SAN CHARBEL MAKHLUF
«Dichosos en cambio los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron» Mt 13,16-17.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,10-17
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les contestó: «A vosotros se les ha concedido conocer los secretos del Reino de los Cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: “Oirán con los oídos sin entender; mirarán con los ojos sin ver; porque se ha endurecido el corazón de este pueblo, se han vuelto duros de oído, han cerrado los ojos. Que sus ojos no vean, ni sus oídos oigan, ni su corazón entienda, ni se conviertan para que yo los sane”. Dichosos en cambio los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«No empieces nada en la tierra a menos que tenga su fin en el cielo; no camines por un camino que no conduzca al cielo». (San Charbel Makhluf).
José Makhlüf nació en 1828 en el seno de una familia campesina del Líbano. Su vocación se inicia con la vida monástica. Al ingresar al noviciado, escoge “Charbel” como nombre de consagración. Como sacerdote de la Orden Maronita, tuvo una vida ejemplar de oración y apostolado. En 1875 recibe autorización para la vida ermitaña. Con una gran austeridad, se dedicó a la oración y la penitencia. Murió el 24 de diciembre de 1898.
Al beatificarlo durante la clausura del Concilio Vaticano II, Pablo VI dijo: «Un ermitaño de la montaña libanesa está inscripto en el número de los bienaventurados… Un nuevo miembro de santidad monástica enriquece con su ejemplo e intercesión a todo el pueblo cristiano. Él puede hacernos entender, en un mundo fascinado por las comodidades y la riqueza, el gran valor de la pobreza, de la penitencia y del ascetismo, para liberar el alma en su ascensión a Dios».
El pasaje evangélico de hoy se ubica en el “Discurso parabólico de Jesús” del capítulo 13 de Mateo, específicamente, entre la parábola del sembrador y su explicación. En el texto, los discípulos quieren saber por qué Jesús le habla a la multitud en parábolas.
Jesús instituye una nueva manera de hablar y de enseñar a la gente sobre Dios, de manera participativa y con autoridad. En las parábolas, con imágenes sencillas, Jesús realizaba comparaciones valiosas entre las cosas de Dios y las experiencias del pueblo.
Jesús, citando la profecía de Isaías, señala una diferencia notable: muchos entienden las imágenes de las parábolas, pero no comprenden su significado. Mientras tanto, sus discípulos creen y crecen espiritualmente a su lado. Así mismo, quienes no entienden los misterios salvíficos de Jesús pierden hasta lo poco que creen saber sobre Jesús y el Reino de los cielos.
De esta manera, Jesús se expresa con dureza de quienes no lo reconocen como el Mesías. Este mensaje contrasta con la bienaventuranza que dirige a quienes lo acogen: «Dichosos en cambio los ojos de ustedes porque ven y sus oídos porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron».
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
«¿Hacemos caso, cada día, a la Palabra que oímos? ¿nos dejamos interpelar por ella también cuando resulta exigente y va contra la corriente de este mundo o contra los propios gustos? Nosotros, que hemos recibido más gracias de Dios que otros muchos, deberíamos ser también mucho más generosos en nuestra aceptación de su semilla y dar más frutos que otros. Si tomásemos en serio las lecturas, nuestra vida sería bastante distinta» (José Aldazabal).
En este pasaje, Jesús nos introduce en el drama de la libertad humana: el corazón que elige abrirse o cerrarse a la Verdad. La Palabra de Dios, como en Isaías 6,9-10, puede ser rechazada por corazones endurecidos. Y, sin embargo, Dios sigue hablando.
Las parábolas no son acertijos para entretener ni simples ilustraciones; son revelaciones del Reino que se dan a quien busca con sinceridad. Como dice san Pablo: «El hombre natural no percibe las cosas del Espíritu de Dios» (1Co 2,14). Pero quien se deja iluminar por la fe, ve y oye más allá de lo visible.
Este Evangelio nos urge a preguntarnos: ¿Con qué corazón escucho la Palabra? ¿Tengo ojos abiertos al Misterio o estoy adormecido por la rutina, las ideologías, el ruido del mundo? En tiempos de relativismo, cuando todo parece negociable, la Verdad se vuelve escándalo. Pero al humilde, Dios le da oídos de discípulo (cf. Is 50,4) y ojos para ver su gloria (cf. Jn 1,14).
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Dios nuestro, que llamaste al presbítero san Charbel, al combate espiritual en la soledad del desierto y lo enriqueciste con un amor generoso y compasivo, concédenos imitar la pasión del Señor y alcanzar su reino.
Amado Jesús, fortalécenos con tu Espíritu Santo para que tengamos siempre un corazón dispuesto a seguirte, haznos parte de la bienaventuranza luminosa de tu verdad y de tu amor.
Padre eterno, por tu inmenso amor y misericordia, concede a todos los difuntos de todo tiempo y lugar, la gracia de disfrutar del gozo eterno.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Jesús está hablando. Sus parábolas no son enigmas para entretener, sino ventanas hacia lo eterno. Contemplar a Cristo es dejar que su Palabra penetre como espada que discierne el corazón. Es abrir los sentidos del alma.
Contempla en silencio. Cada parábola es una semilla; cada silencio, una tierra que espera. Si quieres ver de verdad, guarda la Palabra en tu corazón como María. Si quieres oír, despréndete del ruido interior, de la soberbia de entender todo, y deja que el Espíritu te enseñe.
Te propongo lo siguiente: cada día, antes de leer el Evangelio, haz una oración breve pidiendo luz. Lee el texto lentamente, al menos dos veces. Guarda en tu corazón una frase que te haya tocado. Repítela a lo largo del día. Y, examina tu corazón: ¿Qué impide que veas? ¿Qué te ensordece? Que tu oración sea una escucha ardiente, y tu vida, una visión que revela al mundo que Cristo vive.
Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un texto de José Aldazabal:
«Si ayer la parábola del sembrador empezaba hablándonos de la siembra y del fruto final, hoy la explicación que empieza a dar Jesús se fija, más bien, en aquellas personas que no están dispuestas a que la semilla produzca fruto en sus vidas.
¿Por qué unos entienden y otros no? Las parábolas pueden resultar sencillas de entender o impenetrables… Jesús habla de personas que oyen, pero no entienden, y miran pero no ven: la explicación es que “son duros de oído y han cerrado los ojos para no ver ni oír ni entender ni convertirse”.
En el fondo, la conducta de cada uno y las actitudes que ha tomado ya previamente, son las que deciden si ve o no ve, si quiere ver o no. Cada persona es responsable de captar el don de Dios, acogerlo o rechazarlo.
Es de suponer que Jesús nos puede dirigir a nosotros la bienaventuranza: “dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen”. Los ojos de los sencillos son los que descubren los misterios del Reino. No los ojos de los orgullosos o complicados.
Hemos recibido de Dios el don de la fe y con sencillez intentamos responder a ese don desde nuestra vida. Nos hemos enterado del proyecto de salvación de Cristo y lo estamos siguiendo. Pero también podemos hacer ver que no oímos o que no entendemos, porque, en el fondo, no nos interesa aceptar el contenido de lo que oímos o de lo que vemos. Y no hay peor sordo que aquel que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.
¿Hacemos caso, cada día, a la Palabra que oímos? ¿nos dejamos interpelar por ella también cuando resulta exigente y va contra la corriente de este mundo o contra los propios gustos? Nosotros, que hemos recibido más gracias de Dios que otros muchos, deberíamos ser también mucho más generosos en nuestra aceptación de su semilla y dar más frutos que otros. Si tomásemos en serio las lecturas, nuestra vida sería bastante distinta».
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.