LUNES DE LA SEMANA III DE ADVIENTO – CICLO A

LECTIO DIVINA DEL LUNES DE LA SEMANA III DE ADVIENTO – CICLO A

BIENAVENTURADA VIRGEN DE GUADALUPE

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» Lc 1,46-47.

Oración inicial

Santo Espíritu de Dios, Amor del Padre y del Hijo, ilumínanos con tus dones para que podamos comprender los tesoros de la sabiduría que Jesús nos quiere revelar en este día.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Ave María Purísima, sin pecado concebida.

  1. Lectura

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,39-47

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, salto la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá». María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador».

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

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«Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable y justamente remunerado; no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones y una parte de la humanidad siga estando marginada a las ventajas de la civilización y del progreso. Por ese motivo, en esta fiesta tan señalada, os exhortamos de corazón a dar a vuestra vida cristiana un marcado sentido social —como pide el Concilio—, que os haga estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos para el progreso y en todas las iniciativas para mejorar la situación de los que sufren necesidad. Ved en cada hombre un hermano, y en cada hermano a Cristo, de manera que el amor a Dios y el amor al prójimo se unan en un mismo amor, vivo y operante, que es lo único que puede redimir las miserias del mundo, renovándolo en su raíz más honda: el corazón del hombre… Esto es lo que hoy os pide la Virgen de Guadalupe, ésta la fidelidad al Evangelio, de la que ella supo ser el ejemplo eminente» (Pablo VI).

Hoy, en el día de Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen de Guadalupe, celebramos también 26 años de PAX Televisión, un medio al servicio de la Iglesia. Que la Santísima Trinidad y Nuestra Santísima Madre sigan bendiciendo a las Misioneras de Pax Vobis, a la Comunidad de Jesús y benefactores que hacen posible esta obra de amor. Nuestro eterno agradecimiento al cielo.

Celebramos a Nuestra Señora de Guadalupe meditando el pasaje evangélico de la visita de Nuestra Madre a su prima Santa Isabel, que es un acontecimiento familiar y sencillo, pero de una trascendencia divina y eterna. Es trascendente porque es una de las primeras manifestaciones de Jesús en la humanidad, desbordando bendiciones y gracias a través del vientre de Nuestra Santísima Madre.

Es un momento grandioso porque celebra la vida eterna, ya que es el encuentro de dos madres, incluyendo a los niños que llevan en sus vientres: la madre del Nuestro Salvador, el Sol que nace de lo alto, y la madre del profeta del Altísimo, Juan Bautista.

Juan Bautista, aun en el vientre de Santa Isabel, salta de gozo ante la presencia de Jesús en el vientre de Nuestra Santísima Madre. Isabel reconoce y experimenta el gozo de la presencia de Dios en la humanidad. Y luego María proclama la grandeza, la sabiduría y la misericordia de Dios con el cántico del Magnificat (Lc 1,46-56) que, por inspiración del Espíritu Santo, es uno de los cantos más hermosos de la Sagrada Escritura.

A diez años de la conquista de México por Hernán Cortés, el 9 de diciembre de 1531, en el cerro del Tepeyac, la Virgen María se apareció a Juan Diego. Ella le pidió que se presente ante el obispo y le pidiese que se le construya un templo. El obispo Juan de Zumárraga, escéptico, le pidió pruebas. Cuando la Virgen se enteró, le ordenó a Juan Diego que regrese la mañana siguiente. María salió a su encuentro y Juan Diego le dijo que su tío estaba enfermo; la Virgen le dijo que no se preocupe porque ya había sanado.

Después le pidió que recogiera rosas y se las llevara al obispo. Cuando el 12 de diciembre Juan Diego desplegó su manta frente al obispo, las rosas cayeron al suelo y en la tilma estaba pintada la Virgen de Guadalupe.

  1. Meditación

Queridos hermanos: ¿cuál es el mensaje que Jesús nos transmite a través de su Palabra?

De corazón, digamos a nuestra Santísima Madre la hermosa respuesta que el Espíritu Santo inspiró a Santa Isabel: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!».

Esta respuesta, a la luz del Espíritu Santo, nos llama e inspira a vivir y a expresar el gozo del encuentro con Dios a través de nuestras acciones cotidianas. La fe de Nuestra Santísima Madre nos invita y exhorta a insertamos en la dinámica de los humildes y sencillos que confían en Dios.

Hermanos: meditando la lectura, intentemos responder: ¿Proclamamos nosotros las grandezas del Señor? ¿Experimentamos el gozo de la presencia del Señor en nuestras vidas? Que las respuestas a estas preguntas nos ayuden a descubrir la alegría de los humildes y sencillos que ponen continuamente su confianza en el Señor.

¡Jesús, María y José nos aman!

  1. Oración

Oh, Dios, Padre de las misericordias, que pusiste a tu pueblo bajo el singular patrocinio de la Santísima Madre de tu Hijo, concede a cuantos la invocan con el título de Guadalupe, que busquen con fe decidida el progreso de los pueblos por los caminos de la justicia y de la paz.

Madre Santísima, Virgen de Guadalupe, te pedimos intercedas ante la Santísima Trinidad por los medios de comunicación del mundo, en especial por los medios de la Iglesia y, de manera particular, por PAX Televisión, que hoy cumple 26 años de fundación; que la Santísima Trinidad otorgue a todos los medios de comunicación, la sabiduría para que transmitan el amor y la paz de Nuestro Señor Jesucristo.

Santísima Trinidad, fortalece con tu Espíritu Santo al papa Francisco, a los obispos, a los sacerdotes, diáconos y consagrados, para que, en unión íntima con Nuestro Señor Jesucristo y encendidos por la fe, la esperanza y el amor, lleven tu Paz a toda la humanidad.

Amado Jesús, a todos los hermanos que partieron a tu encuentro, dales también parte en tu felicidad, con Nuestra Santísima Madre, la siempre Inmaculada y Virgen María, y con todos tus santos.

  1. Contemplación y acción

Hermanos: contemplemos a Nuestro Señor Jesucristo a través de Nuestra Santísima Madre, la Bienaventurada Virgen de Guadalupe, con un texto del Concilio Vaticano II:

«La misión maternal de María hacia los hombres no oscurece ni disminuye de ninguna manera la única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia. Porque todo el influjo salvífico de la Bienaventurada Virgen en favor de los hombres nace del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de la misma saca toda su virtud; y lejos de impedirla, fomenta la unión inmediata de los creyentes con Cristo.

La bienaventurada Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la divina providencia, fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor y, de forma singular, la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor.

Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación y lo mantuvo sin vacilación al pie de la cruz hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación.

Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Bienaventurada Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de abogada, auxiliadora, socorro, mediadora.

La Iglesia no duda en atribuir a María ese oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador».

¡El amor todo lo puede! Amemos, que el amor glorifica a Dios.

Oración final

Gracias Señor Jesús porque tu Palabra nos conduce por caminos de paz, amor y santidad.

Espíritu Santo ilumínanos para que la Palabra se convierta en acción. Dios glorioso, escucha nuestra oración, bendito seas por los siglos de los siglos.

Madre Santísima intercede ante la Santísima Trinidad por nuestra petición. Amén.