LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
«Como el fulgor del relámpago que brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por esta generación» Lc 17, 24-25.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque el reino de Dios está entre ustedes».
Dijo a sus discípulos: «Llegará un día en el que desearán ver siquiera uno de los días del Hijo del hombre, pero no lo verán. Si les dicen que está aquí o está allí, no vayan ni lo sigan. Como el fulgor del relámpago que brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser rechazado por esta generación».
Palabra del Señor.
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El texto de hoy, denominado “La llegada del reino de Dios”, se ubica luego de la curación de los diez leprosos que meditamos el día de ayer.
Los fariseos continúan con la expectativa de una manifestación poderosa del salvador, de tener un mesías que los libere de la opresión política, social y económica que vivían. No tienen la menor idea de que Jesús es quien libera de la esclavitud del pecado, de los cautivos de las tinieblas.
Ante esta realidad, Jesús les responde que el reino de Dios está presente y activo. Que no equivale a un espectáculo multitudinario como el que convocan los artistas, deportistas y otras personas en la actualidad.
Esta respuesta, situada en el capítulo 17, es un adelanto del discurso escatológico de Jesús que se ubica en el capítulo 21 de Lucas. En el texto de hoy, Jesús señala que la llegada del reino no se dará antes de que Él padezca persecución y rechazo por parte de los enemigos del plan divino de salvación.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?
Muchas veces la desproporcionada preocupación por el futuro hace que perdamos la perspectiva del momento presente. No nos dejemos llevar por visiones apocalípticas; más bien, vayamos acumulando tesoros en el cielo, día a día, escuchando y haciendo realidad las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo.
Él ha instaurado el reino de Dios entre nosotros. Más allá de nuestros méritos y esfuerzos, Él nos brinda un enfoque totalmente diferente: se acerca a quienes se han alejado de Él, mostrándoles su misericordia; así mismo, prefiere la gratitud del samaritano agradecido, a la autosuficiencia de los otros nueve que fueron curados.
Nuestro Señor Jesucristo ha señalado con claridad que el camino a la gloria pasa, indefectiblemente, por la cruz. Actualmente, cuesta comprender que la cruz es una divina expresión de la sabiduría, del amor y del poder de Dios. Por ello, Nuestro Señor Jesucristo se manifiesta en todo momento y en todo lugar; Él venció definitivamente a la muerte y al mal, con su crucifixión, muerte y resurrección.
Hermanos: a la luz de la Palabra de hoy, respondamos: ¿Cuáles son las señales que percibimos para creer firmemente que el reino de Dios está entre nosotros?
Hermanos: que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a identificar la presencia del reino de Dios entre nosotros.
¡Jesús nos ama!
- Oración
Amado Jesús, tú quieres que vivamos de acuerdo con tus enseñanzas y criterios divinos, concédenos la gracia de realizar, cotidianamente y en tu Santo Nombre, las obras de misericordia espirituales y corporales que testimonien la presencia del reino de los cielos entre nosotros.
Amado Jesús, concede tu Santo Espíritu a quienes gobiernan las naciones para que cuiden con interés de los pobres y marginados.
Amado Jesús, otorga a los difuntos la felicidad de formar parte del reino de los cielos, en compañía de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, y de todos los santos.
Madre Santísima, Reina de los ángeles, intercede ante tu amado Hijo por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a la sabiduría de Dios con la lectura del libro de la Sabiduría, desde el capítulo 7, versículo 22 al capítulo 8, versículo uno:
«La sabiduría es un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, penetrante, inmaculado, lúcido, invulnerable, bondadoso, agudo, independiente, benéfico, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, todopoderoso, todo vigilante, que penetra todos los espíritus inteligentes, puros, sutilísimos.
La sabiduría es más móvil que cualquier movimiento, y, en virtud de su pureza, lo atraviesa y lo penetra todo; porque es soplo del poder divino, emanación purísima de la gloria del Omnipotente; por eso, nada inmundo se le pega.
Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad. Siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas; pues Dios ama solo a quien convive con la sabiduría.
Es más bella que el sol y que todas las constelaciones; comparada a la luz del día, sale ganando, pues a este le releva la noche, mientras que a la sabiduría no le vence el mal. Se despliega con vigor de un extremo al otro y gobierna el universo con acierto».
Queridos hermanos: busquemos el don sobrenatural de la fe y de la sabiduría a través de la oración. Que las obras de misericordia, la asistencia continua a la Santa Eucaristía, al sacramento de la confesión, así como a la adoración del Santísimo Sacramento, sean signos de la presencia de Dios entre nosotros.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.
Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.