LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA I DEL TIEMPO DE CUARESMA – CICLO C
SANTAS PERPETUA Y FELICIDAD, MÁRTIRES
«Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hicieron» Mt 25,40.
Oración inicial
Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.
- Lectura
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25,31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha «Vengan ustedes, benditos de mi Padre; hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me dieron hospedaje, estuve desnudo y ustedes me vistieron, enfermo y me visitaron, estuve en la cárcel y vinieron a verme».
Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?». Y el rey les dirá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, conmigo lo hicieron». Y entonces dirá a los de su izquierda: «Apártense de mí, malditos, váyanse al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y ustedes no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, fui forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y ustedes no me vistieron, enfermo y en la cárcel y no me visitaron». Entonces estos también contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?». Y él entonces les responderá: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo». Y estos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna».
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.
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En el año 202, durante la persecución del emperador Septimio Severo, una joven de 22 años, llamada Perpetua, fue arrestada y acusada de practicar el cristianismo junto con sus servidores Felicidad, Revocato, Saturnino y Segundo. Perpetua provenía de una familia rica e influyente, que se había convertido al cristianismo por medio de un diácono llamado Sáturo. Felicidad también era muy joven y en la prisión dio a luz una niña que después algunos cristianos criaron muy bien.
Ante su negativa de adorar a dioses paganos, fueron condenadas a muerte en el anfiteatro. Los tres esclavos fueron arrojados a los leones junto con el diácono. Perpetua y felicidad fueron decapitadas.
Hoy meditamos la parábola “Juicio a las naciones”. Con este discurso Nuestro Señor Jesucristo insiste en la preparación que debemos tener para superar con éxito la prueba final. Por ello, debemos advertir que el Señor está presente, de incógnito, en todos los pobres de la tierra, oculto en todos los rostros de los que sufren, pero esa presencia oculta se manifestará en el momento final. En tal sentido, el destino final de cada persona se decide en la actitud que tenga ante los necesitados de este tiempo, ya que Jesús será el testigo principal para evaluar la vida de cada uno.
Jesús muestra el momento culminante de nuestras vidas. El Rey de la gloria, rodeado de ángeles, se sienta en su trono y todas las naciones comparecen ante él.
- Meditación
Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?
El mensaje de hoy es claro y contundente: si dejamos de hacer el bien a nuestro prójimo, dejamos de hacer el bien a Jesús, fuente y origen de toda bondad. El criterio decisivo transita por un corazón compasivo y misericordioso porque los pobres son la esencia del Evangelio.
Jesús, como buen pastor, se preocupa por su rebaño, por la salvación de sus ovejas; por ello, se dirige también a todos los hermanos que han descuidado su compromiso cristiano con los más necesitados para que despierten de la indiferencia ante la presencia oculta del Señor en todos los rostros doloridos. Para Nuestro Señor Jesucristo las personas más importantes son los más débiles, con quienes se identifica plenamente. Así, reafirma el mandamiento del amor: amar al prójimo es amar a Dios mismo.
El ejercicio de la bondad en los más necesitados no solo tiene un componente material, sino también un componente espiritual. Por ello, debe surgir en nuestro corazón el siguiente cuestionamiento: ¿Realmente quiero imitar a Jesús? ¿Nos conmueve los sufrimientos de nuestros hermanos, que hacemos ante esas situaciones? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a acoger plenamente la invitación del Señor a amarlo a través del prójimo, comprendiendo a cabalidad que Nuestro Señor Jesucristo está escondido en todo hermano necesitado.
¡Jesús, María y José nos aman!
- Oración
Padre eterno, conviértenos a ti, Dios Salvador nuestro, e instruye nuestras mentes con la sabiduría del cielo, para que la celebración de esta Cuaresma dé fruto en nosotros.
Espíritu Santo, luz que penetras las almas, concédenos los dones para extender el Reino de los cielos a través de nuestros hermanos más necesitados.
Amado Jesús: mira con bondad y misericordia a las almas del purgatorio, alcánzales la recompensa de la vida eterna en el cielo.
Madre Santísima, Madre de la Iglesia, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.
- Contemplación y acción
Hermanos: contemplemos a Dios con texto de Pío XI, de la encíclica Quas Primas:
«Si los hombres reconocieran la autoridad de Cristo en sus vidas privadas y en la vida pública, se extenderían indefectiblemente sobre la sociedad entera unos beneficios increíbles, una libertad justa, el orden y la tranquilidad, la concordia y la paz. Si los príncipes y los gobiernos legítimamente instituidos estuvieran persuadidos de que gobiernan menos en su propio nombre, que en nombre y en representación del Rey divino, es evidente que usarían su autoridad con toda la virtud y sabiduría posibles. En la creación y aplicación de las leyes atenderían con esmero el bien común y a la dignidad humana de sus súbditos. Así, los pueblos disfrutarían de la concordia y de la paz.
Cuanto más se extiende un reino, más abraza la universalidad del género humano, más también -y esto es incontestable- los hombres toman conciencia de lo que los une entre sí. Esta conciencia prevendría y evitaría la mayoría de los conflictos. En todo caso menguaría su violencia. Entonces, si el reino de Cristo se extiende a todos los hombres, como lo hace en efecto, ¿por qué desesperar de la paz que este Rey pacífico ha traído a la tierra? Vino a “reconciliar todo consigo; no vino para ser servido sino para servir”. Dueño de toda criatura, dio ejemplo de humildad e hizo de la humildad, junto al precepto del amor, su ley principal. Él dijo: “Mi yugo es suave y mi carga ligera”».
Hermanos, digamos juntos: Señor, me comprometo el día de hoy a imitar tu compasión haciendo obras de misericordia en favor de las personas más necesitadas, dando mi tiempo para reconfortarlas, compartiendo mi pan con el hambriento, aplacando la sed del sediento, siendo hospitalario con quien lo necesite, vistiendo a quien le falte abrigo, y apoyando al enfermo y al encarcelado.
Glorifiquemos a la Santísima Trinidad con nuestras vidas.
Oración final
Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.
Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.
Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.
Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.