Evangelio del día domingo 26/10/2025

Mateo 24, 37 – 44

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Así como sucedió en tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Antes del diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada.

Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor

 

 

 

En el barco de la salvación

Vivir como si todo dependiera de nosotros. Como si todo estuviera en nuestras manos y nada escapara de nuestros cálculos y proyectos. Esa es la gran tragedia que encarnamos nosotros los actores de esta puesta en escena que es la vida misma.

Y hoy más que nunca nos sentimos dueños absolutos de nuestros destinos y nuestro futuro. Un futuro que lamentablemente, no existe. Lo único que existe es el hoy. Un hoy que nos interpela y nos exige una respuesta inmediata, porque así están planteadas las cosas hoy en día. Por eso nos esforzamos por dar lo mejor de nosotros para bien propio y el de los nuestros. Hacemos la cosas con amor, para que redunde en beneficio de los que más amamos. Porque el hombre es bueno por naturaleza. Busca el bien, la belleza y la verdad. Ahora bien, cabría preguntarse. Que es el bien que buscamos, cuál es la verdad que indagamos, que belleza nos atrae. Pues hay muchas realidades que se visten de bondad, belleza y verdad y no lo son. Por tanto cabría un segundo cuestionamiento, a saber, si ese desgaste casi maquinal, que nos impone el día, está plenamente justificado o es que hemos comenzado a creer que la rutina del día es la felicidad misma.

No hay duda, que un trabajo bien hecho nos satisface y dignifica. Los hombres de la época de Noe, fabricaban, cultivaban, festejaban una buena cosecha, la boda de sus hijos, pero no tenían a Dios como el pilar de sus vidas. Ese pilar que es la Providencia, y sabemos que ésta, no es sino la mano de Dios que sostiene toda la realidad y toda la existencia humana, no existía para los coetáneos de Noé.

Vivir al margen de ella es lo que fustiga Jesús, no porque Dios devuelva mal por mal, sino porque hemos decidido simplemente no contar con Él. Por eso la gran advertencia es muy actual y nos devuelve a la realidad. No somos para siempre, al menos en esta vida. Más bien podemos trabajar, en ello en esta vida, con el fin de ser para siempre en la otra. Estar preparado, alerta, despierto, es vivir tal y como Dios nos lo demanda. Para que el mundo no haga un boquete en nuestra vida. Para estar dispuestos una vez seamos llamados. Para estar inscritos en la lista de los que suben al gran barco de la salvación.

Una Voz de Pax