, ABAD
«Lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes» Mt 10,19-20.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 10,16-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Miren que yo los envío como ovejas en medio de lobos; por eso, sean astutos como serpientes y sencillos como palomas. Pero cuidado con la gente, porque los entregarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas y los harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos, y ante los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán. Todos los odiarán a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Porque en verdad les digo que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«Creemos que Dios está presente en todas partes, y que en todo lugar miran los ojos del Señor a los buenos, y a los malos; pero más particularmente debemos estar persuadidos de esto cuando asistimos al Oficio divino. Por tanto, nos hemos de acordar siempre de lo que dice el Profeta: “Servid al Señor con temor”; y en otro lugar: “Cantad sabiamente”; y: “En presencia de los ángeles te alabaré”. Consideremos pues con qué respeto debemos estar delante la Majestad de Dios, y de sus Ángeles, y asistamos de tal modo a cantar, que concuerde nuestra mente con nuestros labios» (San Benito Abad).
Sin duda, la figura de San Benito es una de las más significativas en la historia de la Iglesia, ya que es considerado el patriarca del monacato occidental. Nació en la provincia de Nurcia en una familia honorable; se conoce que desde niño poseía la cordura y sabiduría de un anciano. Estudió en Roma, pero, al no satisfacerle la vida del mundo, se hizo ermitaño en Subiaco. Fue hermano de santa Escolástica.
Organizó doce pequeñas comunidades monacales, tomando el monasterio de Montecassino bajo su dirección. Escribió su gran obra, la Regla, inspirada en la tradición monástica, que será fundamental para la vida religiosa de occidente, pues, fue seguida por miles de monasterios; aun hoy, la siguen los monjes benedictinos, cistercienses, trapenses, calmaldulenses, entre otros. Su tránsito fue el 21 de marzo de 547, en Montecassino. Fue canonizado por Honorio III en 1220.
El pasaje evangélico de hoy también se encuentra en el discurso de Jesús sobre la misión apostólica, que es la carta magna del apostolado y cuya validez se extenderá hasta el fin del mundo.
Hoy, Jesús sigue dando detalles de la misión de los apóstoles. En primer lugar, preanuncia a sus discípulos las dificultades que encontrarán en la misión evangelizadora que les encomienda. Les recomienda actuar con prudencia, pero les promete la asistencia del Espíritu Santo. En segundo lugar, Jesús les hace saber que su Nombre será signo de contradicción en las familias y en la sociedad, pero que la perseverancia debe ser la característica esencial de la persona que logre la salvación.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«Los envío como ovejas en medio de lobos» (Mt 10,16). La misión cristiana no es un paseo triunfal, sino una entrega cruciforme. Jesús no disfraza la realidad: anuncia oposición, persecución y traición. Pero también promete su Espíritu, que hablará en nosotros. Esta paradoja revela el misterio de la cruz: el discípulo vence cuando parece perder.
Como en Juan 15,18-20, donde Jesús advierte que el mundo odiará a sus seguidores, aquí también resuena la promesa velada del consuelo: «No teman» (Mt 10,26). La misión evangélica, por tanto, no se funda en la seguridad humana, sino en la fidelidad divina. Como en Hechos 5,41, los apóstoles se alegran de sufrir por el Nombre de Jesús. Y como Pablo en 2Cor 4,8-9, somos atribulados, pero no vencidos.
Este pasaje interpela a la Iglesia de hoy: ¿Anunciamos el Evangelio con valentía o nos replegamos por temor? En tiempos de indiferencia o rechazo, ¿confiamos en que el Espíritu hablará en nosotros? La promesa de Jesús es clara: «El que persevere hasta el final se salvará» (Mt 10,22). Esta perseverancia no es pasividad, sino firmeza en el amor. Es el martirio cotidiano del que vive la verdad en medio de un mundo que la rechaza. Es el testimonio silencioso de tantos cristianos perseguidos, despreciados o ridiculizados. Y es, también, la oportunidad de glorificar a Dios en medio del dolor.
- Oración
Oh, Dios, que hiciste del abad san Benito un esclarecido maestro en la escuela del divino servicio; concédenos que, prefiriendo tu amor a todas las cosas, avancemos por la senda de tus mandamientos con libertad de corazón.
Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, concédenos el don especial de la perseverancia final para que nos acompañe hasta el momento extremo de nuestras vidas y no nos debilitemos ante las asechanzas del enemigo.
Amado Jesús, envía hermanos y hermanas dispuestos a aceptar el envío a la misión con todas las implicancias que ella tiene.
Santísima Trinidad: bendice, protege y guía a los sacerdotes y consagrados, para que sigan anunciando tu reino con alegría y con tu amor.
Amado Jesús, misericordia infinita, acoge con tu perdón a las almas de todos los difuntos, especialmente, de aquellos más necesitados de tu infinita misericordia.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, Madre de la Iglesia, consigue para nosotros la santa perseverancia en la amistad divina, en todo momento y también en el último instante de nuestras vidas, para que salgamos de este mundo en la gracia de Dios. Amén.
- Contemplación y acción
Mira a Jesús, de pie, mirando tus ojos, mientras dice: «Te envío como oveja en medio de lobos». Su voz no tiembla, pero sus palabras son una llama que arde en tu pecho. No es una misión cómoda; es un éxodo hacia el corazón del mundo herido. No vas solo: Él camina en ti, habla en ti, sufre en ti.
Hoy, contempla el sufrimiento silencioso de tantos que defienden la verdad con ternura: una madre que enseña la fe en una casa hostil, un joven que no cede al relativismo, un sacerdote que predica con fidelidad en tierra árida. En cada uno, la promesa de Jesús se cumple: «El Espíritu de su Padre hablará en ustedes». Como propósito, acepta esta misión en tu entorno: no calles ante la injusticia, pero habla con mansedumbre. No te escondas por miedo, sino resplandece con humildad. Reza por los perseguidos. Ofrece tu día por los que sufren por Cristo. Y cuando el mundo te hiera, no huyas: permanece en pie, con la cruz en el corazón y el Evangelio en los labios.
Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un escrito de Enzo Bianchi:
«El martirio, que es volver a proponer el “lenguaje de la cruz” (1 Cor 1,18), está inscrito desde siempre en la vida del cristiano, desde el bautismo, que es inmersión en la muerte del Señor. Por eso debemos preguntarnos: ¿por qué puede ser perseguido el cristiano? ¿Por qué el camino del discípulo es el camino de la cruz en el que puede ser enrolado como Simón el Cirineo para llevar la cruz del Señor?
Porque donde aparece el justo, pobre y desarmado, se vuelve molesto para los impíos, que lo ven como portador de un juicio contra sus sentimientos y sus acciones. Allí donde aflora el radicalismo cristiano, allí la memoria de Cristo se vuelve auténtica y eficaz; allí debe saber el cristiano que se hace posible beber el cáliz.
Hoy se trata de tomar conciencia de que la Iglesia es una “minoría”, es el pequeño rebaño, y por eso debe renovar comunitariamente su seguimiento del Siervo, Nuestro Señor Jesucristo, contando con la hostilidad hasta el martirio, sin ceder, no obstante, al espíritu de cruzada, de enemistad, de separación del mundo. No hay que buscar el choque de la fe, pero acontece.
Si la confesión de fe no conduce a un morir concreto y cotidiano por el Señor, perdiendo la propia vida, entonces el mismo vivir por él está invalidado desde la raíz. En vista a ello, es necesario que la comunidad cristiana viva el primado de la fe con un conocimiento del amor del Señor, por encima de todo conocimiento y de todo amor. Se trata de silabear el aquí y el ahora en la lógica del Siervo que da la vida por los otros, que se hace esclavo hasta lavar los pies a los hermanos, que envuelve al pecador con la misericordia de Dios, que obra la paz con mansedumbre, que ora y desea que todos los hombres lleguen a la verdad y se salven. ¡Se trata de la santidad!
Los santos son la auténtica y concreta “sequentia sancti evangelii” en la historia, entre los hombres. Tenemos necesidad de santos y de comunidades santas, de Iglesias santas. Sólo de este modo podemos invitar al mundo a creer en Jesucristo y en aquel que le envió. Seguimiento como vivencia de santidad, porque el Evangelio no es un libro, no es sólo un anuncio, sino que es y debe ser la vida del cristiano».
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.