NUESTRA SEÑORA DE LOS ÁNGELES
«Les aseguro que, entre los nacidos de mujer, no ha aparecido uno mayor que Juan» Mt 11,11.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14,1-12
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes oyó lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos: «Ese es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos». Es que Herodes había hecho arrestar a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe. Porque Juan le decía que no era lícito vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente que lo tenían por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista». El rey se entristeció; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se le dieran, y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron su cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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«El que se ama a sí mismo (Jn 12,25) no puede amar a Dios, pero el que, a causa de las desbordantes riquezas del amor divino, no se ama a sí mismo, éste ama a Dios. Un hombre como éste no busca jamás su propia gloria sino la de Dios, porque el que se ama a sí mismo busca su propia gloria. El que está unido a Dios ama la gloria de su creador. En efecto, lo propio de un alma sensible al amor de Dios es buscar constantemente la gloria de Dios cada vez que cumple sus mandamientos, y se alegra de su pasar desapercibido. Porque la gloria pertenece a Dios por su grandeza, y el pasar desapercibido es lo propio del hombre, porque eso le hace ser de la familia de Dios» (Díadoco de Foticé).
Hoy 2 de agosto recordamos a Nuestra Señora de los Ángeles. Cuando Nuestro Señor le dice a San Francisco: «Francisco, ve y repara mi iglesia, que está en ruinas», él inmediatamente comenzó a reconstruir la Porciúncula. Desde ese momento, la pequeña iglesia construida en honor de Nuestra Señora de los Ángeles tomó un lugar especial en el corazón de Francisco.
En el año 1216 –cuenta la tradición- Cristo y la Virgen María se le aparecieron al santo en la Porciúncula, la capilla dentro de la Basílica de Santa María de los Ángeles (Italia). San Francisco pidió al Señor que le diese una indulgencia a todo el que –contrito y confesado- visitase la Porciúncula lo que fue concedido por el Papa Honorio III, que el papa Pablo VI la extendió a todas las iglesias franciscanas. Cada año, todos los fieles que visiten una iglesia franciscana en cualquier lugar del mundo, entre el mediodía del 1° y la medianoche del 2 de agosto, podrán obtener la indulgencia plenaria de la Porciúncula. Este don requiere las condiciones habituales de confesión sacramental, de comunión eucarística y la oración por las intenciones del Papa. El perdón se puede obtener para uno mismo o por los difuntos.
El pasaje evangélico de hoy narra la muerte de Juan Bautista y se ubica al inicio del capítulo 14 de Mateo, luego del discurso parabólico de Jesús del capítulo 13. Su martirio se convierte en un preludio del destino de Cristo, y nos interpela profundamente en una sociedad que muchas veces silencia la voz de la conciencia en nombre de la comodidad y del cálculo político.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
La escena que presenta el Evangelio es de un dramatismo conmovedor. Juan yace encarcelado por hablar la verdad. Herodes, dominado por el temor y el placer, no puede liberarse de la fascinación por esa palabra que denuncia su pecado, ni de la red de compromisos inmorales que lo encadenan. La danza de Herodías se convierte en el símbolo de una cultura que trivializa la vida, manipula los cuerpos y paga el precio de la verdad con sangre inocente.
El martirio de Juan el Bautista prefigura el de Cristo. Ambos son asesinados por oponerse a una mentira sostenida por el poder. «La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron» (Jn 1,5). También Esteban, Pedro, Pablo, tantos mártires… dieron su vida por la Verdad que es Cristo.
El testimonio de Juan interpela nuestras cobardías cotidianas. ¿Defendemos la verdad aun cuando nos cueste aceptación, comodidad o prestigio? ¿Nos atrevemos a denunciar el pecado en nuestra vida y en nuestro entorno? San Pablo exhorta: «Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, exhorta, anima con toda paciencia y doctrina» (2 Tm 4,2). La voz de Juan resuena aún, llamándonos a la valentía profética.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen, Reina de los Ángeles, cuya gloriosa fiesta celebramos hoy, que participemos como ella de la plenitud de tu gracia.
Oremos con San Francisco de Asís: «Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, tuyas son la alabanza, la gloria y el honor; tan sólo tú eres digno de toda bendición, y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención. Loado seas por toda criatura, mi Señor… Servidle con ternura y humilde corazón. Agradeced sus dones, cantad su creación. Criaturas todas, load a mi Señor».
Amado Jesús, tú que guías nuestros pasos por el camino de la paz, otórganos la gracia de seguirte con valor y estar dispuestos a enfrentar con osadía los ataques de quienes abusan de las personas más vulnerables.
Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, ilumina las mentes de las autoridades de gobierno para que siempre actúen a la luz de la Palabra de Dios.
Padre eterno y misericordioso, tú que suscitas la fuerza de la salvación, te suplicamos que recibas en tu Reino a las almas del Purgatorio.
Madre Santísima, Madre de la Divina Gracia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Contemplar a Juan Bautista en la prisión es adentrarse en el misterio del silencio fecundo. Encerrado, pero libre. Solo, pero habitado por la Verdad. Decapitado, pero coronado por la gloria eterna. Su muerte no es fracaso, sino plenitud del amor fiel.
Hoy, en tiempos donde la verdad es negociable y la fidelidad es vista como necedad, contemplar a Juan nos llama a ser profetas. En la familia, en el trabajo, en la vida pública: que nuestra voz no se calle ante la injusticia, ni se acomode al error por cobardía.
Te propongo lo siguiente: revisa si hay alguna situación en la que estés callando por temor; da un paso para decir la verdad con caridad. Lee un pasaje de los mártires del siglo XX (como Maximiliano Kolbe u Óscar Romero) y déjate interpelar. Dedica un momento a orar en silencio por los cristianos perseguidos hoy. Como dijo Benedicto XVI: «La verdad no se impone por la fuerza, pero tampoco se rinde al miedo. Ella brilla con la fuerza mansa de la coherencia».
Contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo con un comentario de José Aldazabal:
«A Jesús le espera el mismo destino que a su precursor, Juan el Bautista. Un profeta auténtico no sólo es rechazado en su tierra -como decía Jesús ayer-, sino que ese rechazo termina, muchas veces, con la muerte.
A Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, hijo de Herodes el Grande (el de los inocentes de Belén), lo que oye contar de Jesús le recuerda a Juan el Bautista. No tiene la conciencia tranquila, porque le había hecho matar en la cárcel, por instigación de Herodías.
La figura del Bautista es recia y admirable, en su coherencia, en la lucidez de su predicación y de sus denuncias. También en eso es Precursor de Jesús. Es valiente y comprometido. Dice la verdad, aunque desagrade. Es figura, también, de tantos cristianos que han muerto víctimas de la intolerancia por el testimonio que daban contra situaciones inaguantables. Los profetas mudos prosperan. Los auténticos suelen terminar mal.
Jesús nos dijo que debíamos ser luz y sal y fermento de este mundo. O sea, profetas. Profetas son los que interpretan y viven las realidades de este mundo desde la perspectiva de Dios. Por eso, muchas veces, tienen que denunciar el desacuerdo entre lo que debería ser y lo que es, entre lo que Dios quiere y lo que los intereses de determinadas personas o grupos pretenden.
Un cristiano deberá estar dispuesto a todo. Ya anunció Jesús a los suyos que los llevarían a los tribunales, que los perseguirían, que los matarían. Como a él. Y, sin embargo, vale la pena ser coherentes y dar testimonio del mensaje de Jesús en nuestro mundo, empezando por nuestra familia, grupo o comunidad».
¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.