LECTIO DIVINA DEL MARTES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA – CICLO C

BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE FÁTIMA

«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy vida eterna». Jn 10,27.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Juan 10,22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación y era invierno. Jesús se paseaba en el templo, por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándole, le preguntaron: «¿Hasta cuándo nos tendrás en suspenso? Si tú eres el Mesías, dilo francamente». Jesús les respondió: «Ya se los dije, pero ustedes no creen. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí. Pero ustedes no creen, porque no son ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy vida eterna; no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«¡Dichosos, una y mil veces, los cristianos que ahora se aferran fiel y enteramente a María como a un áncora firme! ¡Los embates tempestuosos de este mundo no los podrá sumergir ni les harán perder sus tesoros celestiales!» (San Luis María de Montfort).

Hoy celebramos a Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen María de Fátima. En 1917, en un lugar llamado Cova de Iría, cercano a Fátima, en Portugal, la Virgen María se apareció a tres pequeños pastores: Lucía, Jacinta y Francisco.

Luego de ello, las apariciones se harían más frecuentes y aquellos niños serían los embajadores de la Madre del Cielo para llevar a todos el mensaje de paz en el que la Virgen nos hace un urgente llamado a la conversión. Hoy, Fátima es un lugar de continuo peregrinaje y la devoción a Nuestra Santísima Madre María se ha incrementado, haciéndose inolvidable su pedido de paz.

La lectura de hoy pertenece al texto denominado “Jesús en la fiesta de la dedicación”; sin embargo, el fragmento comprendido entre los versículos 27 y 30, parece ser la continuación del texto precedente conocido como “Jesús, el buen pastor” que se ubica en Juan 10,1-21.

Los hechos que narra el pasaje de hoy ocurrieron en Jerusalén, durante la fiesta de la Dedicación o fiesta de las luces, instituida por Judas Macabeo para celebrar la dedicación del templo luego de la liberación de Israel. Esta es la última confrontación de Jesús con los judíos, cuya incredulidad fue el común denominador de la conversación. Los judíos que lo rodearon, sin fe, buscaban signos extraordinarios para creer que Jesús era el Mesías. Así mismo, con la figura del pastor y de las ovejas, Jesús describe la íntima relación que existe entre Él y quienes escuchan su voz. Sus expresiones describen el gozo espiritual de todos aquellos que experimentan la plena unión con Nuestro Señor Jesucristo.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

Hoy, 13 de mayo, día en que celebramos a Nuestra Santísima Madre Virgen de Fátima, recordemos que ella es el canal a través del cual se derraman sobre la humanidad necesitada, las gracias de la Santísima Trinidad. Ella es la medianera de nuestra salvación. Hoy, como en las bodas de Caná de Galilea, nuestra madre María continúa con su misión con el fin de que nadie sea humillado, sino que irradie vida, alegría y el amor de Dios.

Jesús, el Buen Pastor, no deja espacio para la ambigüedad. En medio de las intrigas y dudas de sus opositores, proclama con firmeza que sus ovejas oyen su voz y lo siguen. No se trata de una escucha superficial, sino de una sintonía profunda del corazón. Las ovejas no solo escuchan, sino que reconocen la voz del pastor, la voz que resuena con el eco del amor eterno del Padre.

Esta voz es la misma que habló a Moisés desde la zarza ardiente (Ex 3,4), la misma que ungió a David como pastor de Israel (1 Sam 16,12-13). Es la voz que hoy resuena en el corazón de cada creyente, invitándonos a seguir a Aquel que no nos promete la ausencia de dificultades, sino la certeza de su compañía constante. El verdadero creyente es aquel que se abandona en la voz del Pastor, sabiendo que en sus manos está la vida eterna. Jesús afirma: «Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás» (Jn 10,28). Esta vida no es una mera existencia biológica; es la plenitud del ser, una vida que brota del corazón traspasado del Redentor.

En un mundo ruidoso y confuso, ¿cómo discernir la voz del Pastor? ¿Cómo reconocerla entre tantas voces que prometen falsa seguridad? Jesús mismo nos responde: «El Padre y yo somos uno» (Jn 10,30). El que permanece unido a Cristo, permanece en el Padre. Y ese es el refugio seguro que ningún ladrón puede arrebatar.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, Padre eterno, que hiciste a la Madre de tu Hijo también Madre nuestra, concédenos que, perseverando en la penitencia y en la plegaria por la salvación del mundo, podamos promover cada día con mayor eficacia el reino de Cristo.

Amado Jesús, Pastor bueno, condúcenos, con la ayuda del Espíritu Santo, a los pastos eternos, no permitas nunca que nada, ni nadie nos arrebate de tus manos.

Amado Jesús, te pedimos por el Papa, los obispos, los sacerdotes y diáconos, para que puedan acompañar el rebaño con el amor de buen pastor.

Amado Jesús, médico de las almas y de los cuerpos, te pedimos por la salud plena espiritual y corporal de una humanidad agradecida, orante, que vuelve los ojos a ti, mi Salvador.

Padre eterno y misericordioso, a quien suplicamos siempre con la esperanza de alcanzar misericordia, muéstrate compasivo con todos los difuntos de todo tiempo y lugar, y admítelos en la asamblea de tus santos.

Madre Celestial, Madre del amor hermoso, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones.

  1. Contemplación y acción

Hoy, en el silencio del corazón, deja que la voz del Buen Pastor resuene como un eco eterno. Cierra los ojos e imagina a Jesús caminando por el Pórtico de Salomón. Siente el frío del invierno, escucha los murmullos de los incrédulos, pero, sobre todo, escucha la voz del Maestro. Esa voz que te llama por tu nombre, con ternura, con firmeza, con amor incondicional.

Hoy, pregúntate: ¿Reconozco su voz o he dejado que el ruido del mundo la apague? ¿Soy una oveja que sigue a su pastor o una que se dispersa en busca de otros refugios? Jesús te invita a entrar por la puerta del redil, a refugiarte bajo su manto protector. Esa puerta es su Corazón traspasado, ese Corazón que late con amor eterno, que da la vida por sus ovejas, que las sostiene en sus manos. Hoy, decide escuchar la voz del Pastor y seguirlo sin reservas, sin miedos, sin dudas. Entra por la puerta del redil y encuentra el descanso en el amor del Padre, ese amor que nunca te abandona, esa voz que nunca se apaga, esa vida que nunca termina.

Hermanos: contemplemos a Nuestra Santísima Madre con un escrito de Ricardo de San Lorenzo:

«Aunque ahora es la reina en el cielo, es ella la que obtiene siempre a todos los fieles la misericordia. Ya leemos en el evangelio que intercedió a su Hijo en favor de los hombres: “Hijo, no tienen vino” (Jn 2,2). Como si hubiera querido decir: Hijo, los hombres, hambrientos y sedientos, necesitan tu misericordia y tu amor, para que de ahora en adelante el vino de la gracia lleve alegría a los que hasta ahora había entristecido el sabor insípido de la observancia legal.

Cristo, por las oraciones y los méritos de su madre, sigue cambiando el agua de los pecados en el vino de la gracia, y el agua de las miserias en el vino de los consuelos. Esta madre intercede, en efecto, por nosotros con gemidos inenarrables: ella es la que nos obtiene, por su bondad, llorar nuestras culpas e impetrar con la oración el perdón».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.

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