SÁBADO DE LA SEMANA XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL SÁBADO DE LA SEMANA XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

«Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen» Lc 11, 28.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tu sabiduría para que podamos comprender el mensaje que Jesús nos quiere comunicar en este día.

Espíritu Santo, otórganos la gracia para que la Palabra sea nuestra escuela de vida.

Madre Santísima intercede ante tu hijo Jesucristo por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11, 27-28

En aquel tiempo, mientras Jesús estaba hablando, una mujer levantó la voz en medio de la multitud, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron». Pero él le respondió: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Palabra del Señor.

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Hoy celebramos a Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, en su advocación de la Virgen del Pilar.

La tradición se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, cuando los apóstoles, fortalecidos con el Espíritu Santo, predicaban el Evangelio. Se dice que el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España.

Santiago obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión. Pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, donde está Zaragoza. Allí predicó Santiago.

Según narran los historiadores, en la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando «oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol». La Santísima Virgen, que aún vivía, le pidió al Apóstol que le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que «permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.

El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a construir la iglesia en aquel sitio. Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima; por ello, la devoción por la Virgen del Pilar tiene mucho arraigo en España.

En 1640 ocurrió el gran milagro del Cojo de Calanda. Un hombre, a quien le amputaron una pierna; años más tarde, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, recuperó su pierna. Era la misma pierna que había perdido. Miles de personas fueron testigos y en la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro.

El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, fue doblemente bendecida: primero, por concebir al Salvador del mundo y, segundo, por recibir la fe de la Santísima Trinidad. Por ello, inspirada por el Espíritu Santo, Santa Isabel le dice, en Lucas, capítulo 1, versículo 45: “Dichosa tú, que has creído”.

En el pasaje evangélico de hoy, Nuestro Señor Jesucristo nos invita a mirar a Nuestra Madre María como la que creyó, como la discípula de su vida, pasión, muerte y resurrección. Ella, Nuestra Madre, escuchó y custodió su Palabra como un tesoro vivo, de acción maternal para con todos sus hijos.

Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿Meditamos la Palabra de Dios y la convertimos en acción evangelizadora en nuestras vidas? ¿Acudimos a Nuestra Santísima Madre como intercesora?

Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a comprender, con la ayuda del Espíritu Santo, la Palabra y los misterios de Nuestro Señor Jesucristo.

¡Jesús nos ama!

  1. Oración

Dios, Padre amado, que en la gloriosa Madre de tu Hijo amado has concedido y concedes un amparo celestial a cuantos la invocan, concédenos, por su intercesión, fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Padre eterno, con la intercesión de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, concede, por tu amor y misericordia, el perdón de las faltas de todos los difuntos, para que sean contados entre tus elegidos.

Santísima Trinidad, te suplicamos abras los ojos del corazón de toda la humanidad para que todos podamos contemplar tus maravillas.

Madre Santísima, lucero de la mañana, enséñanos a escuchar, meditar y obedecer a la Palabra del Señor.

Madre Santísima, Reina de la Paz, Bendita Tú, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos, repitamos en la intimidad de cada uno en nuestros corazones: “Madre Santísima: Tú permaneces como la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto”.

Hermanos: contemplemos a Dios con la lectura de una parte del salmo 26:

“El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?

Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda el día del peligro; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca”.

Señor deseamos asumir el compromiso de leer, escuchar, meditar tu Palabra, que son palabras de vida eterna, y convertirlas en acción evangelizadora en nuestras vidas.

Hermanos: glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.