MARTES XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

LECTIO DIVINA DEL MARTES XXVIII DE TIEMPO ORDINARIO – CICLO C

SAN JUAN XXIII, PAPA

«Den, más bien, como limosna lo que tienen dentro y todo será puro» Lc 11,41.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día. Otórganos la gracia para meditar los misterios de la Palabra y revélanos sus más íntimos secretos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,37-41

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: «Ustedes, los fariseos, limpian por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están llenos de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Den, más bien, como limosna lo que tienen dentro y todo será puro».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«En el momento del adiós, o mejor, del hasta la vista, también recuerdo a todo lo que más vale en la vida: Cristo bendito, su santa Iglesia, su Evangelio, y, en el Evangelio, sobre todo, el Padre Nuestro, con el espíritu y el corazón de Cristo y del Evangelio, la verdad y la bondad, la bondad mansa y benigna, activa y paciente, invicta y victoriosa» (Testamento espiritual de San Juan XXIII).

Angelo Giuseppe Roncalli nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, en Bérgamo, Italia. Fue el cuarto de trece hermanos. Fue bautizado ese mismo día. Recibió la confirmación y la primera comunión en 1889. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1904.

Durante la Primera Guerra Mundial fue sargento de sanidad y capellán castrense. Ordenado Obispo en 1925 en Roma, estuvo Bulgaria hasta finales de 1934. Cuando empezó la Segunda Guerra Mundial, estaba en Grecia, que quedó destruida por los combates. Puso a salvo a muchos judíos sirviéndose del “visado de tránsito” de la Delegación Apostólica. En diciembre de 1944 Pío XII lo nombró Nuncio Apostólico en París, donde ayudó a los prisioneros de guerra.

En 1953 fue nombrado cardenal. Tras la muerte de Pío XII, fue elegido Papa el 28 de octubre de 1958. En sus cinco años como Papa, el mundo entero pudo ver en él una imagen auténtica del Buen Pastor. Humilde y atento, decidido y valiente, sencillo y activo, practicó los gestos cristianos de las obras de misericordia corporales y espirituales, visitando a los encarcelados y a los enfermos, acogiendo a personas de cualquier nación y credo, comportándose con todos con un admirable sentido de paternidad.

Convocó el Concilio Vaticano II. Murió el 3 de junio de 1963, al día siguiente de Pentecostés, en profundo espíritu de abandono a Jesús, deseando su abrazo, rodeado por la oración unánime de todo el mundo, que parecía haberse reunido en torno a él, para respirar con él el amor del Padre. Juan XXIII fue declarado beato por el Papa Juan Pablo II el 3 de septiembre de 2000 y el Papa Francisco lo canonizó el 27 de abril de 2014. (Perfil biográfico de Juan XXII, Web del Vaticano).

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

«Como buen maestro, Jesús os ha enseñado cómo limpiar las manchas de nuestro cuerpo, diciendo: “Más bien dad como limosna lo que tenéis y todo le demás será puro en vosotros” ¡Veis bien cuántos remedios hay! La misericordia nos purifica. La palabra de Dios también nos purifica, tal como está escrito: “Vosotros estáis ya limpios gracias a la palabra que os he anunciado” (Jn 15,3)» (San Ambrosio).

Nuestro Señor Jesucristo se acerca a todos y nos enseña a través de sus acciones llenas de misericordia y amor. «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores», dice el Señor, en Lucas 5,32. Para seguirlo y serle fiel, no basta observar los mandamientos, que sería equivalente a fijarse solo en lo exterior; lo más importante está en la práctica del amor. Recordemos a San Pablo, en 1 Cor 13,13: «Ahora nos quedan tres cosas: la fe, la esperanza, el amor. Pero la más grande de todas es el amor».

Hermanos, meditando el pasaje evangélico de hoy, respondamos: ¿En nuestra vida cotidiana, sólo cumplimos los mandamientos de Dios o somos fieles a los mandamientos por el Amor de Dios? Que las respuestas a esta pregunta nos ayuden a comprender que lo más importante en el seguimiento a Dios, es el amor.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Dios Todopoderoso y eterno, que en San Juan XXIII, Papa, has hecho resplandecer para todo el mundo el ejemplo de un buen pastor, concédenos, por su intercesión, difundir con alegría la plenitud de la caridad cristiana.

Amado Jesús, Salvador nuestro, envíanos tu Santo Espíritu y fortalece nuestras intenciones de mantener limpio nuestro corazón.

Padre eterno, con la intercesión de Nuestra Santísima Madre, la siempre Virgen María, concede, por tu amor y misericordia, el perdón de las faltas de todos los difuntos, para que sean contados entre tus elegidos.

Madre Santísima, Bendita Tú, elegida desde siempre para ser santa e irreprochable ante el Señor por el amor, intercede ante la Santísima Trinidad por nuestras peticiones. Amén.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo repitiendo el himno al amor cristiano (1Cor 13,1-10.13):

«Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso.

Aunque tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera una fe como para mover montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente, es servicial, el amor no es envidioso ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su interés, no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona, nunca se alegra de la injusticia, y siempre se alegra de la verdad. Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca terminará…

Ahora nos quedan tres cosas: la fe, la esperanza, el amor. Pero la más grande de todas es el amor».

Queridos hermanos, oremos: Señor, confiados en tu amor, misericordia y paciencia, deseamos asumir el compromiso de contrastar nuestras vidas con tus mandamientos de amor, para profundizar en nuestra espiritualidad y seguirte siempre.

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra penetre a lo más profundo de nuestras almas y se convierta en acción.

Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.