JUEVES DE LA SEMANA 2 DE ADVIENTO– CICLO A

LECTIO DIVINA DEL JUEVES DE LA SEMANA 2 DE ADVIENTO– CICLO A

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» Lc 1, 46-47.

 

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

 

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-48

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, salto la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador».

Palabra del Señor.

 

 

 

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Hoy celebramos a Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen de Guadalupe, y lo hacemos meditando el pasaje evangélico de la visita de Nuestra Madre a su prima Santa Isabel, que es un acontecimiento familiar y sencillo, pero de una trascendencia divina y eterna.

Es trascendente porque es una de las primeras manifestaciones de Jesús en la humanidad, desbordando bendiciones y gracias a través del vientre de Nuestra Santísima Madre.

Es un momento grandioso porque celebra la vida eterna, ya que es el encuentro de dos madres, incluyendo a los niños que llevan en sus vientres: la madre del Nuestro Salvador, el Sol que nace de lo alto, y la madre del profeta del Altísimo, Juan Bautista.

Juan Bautista, aun en el vientre de Santa Isabel, salta de gozo ante la presencia de Jesús en el vientre de Nuestra Santísima Madre. Isabel reconoce y experimenta el gozo de la presencia de Dios en la humanidad. Y luego María proclama la grandeza del Señor con el cántico del Magnificat (ubicado en capítulo 1, versículos del 46 al 56) que, por inspiración del Espíritu Santo, es uno de los cantos más hermosos de la Sagrada Escritura, donde María proclama la grandeza, la sabiduría y la misericordia de Dios.

A diez años de la conquista de México por Hernán Cortés, el 9 de diciembre de 1531, en el cerro del Tepeyac, la Virgen María se apareció a Juan Diego. Ella le pidió que se presente ante el obispo y le pidiese que se le construya un templo. El obispo Juan de Zumárraga, escéptico, le pidió pruebas. Cuando la Virgen se enteró, le ordenó a Juan Diego que regrese la mañana siguiente. María salió a su encuentro y Juan Diego le dijo que su tío estaba enfermo; la Virgen le dijo que no se preocupe porque ya había sanado.

Después le pidió que recogiera rosas y se las llevara al obispo. Cuando el 12 de diciembre Juan Diego desplegó su manta frente al obispo, las rosas cayeron al suelo y en la tilma estaba pintada la Virgen de Guadalupe.

Hoy también, agradecemos a la Santísima Trinidad y a Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen de Guadalupe, por los 23 años de fundación de Pax Televisión; un medio al servicio de la Iglesia.

 

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite el día de hoy a través de su Palabra?

De corazón, digamos a nuestra Santísima Madre la hermosa respuesta que el Espíritu Santo inspiró a Santa Isabel: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”.

Esta respuesta, a la luz del Espíritu Santo, nos llama e inspira a vivir y a expresar el gozo del encuentro con Dios, a través de nuestras acciones cotidianas.

Hermanos: meditando la lectura de hoy, respondamos: ¿Proclamamos nosotros las grandezas del Señor? ¿Experimentamos el gozo de la presencia del Señor en nuestras vidas?

Hermanos, que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a descubrir la alegría de los que ponen continuamente su confianza en el Señor.

¡Jesús nos ama!

 

  1. Oración

Oh, Dios, Padre de las misericordias, que pusiste a tu pueblo bajo el singular patrocinio de la Santísima Madre de tu Hijo, concede a cuantos la invocan con el título de Guadalupe, que busquen con fe decidida el progreso de los pueblos por los caminos de la justicia y de la paz.

Madre Santísima, Virgen de Guadalupe, te pedimos intercedas ante la Santísima Trinidad por los medios de comunicación del mundo, en especial por los medios de la Iglesia y, de manera particular, por Pax Televisión, que hoy cumple 23 años de fundación; que la Santísima Trinidad otorgue a todos los medios de comunicación, la sabiduría para que transmitan el amor y la paz de Nuestro Señor Jesucristo.

Santísima Trinidad, fortalece con tu Espíritu Santo al papa Francisco, a los obispos, a los sacerdotes y diáconos, a los consagrados y consagradas, para que, en unión íntima con Nuestro Señor Jesucristo y encendidos por la fe, la esperanza y el amor, lleven tu Paz a toda la humanidad.

Amén.

 

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo a través de Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen de Guadalupe, a través de un texto de Santa Teresa de Calcuta:

 

«El regocijo y el gozo eran la fuerza de Nuestra Señora. Fue su hijo quien hizo de ella la presurosa sirvienta de Dios, porque desde que entró en ella “se fue a toda prisa”. Solamente el gozo podía darle la fuerza para marchar a toda prisa más allá de las colinas de Judea y convertirse en la servidora de su prima.

Esto sirve igualmente para nosotros; igual que ella, debemos ser siervos del Señor y cada día, después de la santa comunión, apresurarnos para ir más allá de las dificultades que nos encontremos al ofrecer con todo nuestro corazón nuestro servicio a los pobres. Dar Jesús a los pobres en tanto que siervos del Señor.

El gozo es la oración, el gozo es la fuerza, el gozo es el amor, es una red de amor gracias a la cual podréis alcanzar a las almas. “Al que da de buena gana lo ama Dios” podemos leer en segunda de Corintios, capítulo 9, versículo 7. El que da gozosamente, da más.

Si en el trabajo encontráis dificultades y las aceptáis con gozo, con una amplia sonrisa, en esto, como en muchas otras cosas, daréis prueba de que vuestras obras son buenas y el Padre será glorificado en ellas. La mejor manera de mostrar vuestro agradecimiento a Dios y a los hombres es aceptándolo todo con gozo. Un corazón gozoso proviene de un corazón que arde en amor».

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

 

Oración final

Gracias Señor Jesús por tu Palabra de vida eterna.

Que el Espíritu Santo nos ilumine para que tu palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.